San Cibrán ve languidecer la romería en la que el meigallo se espanta a pedradas

▶ Tomeza celebró un jornada festiva desangelada, sin verbenas y con dos únicas misas

La procesión recorrió el entorno de la ermita de Tomeza. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera La procesión recorrió el entorno de la ermita de Tomeza. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Una de las tradiciones de carácter religioso más arraigadas del municipio languidece. La romería dedicada a San Cibrán, que cada Lunes de Pascua se celebra en la parroquia de Tomeza, vivió este lunes una jornada festiva desangelada en la que faltaron las verbenas de ediciones anteriores y el número de misas menguó de forma considerable, con dos únicos oficios (a las 11.00 y 12.30 horas), el último de ellos de campaña. El pequeño templo permaneció abierto durante toda la jornada. 

Solo dos puestos de rosquillas y churros y una furgoneta dedicada a la venta de helados y bebidas evitaron que el atrio donde esta situada la capilla de Lusquiños quedase desierta en una jornada que en ediciones precedentes contaba con carpas en las que los devotos podían degustar una tapa de pulpo á feira y los pequeños de la casa tenían ocasión de divertirse en las atracciones infantiles. 

"Cando chegei aquí, a primeira hora da mañá, pensei que me equivocara de día porque non vin ningún posto nin unha carpa", subrayó Xosé, encargado del vehí- culo de venta de helados.

FÓRMULA. La ausencia de una comisión de fiestas que estuviera dispuesta a coger el relevo de la que se encargó de organizar la programación de San Cibrán en 2016 y 2017 hizo que los actos se limitasen a los de índole religiosa. Después de participar en las eucaristías, los devotos (que asistieron en mucho menor número que en años precedentes) cumplieron con el ritual que marca la tradición para curar el mal de ojo y espantar el meigallo: dar nueve vueltas a la capilla, en sentido contrario al de las agujas del reloj y, en cada vuelta arrojar una piedra sobre el tejado de la ermita, que, al mismo tiempo, sirven para contabilizar el número de giros.

IMAGEN. Además de este antídoto, hay otras fórmulas a las que recurren los devotos para librarse del mal ocasionado por la envidia y el mal de ojo: pasar varias veces bajo la imagen del santo (al menos en tres ocasiones y siempre múltiplo de tres, como las tres personas que forman la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).

Otro ritual que efectúan los creyentes que recurren a San Cibrán para limpiarse el meigallo consiste en la adquisición de ramos de hierbas (romero, malvarrosa, ruda, laurel y olivo) ya bendecidos. La mayoría de los devotos pudieron adquirir los ramos bendecidos en el interior de la ermita y comprar objetos de recuerdo que pusieron a la venta colaboradores de la parroquia.

COCHES. La inmensa mayoría de los devotos que se desplazaron hasta la cima del monte de Lusquiños lo hicieron en coche. La lluvia y el viento no ayudaron a quienes tenían previsto efectuar la caminata a través de las pistas forestales que conducen hasta la ermita. Entre los pocos romeros que fueron andando desde el centro de la ciudad hasta la cima del monte de Lusquiños se encontraba Xurxo, un hombre que consideraba "unha pena que se perda a tradición". Además, explicó que "veño porque me gusta o rito e porque hai que axudar a manter a tradición, das poucas que van quedando".

Xosé, conocido por el apodo de padre Luis, madrugó para ir andando desde Os Campos-Mourente hasta la ermita de San Cibrán. "Veño desde hai máis de 40 anos", puntualizó. En su opinión, la disminución en el número de romeros en comparación con años anteriores se enmarca en el declive que, aseguró, afecta a todas las celebraciones tradicionales. "Seguro que se o tempo fose mellor habería xente acampada no monte", apostilló.

Luis llegó al atrio de San Cibrán unos minutos antes del mediodía, tras recorrer un trayecto de cinco kilómetros, la distancia que separa la avenida de Rosalía de Castro del alto del monte de Tomeza. "Non atopei a ningún romero polo camiño. É unha pena que esta festa popular decaiga deste xeito. Recordo que cando era mozo pasabao moi ben cos meus amigos merendando no monte".