Stephen Burgen: "Pontevedra ha despertado mucha envidia"

Hizo un reportaje sobre el modelo urbano de Pontevedra para la web de The Guardian y arrasó. Lleva más de un millón de visitas.

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photo_camera El periodista freelance Stephen Burgen. CEDIDA

Qué éxito de lectores ha tenido su artículo ("For me, this is paradise": life in the Spanish city that banned cars). 
Y yo me alegro mucho. Como periodista, hay temas que tienes que cubrir porque forma parte del oficio y hay otros que cubres porque te gustan, como este. Bajo mi punto de vista, se pone demasiado el foco en lo que pasa en Madrid y Barcelona. Hay otros sitios en España. Pero es difícil vender sus temas fuera.

¿Cree usted que Pontevedra es un paraíso?
Eso no lo digo yo ni lo dice The Guardian. Es un testimonio que recojo en la ciudad. Me lo dijo una chica, Raquel, que entrevisté ahí.  El titular es suyo. Para mí, personalmente, no es ningún paraíso: llueve demasiado (ríe). Y yo no he venido desde Inglaterra para vivir bajo la lluvia. Me encanta Galicia,  su comida, su marisco... pero su tiempo no tanto.

¿Escuchó de verdad los pájaros cantar en el centro de la ciudad? ¿O exageró un poco?
El reportaje de Pontevedra se gestó porque tengo un buen amigo gallego cuya hermana trabaja en el Concello. Con ella fui a la fiesta de cumpleaños de su hija pequeña y allí hablé con gente que vivía en la ciudad. Porque está muy bien entrevistar al alcalde y a los políticos, pero casi siempre es más interesante hablar con ciudadanos corrientes. Fueron ellos los autores de los comentarios.

¿Por qué eligieron Pontevedra para esa sección de la web de The Guardian dedicada a nuevos modelos urbanos?
A mí me interesa el tema urbano en general y me había fijado en un artículo que se había publicado en algún medio español, ya hace tiempo, hablando de la prohibición de coches (sic) en Pontevedra. Le propuse hacer algo sobre eso al director de esa sección, Ciudades, pero en aquel momento no le interesó. Aunque ya entonces me dijo que se reservaba volver sobre Pontevedra para una nueva serie centrada en ciudades que favorecían desplazarse caminando, en bicicleta, etc. Pasados unos meses, volvimos a hablar y me dijo que lo hiciese. Así que me fui a Pontevedra. El mío fue el artículo que abrió esa serie sobre ciudades peatonalizadas. 

Y menuda forma de abrirla: más de un millón de visitas al artículo en apenas cinco días, personajes como el pianista James Rhodes haciéndose eco del texto... ¿Se imaginaba que el tema tendría tanta repercusión?
No me sorprende que el tema genere interés, pero tanto... Eso sí me sorprendió. Me parece que todo esto demuestra que hay mucha gente en el mundo que está harta de compartir su espacio con los coches. Es cierto que el modelo de Pontevedra quizás no se puede aplicar a grandes capitales, pero sí a la gran mayoría de las ciudades europeas, que son medianas o pequeñas. Creo que mucha gente ha leído el artículo y ha pensado ¿por qué no aquí? Lo que ha despertado Pontevedra es mucha envidia.

Tras Catalonia Today, he ido a alguna rueda de prensa de Puigdemont. Hace como que no me conoce. No somos amigos del alma, no"


Lleva 17 años trabajando en España, ahora como freelance. ¿Por qué decidió quedarse aquí?
Porque surgió esa oportunidad. Yo estaba trabajando en la redacción de The Times de Londres, cuando su corresponsal en España dejó el periódico. Yo ya conocía bien Barcelona por una cuestión familiar y en aquel momento tenía dos niños muy pequeños que no quería criar en Londres... A los ingleses no les gustan los niños (ríe). Después de diez años en la redacción, buscaba una oportunidad para hacer algo diferente. Así que me ofrecí a cubrir esa corresponsalía. Cambié un puesto con un buen sueldo por un contrato freelance. Y no me arrepiento de nada.

En estos años en España ha llegado a tener a Carles Puigdemont de jefe. ¿Qué tal era?
Sí, porque él era periodista. En 2004 quiso lanzar un diario sobre Cataluña en inglés, Catalonia Today. Buscaba una persona para dirigirlo y esa persona acabé siendo yo. Éramos un equipo muy pequeño, con poca experiencia, pero que hizo al principio un trabajo muy interesante. Hay que pensar que en 2004, el asunto independentista todavía era raro y marginal. Creo recordar que se declaraba independentista un 15% de la población o algo así. Al principio, yo tenía una autonomía total, pero poco a poco él, y más que él su mujer, que también trabajaba en la redacción, fue marcando una línea política más y más dura. Al final se desencadenó el conflicto porque a mí no me interesaba hacer propaganda. Así que se lo dije:  yo soy periodista, esto no es para mí, así que me voy. No hemos estado en contacto desde entonces. He asistido a un par de ruedas de prensa con él y hacía como si no me conociese (ríe). No somos amigos del alma, no.

¿La situación en Cataluña podría tener una pronta resolución?
No, no creo. Francamente, ahora mismo, ni siquiera se me ocurre cómo podría solucionarse. Hay una división muy importante en la población. Es una situación complicada. El ambiente está muy envenenado.

"Si quieres hacerte rico en Inglaterra, no te metes a político", ha dicho en una entrevista en El Periódico. ¿En España sí?
Sí, claro. Es una de las cosas que más me chocó cuando vine a vivir aquí. También es cierto que creo que se está mejorando mucho y que cada vez hay menos tolerancia por parte de la población. Yo no digo que no haya corrupción en Inglaterra, pero está más relacionada con tener poder e influencia. Pero esta idea de hacerse rico a través de la política, de los maletines y los sobres, allí creo que no existe.