Toreo en femenino: Carla Otero fue puro valor

La espectacular actuación de Carla Otero y el toreo, muy serio, de Manuel Caballero, les valieron sendas orejas y el reconocimiento del público. Poco afortunado Alberto Garijo
Carla Otero en una de sus faenas. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Carla Otero en una de sus faenas. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

NO RESULTÓ MAL la becerrada con la que la empresa que gestiona el coso de San Roque quiso aliviar la pérdida de una de las tres corridas de toros de las que gozamos en los últimos años y de paso alentar a las peñas, las de verdad, las que van a la Plaza, para que sigan defendiendo la presencia del toreo en nuestra ciudad.

Una buena entrada, un gran ambiente y, sobre todo, un espectáculo muy animado y entretenido a cargo de tres jóvenes que demostraron que quieren comerse el mundo desde una profesión tan complicada como la de ser torero. Alberto Garijo, Carla Otero y Manuel Caballero midieron fuerzas con los becerros de los Hermanos Lozano que permitieron el lucimiento en mayor o menor medida.

La suerte no estuvo del lado de quien abrió plaza, Alberto Garijo, que, ligeramente atropellado en sus intenciones, con el primero sufrió un revolcón y, tras varios intentos de dar muerte a su oponente, se encontró el silencio del público y las reservas ante ese segundo animal que, minutos después, le obligó a retirarse a la enfermería tras recibir el impacto de una banderilla en su ojo al comienzo de la faena. Una lástima. No hay demasiadas oportunidades para el lucimiento de estos jóvenes y cada tarde es un cofre que poder abrir.

[Manuel Caballero alecciona a su hijo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA]

Manuel Caballero alecciona a su hijo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Como un vendaval entró por la bocana de la ría Carla Otero. Una maravilla. Puro valor, torería y desparpajo ante sus rivales. Ya se le vieron las intenciones cuando tomó el capote para alternar en esa suerte con su compañero de lidia. A ese primer toro de la tarde lo meció embebido en el capote como quien maneja a un gato y no a un becerro de 200 kilos, con una embestida más nerviosa y descontrolada que la de un toro. Pero esta chica se puso ayer el mundo por montera y quiso dejar claro que el paso adelante que están dando las mujeres en tantos ámbitos de la sociedad (¡bendito paso!) también tiene prolongación en el mundo del toro, uno de los más complicados para ellas. A su primer oponente lo comenzó a torear en las tablas, con los pies muy quietos.

Un vendaval entró por la boncana de la ría, Carla Otero. Puro valor, torería y desparpajo

Constantes detalles de torería y valentía, gestos que eclosionaron en las manoletinas de remate, tan ajustadas que estremecían. Toreó bien con ambas manos, una estocada desprendida y un pinchazo fueron suficientes para acabar con la vida del animal. Una faena que bien merecía una oreja, pero el público no la reclamó a la presidencia quedándose el saldo de la lidia en una fuerte ovación y una entregada vuelta al ruedo, recibiendo un ramo de flores de dos peñistas. Pero Carla Otero venía a por todas y no quedó ahí la cosa. Mató al cuarto de la tarde, que venía de herir a su compañero de lidia, con una media estocada y enseguida se echó encima del segundo de su lote. Unas espectaculares gahoneras y la dedicatoria al público pusieron la plaza en ebullición. La faena comenzó de rodillas, de nuevo en las tablas. El delirio de los aficionados. Y tras torear con la derecha Carla Otero se enceló en torear con la mano izquierda, un pitón que ya se había evidenciado como muy peligroso. Pero la lucha estaba ahí y el animal prendió de manera muy fea en Carla Otero que, rápidamente, se rehizo para seguir desafiando al becerro por ese pitón. Una buena estocada hizo flamear los pañuelos en petición mayoritaria que el presidente tardó demasiado en cobrar la oreja, mientras masticaba el chicle de la duda que no era.

Manuel Caballero, bien, digno sucesor de su padre. Un toreo serio y con hondura que agradó al público y le valió una oreja, y pudieron ser dos de no tardar tanto en morir su segundo enemigo. Pero la tarde ya tenía nombre de mujer, el de Carla Otero.

[Garijo tras recibir un golpe en el ojo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA]

Garijo pasó por enfermería. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

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