Sensación agridulce en la hostelería tras el primer fin de semana de las fiestas

El gran ambiente en los negocios contrasta con aglomeraciones de gente bebiendo en la calle
Clientes en la terraza de un local de la hostelería pontevedresa. JOSÉ LUIZ OUBIÑA (ADP)
photo_camera Clientes en la terraza de un local de la hostelería pontevedresa. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Las fiestas grandes de la ciudad, tras un año 2020 prácticamente ausentes debido a la crisis sanitaria causada por la pandemia, regresaron este mes condicionadas por las restricciones que imponen las autoridades para proteger a la población de posibles contagios. Y en cuestiones de ambiente en las calles parece que no hay mucha diferencia con la antigua normalidad, salvo por las mascarillas y la distancia social en los establecimientos de ocio y venta de cualquier tipo de artículos.

En la hostelería, especialmente los negocios que alargan hasta el máximo posible el horario permitido en la madrugada, el fin de semana resultó agridulce. Por un lado hay satisfacción por los resultados económicos, dentro de las limitaciones de aforo que deben soportar, y por otro muestran cierta preocupación porque esas medidas contrastan con la permisividad que se tiene con las personas que se juntan en grandes grupos para beber en las plazas y calles.

Bárbara García, que regenta el local El Toro y pertenece a la Plataforma Afectados Covid Pontevedra, comenta que "contra todo pronóstico y sin esperarlo se trabajó muy bien. La calle se llenó de gente con ganas de disfrutar. Vivimos un ambiente casi como el de las fiestas de antes de la pandemia, pero con las manos atadas porque no podemos poner todas las mesas en la terraza. Eso provoca que la gente se amontone en zonas no habilitadas mientras esperan una mesa".

La parte más negativa, según Bárbara García, es que una vez cerrado el negocio "se veía gente haciendo botellón en Marqués de Aranda y otras calles de esa zona. Pasó la Policía, pero no hizo mucho. Ni habló con ellos, ni multas, ni nada. Solo mover el coche para que fueran desalojando".

La hostelera también critica al Concello. "En otros sitios habilitan espacios para ampliar las terrazas y que se pueda recuperar parte de ese 50% de aforo que nos quitan. Aquí no ayudan nada. Hasta nos cobraron el agua, la basura y las terrazas durante los tres meses que estuvimos cerrados por obligación".

Por su parte, Tonete, propietario del pub La Moncloa e integrante de la asociación Hoempo, coincidía con su colega hostelera. "Trabajamos a tope dentro de lo que se nos permite, que es poco. Y la gente se estaba portando bien, pero este fin de semana en la calle algunos hacían lo que les daba la gana. Y la Policía patrulla, pero no hace mucho cuando ve aglomeraciones de gente bebiendo sin mascarilla y sin distancia".

Tonete lo tiene muy claro. "En los locales es muy difícil que te puedas contagiar porque se mantienen unas estrictas medidas de seguridad, con distanciamiento o extractores de aire. El problema viene fuera con los botellones o las fiestas en los pisos. El Comité Clínico está en una nube. Esperemos que esta semana se den cuenta de que cometen un atropello con nosotros y no controlan realmente las situaciones que pueden ser un importante foco de contagio".

Malestar No sienten el apoyo del Concello

Desde hace varios meses, los hosteleros de la ciudad del Lérez se quejan de las pocas o nulas ayudas del Concello durante este año y medio de crisis sanitaria y económica. Los afectados insisten en recordar que ni tan siquiera se fue justo con ellos a la hora de pagar impuestos o servicios que no consumieron, como por ejemplo el agua, la basura y el montaje de las terrazas durante los meses que se vieron obligados a estar cerrados por el confinamiento decretado por el Gobierno central.

En sucesivas etapas de este período pandémico, la hostelería se vio condicionada por los aforos. En el interior se vio especialmente reducido e incluso a no poder ser usado por los clientes. En el exterior tampoco hay mucho margen, pero en algunos municipios se permitió ganar espacio para aumentar el número de mesas manteniendo el 50% de aforo exigido. En Pontevedra, los hosteleros dicen no sentir ese apoyo, ni tampoco que se les respete a la hora de pagar servicios que no consumieron. El Concello, según dicen, les responde que "no sería justo para otros negocios".


 

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