El envejecimiento de la población, unido al aumento de los hogares en los que viven personas mayores en solitario o en pareja, tensa la cuerda de la atención sociosanitaria. Las citas para acudir al médico se dilatan, las urgencias se saturan casi a diario y la oferta de servicios de apoyo se va quedando cada vez más escasa. Ocurre con las residencias, con los centros de día y, según trasciende ahora, con el Servizo de Axuda no Fogar (SAF), cuya lista de espera ya supera a la de beneficiarios.
Su principal función es ofrecer un "conjunto de atenciones" para que los usuarios puedan permanecer en sus casas, sobre todo mayores con déficits de autonomía y personas con discapacidad que carecen de apoyo personal.
El servicio atiende en la actualidad a 212 usuarios. 171 están en situación de dependencia y 41 son beneficiarios de libre concurrencia, es decir, particulares que, aún no estando reconocidos como dependientes, necesitan la colaboración de un tercero para desarrollar las tareas del hogar o acciones de cuidado personal. El gran escollo es que la lista de espera encierra muchas más. Concretamente, 265 personas dependientes, de las que 42 están ya en grado III (que abarca los casos más graves considerados como ‘gran discapacidad’), 87 en grado II (dependencia severa) y 136 de grado I (dependencia moderada).
Los beneficiarios deben estar evaluados por el equipo de valoración de dependencia de Política Social, que envía al Concello la relación de demandantes de mayor a menor grado de dependencia para les asigne las horas que le correspondan. El tope son 70 mensuales. Los de libre concurrencia son directamente gestionados por la Administración local y, en la actualidad, no hay lista de espera. "Se cubren con ayudas de emergencia", informa la edila Palmo Castro.
TAREAS. Desde 2017 la adjudicataria del servicio en Pontevedra es la empresa Idades, que emplea a 97 auxiliares, tres trabajadoras sociales y un terapeuta ocupacional. La coordinadora del servicio, María José Fernández Fontán, explica que, "en su gran mayoría", los usuarios son "personas de edades avanzadas" y que, en menor medida, también se asiste a personas con diversidad funcional y patología psiquiátrica, a víctimas de accidente de tráfico y a menores con parálisis cerebral o Síndrome de Down. Dentro del grupo de destinatarios hay más mujeres que hombres y su lugar de residencia se reparte casi a partes iguales entre el casco urbano y el rural.
"Cuando les planteamos la posibilidad de ir a una residencia dicen que quieren morir en sus casas"
La empresa ofrece tres tipos de prestaciones: atenciones de carácter personal (como el aseo, la alimentación y el control de la toma de medicación), atenciones de tipo doméstico (como el mantenimiento general de la casa, la compra y la elaboración de la comida) y atenciones de tipo psicosocial (más centradas en la estimulación física, cognitiva y sensorial del usuario).
Sea cual sea la encomienda, la escucha y el acompañamiento son factores "muy importantes" porque, según subraya la coordinadora, "lo principal es la atención personal". Esto no solo incluye airear ventanas o hacer camas, sino prestar oídos y ofrecer una vía de escape a las preocupaciones que carcomen el día a día.Además, el servicio otorga "seguridad" a los pacientes, sobre todo a los que viven solos, "porque saben que, si les pasa algo, va a haber alguien que los va a ir a ver o que les ayudará en lo que necesiten". "Hay muchos familiares que están pendientes de ellos y que colaboran siempre que se les pide, pero nuestros mayores pasan tiempo solos", informar la coordinadora.
SAF atiende a personas cada vez más añosas y lo que antes eran casos puntuales de usuarios con más de noventa hoy está al orden del día. "Incluso tenemos a algún centenario", advierte la coordinadora. Esta última asegura que el servicio se ha convertido en una prestación "esencial" para muchos de los usuarios y que, "aunque a veces les cuesta acostumbrarse los primeros días, enseguida están encantados porque sienten que reciben ayuda o un apoyo". Sobre la lista de espera, la coordinadora se limita a señalar que las personas "deberían tener derecho a ser atendidas en sus casas y a tener mejor calidad de vida". Y que, "cuando les planteamos la posibilidad de ir a una residencia, siempre dicen lo mismo, que quieren morir en sus casas".
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Son las horas que asignó la Xunta de Galicia al Concello para el Servizo de Axuda no Fogar. Recientemente añadió otras 22.000, con las que Política Social calcula que "podería atender a unhas 65 persoas". La Concellería de Benestar estudiará "la posibilidad de ampliar el contrato o firmar uno nuevo", aunque esto no disuade a Castro de criticar las formas. "Suben y bajan las horas a los concellos de forma discrecional y sin previo aviso. En nuestro caso, tenemos un contrato con una previsión de horas con la posibilidad de ampliaras en un 25%. Hemos legado al tope, pero ahora tendremos que reformularlo". Refuerzos La Xunta acaba de aprobar un plan para reforzar el SAF, que supondrá "medio millón de horas máis de atención ao ano, que permitirá atender a máis de 2.100 maiores en situación de dependencia e crear máis de 670 empregos".
