Pontevedrando... Efecto PO2

Pontevedrando... Santa Clara sí, por supuesto

Hablamos, con el convento de San Francisco, de la edificación más antigua que se conserva en la ciudad
Imagen del patio interior del convento. BEATRIZ CÍSCAR
photo_camera Imagen del patio interior del convento. BEATRIZ CÍSCAR

El primer documento que hace referencia al convento de Santa Clara se data en 1271 y en esa fecha muchos y muchas fijan su fundación, lo que supone un error de principiantes muy común. Cuando se habla de cualquier edificación, salvo que ese primer documento se refiera a su construcción o a la propia fundación, es que el edificio ya estaba allí anteriormente. El documento da cuenta de una donación hecha por algunas señoras PTV de la época, pero nada hace suponer que en esa fecha no existiera ya el convento. Hay además fuentes de cierta credibilidad que dicen que antes de instalarse ahí las clarisas el solar había sido ocupado por caballeros templarios que protegían a los peregrinos del Camiño Portugués fundado por Tino Lores en el siglo XII.

Hablamos, con el convento de San Francisco, de la edificación más antigua que se conserva en Pontevedra. Y hablamos de un lugar desconocido, pues salvo algunas visitas guiadas que se han hecho últimamente, ni sabemos muy bien lo que hay dentro y casi todo por descripciones que no vienen acompañadas de imágenes. Como todos los conventos de clausura, tienen una zona a la que podían acceder los visitantes: un torno por el que pasar lo que fuera de pared a pared, y las monjas permanecían ocultas al otro lado. La única posibilidad de verlas en persona era en el locutorio, una habitación separada por una reja que separaba a monjas y no monjas. Todo lo demás, la zona de clausura, bien puede ocupar el 95% del recinto y el total de la finca. O sea, que en casi mil años allí no ha entrado nadie salvo algún trabajador con dispensa obispal o los constructores que con los siglos han hecho modificaciones, ampliaciones y reconstrucciones, obviamente también con dispensa del obispo y reservando siempre una zona para que las ocupantes permanecieran recluidas y sin contacto con nadie.

La amplia finca no edificada puede esconder tesoros, ya que allí no se han producido movimientos de tierra en siglos, por lo que pueden aparecer por ahí restos del primitivo cenobio o cualquier otra antigua construcción. Y lo mismo se puede decir de la zona sí edificada, en la que a simple vista se ven construcciones de diferentes épocas y más que aparecerán tras una intervención arqueológica hecha como manda Dios.

No comprar ese convento teniendo la oportunidad sería un crimen de primer orden. Preguntar por el precio cuando la operación está casi cerrada es una osadía de manual, como lo es exigir que se diga de antemano a qué se va a dedicar. Veamos: primero se debe cerrar la compra sin que nadie ponga palos en las ruedas, con la discreción debida en lo referente al precio, no vaya a ser que el vendedor lo doble antes de firmar; luego habrá que evaluar el estado de las edificaciones, consolidarlo o rehacerlo allá donde se requiera; después los expertos dirán, respetando las fachadas y las leyes, qué espacios se pueden crear dentro del edificio. Todo eso lleva su tiempo, tras el que se podrá decidir qué uso se le puede dar en beneficio de sus propietarios, que seríamos todos y todas, también usted, querida señora.

La huerta puede ser el parque público urbano más grande de la ciudad, parece que eso sí está claro como primera opción. Y el edificio, ya se verá, pero si me piden a mí ideas así a lo loco, se me ocurre montar un museo sobre la Edad Media en Galiza. Pontevedra, que fue durante esa época la ciudad más grande e importante de nuestro país, sería el lugar idóneo para una instalación de ese tipo. Y está enfrente del Sexto Edificio del Museo, que no sé si ya se llama Edificio Castelao o todavía no.

También podría cederse el convento al propio Museo de Pontevedra, que ya no hay sótanos en el mundo donde meter tantos fondos que tiene en propiedad o en depósito y que no se exponen por falta de espacio aunque tengan relevancia más que sobrada para ser mostrados al público. Por descontado, yo apostaría por algo que tuviera que ver con la Cultura, con la Historia o con ambas, pero seguramente hay múltiples utilidades dignas de tal edificio, que será una rareza, pues pocas ciudades cuentan con un convento del S. XII o XIII que sea de titularidad pública y que se encuentre en pleno centro de la ciudad, en nuestro caso a tiro de piedra de Benito Corbal y de Cobian Roffignac.

Así que yo animaría a todos y a todas a cerrar filas en este asunto. Dejar pasar esta oportunidad supondría una catástrofe de magnitud apocalíptica. Hay cosas que son asuntos de bien común y que nos interesan a todo el vecindario del municipio. A mí hay cosas que se me escapan, en serio lo digo. Una de ellas, que responsables políticos torpedeen lo que puede ser la adquisición pública más importante que ha hecho esta ciudad desde que existe. Desde que existe, repito. No jueguen con eso, no sean irresponsables. Un poco de respeto a esta ciudad, por favor.

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