"Lo recuerdo como una época horrible, con hinchazón, dolor, malestar", explica Maica, que prefiere no dar sus apellidos. Maica consiguió quedarse embarazada tras tres años de tratamientos de fertilidad y no se arrepiente, aunque asegura que no repetiría la experiencia. "No por el embarazo, fueron mucho peores los efectos de las hormonas que me pinchaban durante el tratamiento para estimular la ovulación", cuenta.
Ella y su pareja consultaron con un especialista porque no conseguían quedarse embarazados. Fue a los 31 años y, tras unas pruebas el diagnóstico fue que los espermatozoides del marido de Maica tenían baja movilidad. Empezó un periplo de tratamientos para conseguir tener descendencia. "Fui siempre a la sanidad pública y solo puedo decir cosas buenas de los profesionales que me atendieron, a quienes todavía recuerdo con mucho cariño", explica nueve años después.
A Maica le practicaron dos fecundaciones in vitro que no salieron adelante. A la tercera estaba dispuesta a tirar la toalla y empezar con los trámites para la adopción , pero la convencieron para intentarlo una vez más. "Y salió bien". Lo supo en cuanto tuvo el mínimo retraso en la regla. El embarazo fue adelante y tuvo dos niños. "Al principio tienes que tomártelo con mucha cautela porque es algo muy reciente y no te sientes segura de que todo vaya a ir bien hasta que ya llevas un tiempo de embarazo", cuenta.
