"Tuve que dar mil vueltas para sobrevivir, sino caía en picado"

La dueña de Mountain House cuenta su periplo hasta ser un referente en el ocio ► El mundo de Sepo prevé reabrir pronto 
Alejandra en la entrada de Mountain House. RAFA FARIÑA
photo_camera Alejandra en la entrada de Mountain House. RAFA FARIÑA

Mountain House, el parque de ocio infantil ubicado en Vilaboa, tiene los próximos tres meses casi completos y reservas hasta febrero del año que viene. Sin embargo, su promotora, Alejandra Fernández, asegura que los tiempos de pandemia han sido "muy difíciles" y que "sin duda el ocio infantil es uno de los sectores más afectados" por el covid.

Ella misma se vio abocada a hacer malabares para mantener a flote el local que empezó a gestar mientras residía en Sudamérica, incluso antes de llegar a inaugurarlo. El SARS-CoV-2 aterrizó en el país cuando lo tenía "todo prácticamente listo para abrir", echando por tierra el apoyo financiero previsto y privándole de casi todas las ayudas por ser una aventura empresarial que no había empezado a rodar.

"Tuve que hacer yo misma las cosas que me faltaban y hacer distintas estrategias para aguantar. Al principio solo abrimos la parte de la hostelería, estuvimos mucho tiempo sirviendo comidas a domicilio para la población de Vilaboa, hacía tartas y las repartía... Tuve que dar mil vueltas para poder sobrevivir, porque si no, caída en picado. Cuando la cosa bonita todo el mundo ayuda, pero cuando no... Muchas puertas se cerraron delante de mis narices", señaló este sábado.

La relajación de las medidas permitió abrir la zona de ocio infantil y con el paso del tiempo la empresa terminó posicionada como un referente del sector en la comarca. De hecho, la plantilla inicial eran tres personas y hoy ya son 13 los trabajadores que operan en la nave, de 2.000 metros cuadrados.

"Nos hemos hecho un hueco y desde el sábado tenemos abierta la entrada individual al parque . El aforo es del 75% y las dimensiones del local juegan a nuestro favor, pero debido a la inseguridad de las familias, no metemos más de 50 niños en el recinto", añadió a pregunta de este medio. Alejandra, profesora, psicomotricista y monitora, se está encontrando con niños que pisan "por primera vez" un parque de ocio infantil y también con muchas "secuelas" causadas por el covid.

"La pandemia ha afectado a las relaciones sociales, muchos incluso han perdido a sus seres queridos. Por eso es importante que los niños jueguen, que cooperen, e intentar recuperar la vida de antes. La salud mental es trascendental", defiende.

A Barca. El mundo de Sepo, el parque de ocio infantil del centro comercial A Barca, lleva cerrado desde marzo de 2020 y por el momento no hay fecha cerrada para retomar la actividad. Su propietario, Serafín Portas, explica que las condiciones actuales todavía no aseguran "una rentabilidad mínima" y que la previsión es "abrir en el momento que tengamos claro que vamos a una normalidad que si no es del 100%, que sea del 90%. Sin grupos burbuja para poder ofrecer una actividad normal y con la mayor seguridad a clientes y empleados".

El local permanece cerrado desde marzo del año pasado y, según manifiesta el empresario, el impacto del covid "es clarísimo". La plantilla se vio afectada por un ERTE que continúa y los gastos fijos han seguido corriendo. La única salvedad es que el local es de su propiedad, "porque de los contrario posiblemente hubiéramos entregado las llaves. Es un local de 870 metros cuadrados que solo de comunidad implica un importante gasto".

En todo caso, Portas espera volver a abrir la sala en un plazo corto de tiempo y ayudar, junto las aperturas anunciadas de un nuevo Eroski y un gimnasio, "a que el centro comercial vuelva a sus mejores tiempos".

Por el contrario, Camelot Park, ubicado en el último piso del supermercado Froiz de Fernández Villaverde, aun no tiene fecha prevista de reapertura, y muchas empresas de animación infantil todavía intentan remontar el golpe de la pandemia.