Torrado, Sargadelos y la belleza

"Tres generaciones repartiendo belleza, eso no lo hecho nadie más que los Torrado"
Rafa y Diego Torrado posan con algunos de los productos de Sargadelos que se venden en la tienda de la calle Oliva. GONZALO GARCÍA
photo_camera Rafa y Diego Torrado posan con algunos de los productos de Sargadelos que se venden en la tienda de la calle Oliva. GONZALO GARCÍA

NO EXISTE persona decente en este mundo que no tenga una o varias piezas de Sargadelos. Si a usted lo invita alguien a comer y cuando llega a casa del anfitrión no ve algo de Sargadelos, dé la vuelta, salga de ahí y corra lo más lejos que pueda. Sargadelos, además de ser cosa nuestra, de todos los gallegos, es una marca que ha mostrado una resistencia feroz a los altibajos y a los cambios de los tiempos, siempre haciendo preciosidades.

En Pontevedra, Sargadelos está asociada a otra gran marca, la de Torrado. Torrado tiene sus orígenes en la rúa Manuel Quiroga, con una primera tienda llamada "El Candado". Eso debió ser alrededor de 1940, cuando los patriarcas de la saga, Ignacio Torrado y Pilar Rodríguez decidieron fundar una tienda y una familia para ser felices y hacernos felices a los demás.

El traslado a su actual emplazamiento, Oliva 24, ya con el nombre Torrado, fue en 1965. Desde entonces, enmarcan nuestros cuadros y nos ofrecen la colección de Sargadelos. Hace tres años, los dos hijos y la hija de Ignacio y Pilar, decidieron separarse y hacer lo propio con la empresa. Rafael, que siempre había trabajado junto a su padre, se hizo cargo de la tienda de Sargadelos y del taller de enmarcación. Cuando fue eso, Rafael habló con su hijo Diego. "Querido hijo mío", le dijo, no sé si con éstas u otras palabras, "como sabes, esta nueva etapa requiere mucho esfuerzo y sacrificio. La tercera generación, que es la que te corresponde, está ahí, a la vuelta de la esquina. ¿Estarías dispuesto a asumir esta responsabilidad?".

"Lo más bonito que hay en mi casa y en la de cualquier persona que viva en Pontevedra salió de Torrado"

Diego le dijo que sí: "¡A tope contigo, papá!". También es verdad que a esas alturas Diego ya llevaba 15 años trabajando allí. Ahora es Diego quien dirige Sargadelos y Enmarcaciones Torrado que es como se llama el comercio. No puede haber persona más adecuada, y le digo por qué. Para tratar con cerámicas exquisitas o con cuadros, hay que tener sensibilidad artística, y Diego Torrado, además de dirigir la empresa es un fotógrafo excepcional. Hace fotoperiodismo en Pontevedra Viva y una obra personal muy interesante y muy poderosa. Supongo que algunas de sus fotos las enmarcará, claro.

Pues ahí están después de tres generaciones los Torrado. En casa de mis padres, todos los cuadros que colgaban de las paredes estaban enmarcados en Torrado. Lo sé porque a veces decían: "Vamos a Torrado" y siempre coincidía que salían con un cuadro sin enmarcar o volvían con uno enmarcado. Pasé mi infancia convencido, acertadamente, de que Torrado era un señor que enmarcaba cuadros. Por otra parte, no sé por qué, también creía que todos los señores que enmarcaban cuadros se llamaban Torrado. Así fue como durante una de esas temporadas en las que vivíamos en México, mi madre dijo un día que tenía que ponerle un marco a un cuadro y yo le dije que lo llevara a Torrado. "Ya me gustaría", dijo, y tardé tiempo en entender su mirada morriñenta. Lo supe ya de vuelta en Pontevedra, cuando una vez me dijo: "Vamos a Torrado". Allá me llevó de la mano y ,entre toda aquella maravilla de cuadros y de piezas de Sargadelos, comprendí que para ella Torrado era mucho más que un señor que enmarcaba cuadros.

Rafael Torrado, hijo de Ignacio y padre de Diego, recuerda aquella época en la que Pontevedra cabía en un puño y todos conocían a todos. "Las cosas han cambiado mucho". Me pareció que lo decía con algo de tristeza. No me atreví a decirle que sí, pero que no todas las cosas. Los cuadros que enmarcaba mi madre siguen ahí, ahora colgados en la casa de mi hermana, que es la dirigente del clan. Tengo aquí a pocos metros de donde escribo, un cuadro que ella, mi madre, me regaló poco antes de morir. De morir ella, quiero decir, no yo, que todavía vivo. El marco, como el cuadro, me lo sé de memoria, pues lo veo a diario.

Aquella vez me pidió que lo recogiera yo, que lo había dejado en Torrado para enmarcar y que estaba pagado. Lo vi por primera vez allí mismo, en Torrado. Es una obra sencilla y preciosa, un retrato de la Praza da Leña, con un marco perfecto. También, como cualquier persona honrada, tengo algunas obras de Sargadelos. Lo más bonito que hay en mi casa y en la de cualquier persona que viva en Pontevedra, salió de Torrado. ¿Cómo no agradecerlo? ¿Cómo no decirle a esta gente lo que significan para esta ciudad? Tres generaciones repartiendo belleza, eso no lo hecho nadie más que los Torrado. Así que gracias, de corazón.