Boa Vida pide calzado, ropa y libros de segunda mano por Navidad

"Si pago las facturas de la luz, el agua y el gas no me queda dinero para comer"

María (nombre falso) tiene un hijo a su cargo y sobrevive con 426 euros al mes
Pepa Vázquez, coordinadora de la ONG, junto a voluntarios
photo_camera Pepa Vázquez, coordinadora de la ONG, junto a voluntarios

Es una de las voluntarias de la ONG Boa Vida y otro rostro más de la pobreza. Pide que se utilice un nombre ficticio para contar su historia -María, por ejemplo- y reconoce que le da reparo que la gente sepa cuál es su situación.

"Si pago las facturas de la luz, el agua y el gas no me queda dinero para comer", adelanta. Este mes María ha tenido que pagar la inspección de la instalación de gas y no le salen las cuentas. Entre los 200 euros de factura por esta revisión, los 40 de la luz y los 80 del agua, María no sabe qué comeran ella y su hijo hasta que cobre en diciembre.

Esta no es solo la historia de María, sino también la de muchos pontevedreses a los que la crisis dejó por el camino y a los que la Asociación Boa Vida ayuda para volver a insertarlos en el mundo laboral. El principio de la pesadilla de María fue en 2006, cuando despidieron a su exmarido del trabajo. "Éramos de clase media alta", dice mientras indica que su exmarido tenía un buen empleo. Tras el despido vino el intento de montar un negocio que fracasó y dejó al matrimonio y sus hijos en la calle. La casa que María heredó de su padre evitó que tuviesen que dormir a la intemperie, pero no tenían ningún ingreso.


Es poco habitual que las personas donen elementos básicos para la higiene íntima de las mujeres como tampones o compresas


Ahora, años después y separada, María sobrevive con 426 euros al mes de la Renta Activa de Inserción (RAI), unos ingresos que dejará de percibir en marzo. Tras 20 años trabajando en el extranjero (en donde vivía mientras su exmarido trabajaba), no tiene derecho al subsidio para mayores de 55 años. Los cursos formativos que realizó en el extranjero, así como su experiencia laboral, tampoco le sirven de mucho ya que no son reconocidos en España.

La pobreza y la enfermedad van de la mano y María convive con ambos quebrantos. En tratamiento psicológico y con problemas de salud, no se ve capaz de trabajar. "Es un círculo vicioso, cuanto más pobre eres más enferma te pones y viceversa".

María no cuenta con la ayuda de ninguna ONG pero es voluntaria en Boa Vida. Se acercó a la organización para sociabilizar, porque su situación la fue dejando tan aislada que apenas tenía con quien hablar. "Además, siempre he sido guerrera", bromea disimulando la rabia contenida que acumula desde hace ya más de diez años. De su hijo prefiere no hablar, pero reconoce que lo pasa mal.

La asociación Boa Vida lleva en marcha desde 2012 y ya ha acompañado a 200 personas en la búsqueda de empleo. Durante el último año, la ONG contribuyó a que seis familias generasen empleo para salir del círculo vicioso de la pobreza, un agujero cuya salida es dura y resbaladiza.

Miembros de la asociación señalan que el perfil de la persona pobre ha cambiado mucho en los últimos años. De este modo, en 2007, las personas sin techo solían ser hombres de mediana edad con algún problema psicológico o de adicciones. Ahora, muchas de las personas sin hogar son mujeres, "máis vulnerables a agresións machistas", según explica José Antonio Ramírez, de Boa Vida. Además, el voluntario también cuenta que es poco habitual que en las donaciones al banco de alimentos las personas entreguen compresas o tampones, "elementos básicos para a hixiene das mulleres", cuenta.

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