El Supremo impone 45 años de cárcel a la red turco-galaica del narco Javillo

El Alto Tribunal rechaza los recursos de una mafia que traficaba con heroína a gran escala
Droga, dinero y otros efectos incautados en el marco del operativo. CNP
photo_camera Droga, dinero y otros efectos incautados en el marco del operativo. CNP

La operación Suppo-Roquefort, una laboriosa investigación liderada por el Grupo II de la Udyco de la Policía Nacional de Pontevedra, ya tiene su sentencia en firme. Fue el mediático Manuel Marchena Gómez, propuesto en su momento para dirigir el Consejo General del Poder Judicial, el encargado de rechazar todos los recursos presentados por los letrados de los investigados, entre los que destaca el vilanovés Francisco Javier Janeiro, Javillo.

El arousano era el jefe de la rama pontevedresa de una organización turco-galaica (y con ramificaciones por toda Europa) dedicada al tráfico internacional de heroína a gran escala, que transportaba a España, vía Holanda, a bordo de camiones. Las condenas oscilan entre los ocho años impuestos al citado Javillo y a su socio de Ferrol y los tres y medio para la esposa del vilanovés, pasando por penas de entre seis y siete años para los tres turcos afincados en Holanda que actuaban de enlace entre los gallegos y la cabeza del grupo criminal, con base en Estambul.

El modus operandi de la red que ahora conoce su sentencia firme (45 años de cárcel para los ocho procesados y una absolución) seguía el patrón tradicional de quienes trafican con el derivado del opio a gran escala en el Viejo Continente.

Los turcos se encargaban de recibir la droga procedente de Afganistán, el principal productor, y transportarla hasta Holanda, país que hace de puente en el 90 por ciento de las transacciones de esta clase de droga en Europa. Los tres investigados en este asunto (en unión a otros que no pudieron ser identificados) disponen de nacionalidad holandesa, lo que les da carta blanca para moverse con libertad por el espacio Shengen. De ese modo, pueden traer y llevar no solo droga, sino también dinero, sin infundir sospechas, cruzando Europa de Sur a Norte y de Norte a Sur. Cuatro de los cinco restantes condenados son gallegos.

La Udyco de Pontevedra obutvo pruebas de las relaciones del arousano con los turcos, le siguieron en sus viajes y comprobaron todas sus rutas

La relación entre unos y otros es bien sencilla: Javillo, que volvió a ser detenido en 2019 con las manos en la masa y relacionándose con el histórico capo Sabdullah Unnu, necesitaba heroína para sus clientes gallegos y portugueses. Para el trabajo disponía de una persona de su máxima confianza en Ferrol y con un camionero que, por motivo de su trabajo, viajaba por Europa sin riesgos.

Los turcos afincados en Holanda le fiaban la droga, en cantidades de entre uno y diez kilos, el transportista la colaba en España y, con posterioridad, Javillo acudía a Madrid para pagar lo acordado a los suministradores. En esta última fase le acompañaba su esposa, de modo que simulaba un viaje en familia para eludir vigilancias. No lo consiguió.

La Udyco de Pontevedra obutvo pruebas de las relaciones del arousano con los turcos, le siguieron en sus viajes y comprobaron todas sus rutas. Gracias a ello consiguieron interceptar, en primer lugar, uno de los envíos.

El camionero, vecino de Moraña, fue detenido tras cruzar la frontera con Francia cuando transportaba diez kilos de caballo. A continuación, ya en Madrid, pudieron arrestar a los turcos. Cayó incluso el recaudador del dinero, que fue detenido con 200.000 euros que ingresó no solo de los gallegos, sino de otras organizaciones con las que colaboraba. Su papel era realizar el cobro y llevarse el dinero a Turquía. En el juicio reconoció que efectuaba cobros no solo en España, sino también en Italia y en Holanda, donde la red criminal tenía muchos clientes.

Una vez en España, los principales clientes de turcos y albaneses son ciudadanos afincados en asentamientos gitanos

Las redes dedicadas a la distribución de heroína a gran escala operan por toda Europa y tienen su cabeza en Turquía, aunque en los últimos años narcotraficantes procedentes de Albania se han subido a un negocio cuyas principales rutas atraviesan, en buena parte, su territorio.

Una vez en España, los principales clientes de turcos y albaneses son ciudadanos afincados en asentamientos gitanos, si bien, como ocurre en el caso de Galicia, en ocasiones existen intermediarios. Las provincias de Pontevedra y A Coruña, Sevilla, Madrid, Barcelona y el Norte de Portugal son los principales núcleos de distribución de la más dañina de las sustancias estupefacientes en la Península.

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