Pontevedrando... Efecto PO2

Se busca palabra

La definición sería algo así: "persona que disfruta de un espacio público aunque no se desplace por él"
Una familia da de comer a unas palomas en A Ferrería. GONZALO GARCÍA
photo_camera Una familia da de comer a unas palomas en A Ferrería. GONZALO GARCÍA

Hace ya algunos años, no sé cuántos pero puede que cinco o seis, se planteó en el BNG un debate de baja intensidad en el que algunos fuimos consultados sin que nadie fuese capaz de aportar solución alguna. Se trataba de encontrar una palabra que definiera a los usuarios de los espacios públicos que no van caminando ni en coche. Que no se están desplazando, vaya: unos niños jugando en una calle, unas señoras sentadas en un banco o un señor practicando tai chi en medio de una plaza. A mí me llamó un día Mosquera, el del enorme pipí, y estuvimos dos o tres horas dándole vueltas al tema sin encontrar respuesta. No es fácil, ya se lo adelanto.

La definición de la Academia Galega describe perfectamente el dilema al definir a un peón: "Persoa que circula andando, por oposición á que vai nun vehículo". Es decir, que el mundo está dividido entre quienes van en coche o caminando. La Academia Española es más breve: "Persona que va a pie por una vía pública". 

Pues otra vez vamos a empezar por el principio: hasta bien entrado el S. XX la palabra "peatón" solamente se utilizaba para definir a los carteros que repartían el correo a pie, para distinguirlos de quienes lo hacían a caballo o en carreta. Los peones, tal como los conocemos hoy, no existían para un diccionario por la sencilla razón por la que tampoco existe una palabra para definir a los que respiramos, porque todos y todas lo hacemos. El día que existan una o dos personas que vivan sin necesidad de respirar habrá que inventarles un nombre, y cuando sean millones, los que respiramos también necesitaremos una palabra para distinguirnos de los otros.

Y eso fue lo que ocurrió. Como no existía una palabra que precisara cómo se tenía que llamar a toda aquella gente que no tenía coche, se tomó prestada la de los carteros y se aplicó rápidamente. Todo eso lo que esconde es un drama, el que se generó cuando los coches invadieron calles y plazas y se dejó el espacio mínimo para que las personas caminaran, quedando reducidas a la condición de peatones que solamente podían utilizar el poco espacio que les quedaba para ir de un lugar a otro.

El problema, por llamarle de cualquier manera, que bendito problema, es que una vez que Pontevedra ha creado muchos espacios públicos que no sirven sólo para caminar sino para practicar todo tipo de actividades, ha surgido una definición para la que no existe palabra. La definición sería algo así, yo qué sabré: "Persona que disfruta de un espacio público aunque no se desplace por él". Hablar siempre de peatones o peóns cuando nos referimos a todos aquellos que no van en coche, es ya algo totalmente inexacto, por lo que habría que encontrar esa palabra.

Imagínese usted cualquier plaza de Pontevedra o muchas de sus calles en un día normal, sobre todo antes de la pandemia, aunque también ahora. De cada cien personas que cuente usted en muchos de esos espacios recuperados, no más de diez son peatones. Lo demás es un grupo amplio y algo embarullado en el que hay de todo: gente tomando una caña, grupos de personas charlando de pie; niños jugando con una pelota, bebés aprendiendo a caminar y un par de suicidas del monopatín que afortunadamente suelen buscar el lugar más alejado o menos concurrido. A toda esa gente no podemos llamarles peatones simplemente porque no lo son.

Puede que la palabra ya exista aunque nadie la haya encontrado, que el gallego y el castellano son idiomas ricos; o puede que tengamos que tomarla prestada, como se hizo cuando se necesitó una para hablar de los caminantes y se la quitaron a los carteros, que a partir de entonces empezaron a llamarse así, carteros, para distinguirlos de toda aquella gente a la que se impedía disfrutar de los espacios comunes y se le obligaba a utilizarlos solamente para desplazarse a pie o en coche.

Pues aunque sea un debate menor tiene su importancia. Si buscamos esa palabra es porque hace falta. La peatonalización se superó hace años, puede que entre el segundo y el tercer mandato del equipo de Lores, cuando tras recuperar las principales calles del centro histórico se empezó a actuar decididamente en toda la ciudad. Merecemos esa palabra, que ya que inventamos el Modelo que tantos copian aún van a venir un toledano o una cacereña a crearla y nos la tendremos que comer con patatas.

Lo importante no es la palabra en sí, como si a toda esa gente les llamamos Manolito, sino la necesidad de tenerla. Esa necesidad es la que tiene significado, porque otras cosas hemos sido capaces de generar espacios públicos para el disfrute de gente que no camina ni va en coche, que hoy somos la gran mayoría, y no tenemos un nombre para definirnos.