La explicación hay que buscarla en las obras de la A-57, pues no es la primera ocasión que se produce. El ingente volumen de tierra que se mueve con motivo de las obras de la circunvalación genera una elevada cantidad de sedimentos que suelen acabar en los afluentes que alimentan el Gafos, especialmente en su nacimiento.
Las precipitaciones –sobre todo cuando son de cierta intensidad, como las del pasado lunes– arrastran estos lodos hasta el cauce, incrementándolo notablemente y desembocando en la ría.
La asocación Vaipolorío ha denunciado esta situación en reiteradas ocasiones, tanto ante Augas de Galicia como ante el Seprona, sin que sus quejas se hayan traducido en un incremento de las medidas preventivas del impacto ambiental en las obras de la A-57. Al menos hasta ahora.