Sandra llegó a la ciudad del Lérez en 2008. Originaria del estado de Minas Gerais, en el interior de Brasil, tenía conocidos que la animaron a emigrar y dio el salto a Pontevedra. "Al principio vivía en una habitación con amigos", recuerda. Poco a poco fue mejorando su situación, hasta el punto de que pudo alquilar un piso en Loureiro Crespo a un precio asequible que por ahora mantiene. Sin embargo, su situación puede cambiar en cualquier momento. El propietario quiere vender y ella se ha puesto a buscar alternativas. "Es imposible. Estoy buscando en sitios como Monte Porreiro, que supuestamente es barato, pero no encuentro nada por menos de 700 euros, solo bajan a 600 si son de una habitación. Tendremos que irnos a una aldea de esas en las que no quiere estar nadie y hacer vida allí". Madre de un hijo, profesora en su país y titulada en Dirección de Cocina en el Instituto Carlos Oroza, señala que "hay gente mucho peor. Conozco a personas que han tenido que volver a sus países por no tener dónde vivir, y otros que piden ayuda a sus familias". La asociación Boa Vida ha detectado la presencia de infravivendas "en barrios muy concretos", según explica Gemma Vilas, psicóloga, experta en la gestión de personas migrantes y sus relaciones con la administración, con 20 años de experiencia en el sector. "Y no solo son personas extranjeras. La escasez de vivienda es un problema generalizado".
"No tenemos casos de hacinamiento con 50 personas en un piso, como en otros lugares, pero sí realquileres de habitaciones"
La infravivenda como tal existe en Pontevedra, aunque aún no ha llegado a los niveles que se dan en otras ciudades de mayor tamaño. Al respecto, Vilas explica que "no tenemos casos de hacinamiento de 50 personas en un piso como ocurre en otros lugares, pero sí que se detectan realquileres de habitaciones, en especial a gente que acaba de llegar, pero es que en muchos casos es la única forma que tienen de tener un techo".
La subida de precios. El escenario actual de escalada imparable de precios ha afectado, y mucho, a la vivienda. En el caso de Pontevedra, la transformación de gran parte de los inmuebles que se destinaban al arriendo en pisos turísticos ha mermado, y mucho, la oferta. "Sí que encuentras casos en los que te quieren alquilar el piso entre septiembre y junio, pero eso no nos sirve, lo necesitamos todo el año", explica Sandra, que afirma que "ahora cuesta 800 euros un piso como el mío" por el que ella pagaba 380 euros cuando llegó, una renta que fue subiendo hasta los 450 de ahora. "Tengo una buena relación con el propietario, pero no quiero ser una piedra en el zapato para sus negocios», añade la mujer, que explica que "en el mismo edificio tiene otro piso que alquilan por habitaciones, a estudiantes".
"Estoy buscando sitios que son supuestamente baratos como Monte Porreiro y no encuentro nada asequible"
Precisamente es ese alquiler por habitaciones a estudiantes otro de los elementos que ha distorsionado el mercado para las familias trabajadoras en Pontevedra. "Se están pagando 350 euros por una habitación, y eso es una barbaridad". explica Gemma Vilas, de Boa Vida.
"Gente que trabaja en Pontevedra ha tenido que irse para Arcade o Poio, porque aquí no pueden permitirse una vivienda digna", añade la especialista, que apunta que "es un problema generalizado. He estado en Ourense y he visto exactamente lo mismo. La vivienda es el principal problema en la mayoría de las ciudades".
Otro aspecto que lleva a los menos afortunados al mercado negro y, en los peores casos, a la infravivienda, es el escollo legal, pues las inmobiliarias solicitan nóminas y varios meses de anticipo, algo que no pueden afrontar las personas que llevan poco tiempo en el país y tampoco los jóvenes con sueldos precarios.
San Antonio, Estribela, Sante Clara, Altamira, O Burgo o Loureiro Crespo

La investigación de este periódico ha detectado la presencia de infraviviendas en varios puntos de la ciudad. Distintas fuentes coinciden en señalar los barrios en los que se produce ese fenómeno, que suele partir del realquiler de habitaciones a personas que en muchos casos acaban de llegar desde el extranjero, o bien a otras con escasos recursos económicos. Fuentes policiales apuntan que en ocasiones, estos inmuebles acarrean problemas de convivencia a otros vecinos que habitan en los mismos edificios o en los mismos barrios y, a veces, incluso tienen consecuencias inesperadas para los propios artífices de esas infraviviendas, pues se encuentran con personas que deciden no pagar el precio pactado y que tampoco desalojan el lugar en el que habitan.
El barrio de San Antoniño ha sido mencionado por todos los especialistas consultados por este periódico como uno de los enclaves que acoge a estas personas que no tienen otra forma para conseguir un techo y se lanzan a estos alquileres clandestinos. La calle del mismo nombre y otras que dan acceso a ella, así como el barrio anexo de Altamira, son puntos en los que se da esta práctica. No lejos de allí, en Santa Clara, y también en el entorno de Loureiro Crespo y Ernesto Caballero, también se hallan inmuebles que en ocasiones son bajos o locales en entreplanta adaptados para cobijar a personas con escasos recursos económicos.
Otros puntos de la ciudad que albergan viviendas con deficiencias habitadas por un número indeterminado de personas son O Burgo, al Norte del municipio, o Estribela, al Sur.
En cuanto a los problemas de convivencia, es cierto que la Policía Local recibe llamadas por molestias vecinales, pero la Comisaría de la Policía Nacional señala que no se dan denuncias por hechos delictivos relacionados con los mismos.
Otro fenómeno que se da de forma más puntual en Pontevedra es el de la okupación. Los inmuebles que son allanados suelen carecer de las condiciones mínimas, muchas veces sin suministros o con enganches ilegales, lo que les convierten en infraviviendas. A veces, uno de los okupas también hace negocio realquilando.
"España necesitará 2,5 millones de viviendas en 30 años"
Tecnotramit, firma dedicada al sector hipotecario, analiza la "principal problemática del mercado inmobiliario español: la falta de oferta y la consiguiente subida de los precios de compra y alquiler de viviendas". Y es que, según la compañía, España va a necesitar 2,5 millones de viviendas nuevas por el aumento de 4 millones de habitantes en los próximos 30 años, todo ello sostenido por los datos que apuntan las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (Ine).
"Unas cifras que van a seguir agravándose por la tendencia bajista de la ratio de persona por inmueble. La situación es preocupante porque las soluciones que se han venido dando no son buenas. El tiempo nos ha dado la razón y hoy en día prácticamente la mitad de la población mundial vive en grandes ciudades. Y la perspectiva es que ese porcentaje suba al 70 por ciento el año 2050", indica Vicenç Hernández Reche, economista y CEO de Tecnotramit.
La firma hipotecaria alude a la escasa inversión en vivienda pública y a la falta de políticas adecuadas como agentes que influyen en una situación que se ha ido extendiendo desde grandes ciudades como Barcelona a toda España, incluida Pontevedra.