"Tengo ansiedad por ver, me imagino la vida como una película constantemente"

Cristina Stolhe, fotógrafa situacionista, refleja en su fotografía la "pochez humana", la fealdad que trasciende a la belleza en el día a día y prestando especial atención a las personas mayores, a quienes considera la novedad y parte fundamental para el cambio social
Foto do instagram de Cristina Stolhe
photo_camera Foto do instagram de Cristina Stolhe

LA FOTÓGRAFA pontevedresa Cristina Stolhe documenta la rutina, lo que ocurre en la calle, desde que tiene memoria. Con la aparición de Instagram ha ido reuniendo como si se tratase de un diario, situaciones del día a día, poniendo el foco especialmente en personas de la tercera edad. Lo que empezó como un hobby terminó siendo su profesión, y actualmente ya tiene un libro publicado, colabora con diversas marcas de moda o artistas y son casi 20 mil personas las que siguen su trabajo en las redes sociales (@xtinastolhe).

¿Cómo empieza Cristina Stolhe?
Hago fotos desde que tengo memoria, siempre me gustó. Estudié historia del arte en Santiago, donde ya hacía y publicaba momentos por afición. Quería dedicarme a la teoría del arte , pero no pude dejar de lado mi parte creativa, nunca me separo de la cámara, es como mi tercer brazo. Tengo ansiedad por ver, me imagino la vida como una performance constantemente. Cuando publiqué el libro 'Random Pictures Book' empecé a definirme más y actualmente ya no es una afición, sino mi profesión.

¿Cómo se define su fotografía?
Hago fotografía documental. Plasmo mi realidad y lo que vivo. Conceptualmente son fotografías de la calle y de personas, pero lo que hago es vivir la fotografía documental desde el punto más personal. Me gusta llamarlo fotografía situacionista, porque más que documentar, capto momentos que nunca vuelven.

¿Qué hay en la calle?
Están los momentos rutinarios, crudos, costumbristas, la 'pochez' humana. Nunca busco lo bonito, me encanta el feísmo, con el que muchas veces nos podemos identificar. No sólo lo cotidiano, sino el lado más feo de lo que vemos todos los días.

¿Y por qué retrata tanto a personas mayores?
Es gente muy invisibilizada y creo que sería interesante prestarles más atención. Parece que todo tiene que ser lo joven, lo nuevo, pero la gente mayor tiene mucho que contar, ellos son la novedad, pueden aportar mucho más al cambio que alguna gente joven. Tiendo a sentarme en la calle a hablar con ellos y me nutren. La sociedad se olvida de que las personas mayores han completado toda una vida, se han pasado el juego, ejercen un rol muy importante en nuestras vidas. Además , tienen una gran fuerza estética.

¿Hay diferencias entre las personas mayores de Pontevedra, Santiago y las de Madrid?
Si, la calidad de vida. Pontevedra tiene más calidad de vida, está muy peatonalizada, tiene todos los medios para una vida cómoda. Por eso aquí las personas están más relajadas, en su hábitat. Madrid es más hostil para la gente mayor, y eso se ve traducido en su carácter. Pero me inspira mucho, por eso me fui a vivir allí. El costumbrismo español puro está ahí. Es muy provincial y también muy castizo. Me encantan las señoras de Serrano, como visten, como se adornan, todo muy Almodóvar.

Cómo surge el proceso de fotografiar, ¿la foto le encuentra o la busca usted?
Yo nunca busco las fotos, ni las hago con intención previa. Por primera vez la busqué en el confinamiento, porque estaba atrapada y el único momento que tenía para salir a la calle era cuando iba al súper, entonces llevaba la cámara para tratar de conectarme otra vez con ello. El móvil es mi mayor aliado, y por eso mi libro es de fotografía hecha con el móvil, porque es la herramienta más sencilla para saciar mis estímulos.

¿Alguna vez tuvo algún problema por fotografíar a gente anónima?
Sólo una vez en Brooklyn, pero no me suele pasar. Cuando fotografío a alguien, procuro mostrar gratitud y enseguida se entiende mi intención. Además, como parezco una turista, la gente piensa que estoy haciendo fotos de mis vacaciones. La fotografía documental se lleva años haciendo, y hay artistas a los que sólo les inspira la gente.

¿Cree que el arte tiene que ser crítico?
Si. Aunque tengo una dicotomía con ese tema porque entiendo que muchos artistas se ponen al margen del contexto político y social, que no se sienten motor de ningún cambio y sólo quieren transmitir emociones. Yo sí me siento una artista crítica, todo es política y el arte debe serlo porque siempre es el contexto. Mucha gente de la cultura es más influyente que un político, y en ese sentido debería haber más exigencia con los artistas para que se posicionen. Claro que la gente también debe tener un criterio propio, somos la generación del retuit, en vez de generar una opinión propia, compartimos la de otra persona.

¿Las redes sociales influenciaron su fotografía?
Totalmente, sobre todo en el modo de trasladar mi obra. El nacimiento de Instagram me cambió, hacer una foto y poder subirla de forma inmediata, poder darles un valor cromático y de orden, crear un diario visual me encanta. Las redes te dan la inmediatez y la posibilidad de recibir feedback de manera inmediata. A través de esta red social le pude dar valor a mi fotografía, no sin encontrarme a gente que la despreció por estar, en parte, hecha con el móvil. Pero para mi es más importante el contenido que el formato. Se infravalora este nuevo formato, supongo que porque estas formas cuesta integrarlas.

Hábleme de su libro...
'Random Pictures Book' es una oda al nuevo lenguaje que es Instagram, mi principal escaparate. Hablé con Luis Cerveró de la editorial Terranova, y acordamos hacer un libro con un formato que imitase a Instagram y que fuera una continuidad, un torrente de imágenes compulsivo, que es mi forma de trabajar. Es un diario materializado de mi estancia en Nueva York, Londres y Barcelona, un puzzle que se puede entender en conjunto. El libro agotó existencias y estuvo expuesto en algunos museos.

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