Los taxistas de la ciudad no son ajenos a la tensa situación que se vive actualmente en Madrid entre sus compañeros de gremio y los autónomos de los VTC (Vehículos de Turismo con Conductor), apadrinados por plataformas como Uber y Cabify. Y aunque ven el problema como algo lejano, no ocultan su preocupación porque estas plataformas ya no se conformen con las grandes ciudades y pongan la vista también en otras de menor tamaño, como Pontevedra.
Llegados a ese punto, los profesionales lo dejan claro: "No vamos a permitir que se implanten de forma impune, sin regulación. Y si lo hacen, sacaremos las uñas", advierte José Crespo Boullosa, presidente de la Asociación de Taxis de Pontevedra.
Basan su rechazo en la "absoluta competencia desleal" que, a su juicio, supone la proliferación descontrolada de VTC, "porque fijan los precios sin criterio alguno, y tanto los bajan como los suben a su antojo. Y eso no puede ser".
Crespo advierte de que el perjuicio no solo será para los taxistas, sino también para los propios usuarios: "Al principio ofrecerán servicios más baratos que nosotros, pero una vez que hayan copado el mercado, pondrán el precio que ellos quieran, sin nadie que los controle, y eso repercutirá en el bolsillo del cliente, que tendrá que pagar lo que se les antoje".
El portavoz del sector aclara que no todas las licencias VTC se aprovechan de este caos regulativo. En la provincia la Xunta tiene concedidas 53 autorizaciones, de las que más de una decena recaen en empresas de transporte. "Son firmas como Monbus, Viuda de Cándido, etc. que llevan trabajando desde hace unos 15 años de forma regulada y la convivencia con ellos es buena, porque no callejean, como sí hacen los de Uber y Cabify", puntualiza.