Un jaguar en el salón

Crónica del concierto que Xoel López ofreció el 19 de abril en la Sala Karma de Pontevedra

Xoel López durante su concierto en la Sala Karma de Pontevedra. RAFA FARIÑA
photo_camera Xoel López durante su concierto en la Sala Karma de Pontevedra. RAFA FARIÑA

Como si estuviera en el salón de su casa. Como si cada canción fuera el arranque de una nueva ilusión. Así comenzó en la noche del jueves el concierto que celebraba los doce años de la Sala Karma, ese tipo de salas necesarias para la música y que el propio Xoel López alabó en su despedida por la importancia de estos espacios para la salida de nuevas bandas y para su propia carrera.

La primera música que sonó fue la que da inicio a su nuevo disco, ‘Sueños y pan’, ese Jaguar, que es su propio hijo, la mejor manera de romper los espejos de la autogloria y el camino para darse cuenta de lo importante de la vida. Pero ese jaguar también es el propio Xoel López cada vez que se ve reflejado en esos ojos, una fiera musical que no entiende de grandes o pequeños escenarios, sólo de música y de su capacidad para vibrar con ella y conectar con un público rendido de antemano a través de unas canciones portentosas, muchas de ellas las de este nuevo disco brillante, pero también otras que vienen de años atrás y de geografías transoceánicas. De ricas mezclas de sonidos, de contactos con otras tierras pero siempre con la mirada puesta en su Galicia natal. En A Coruña, por supuesto, desde cuya playa se descubre el horizonte de la sinceridad, pero también en rincones como Pontevedra a la que en la noche cumpleañera del Karma alabó por lo linda que estaba y por su proceso de cambio físico (y también mental, diría yo) que la sitúa en el número 2 de sus preferencias para vivir. Ahí queda eso. Y ahí queda un concierto de esos inolvidables, sobre todo por las dificultades añadidas, por un trío que fue menos trío, por la pérdida de un teclista ausente por enfermedad que hizo que el músico se multiplicase y estuviese eso, en plan músico. Guitarras, teclados, armónica, maracas o la propia caja de la guitarra le sirvieron para sacar notas, para gestionar emociones y para acompañar esas letras que se van fijando en la memoria y en el alma de varias generaciones.

Porque en los salones es donde se hacen los músicos y a donde siempre quieren volver los jaguares para amar la música y poseerla en una intimidad que en Pontevedra se convirtió en complicidad con los presentes

Y es que el jueves había público de muy diverso pelaje en un concierto que comenzó a caldearse caminando Por el viejo barrio, pistoletazo de salida para fusionar temas de sus discos anteriores Atlántico y Paramales, con los recién llegados que fueron los protagonistas de la noche. Como ese Insomnio cuya letra desgraciadamente se hizo realidad para su autor, y es que en ocasiones las letras son premoniciones, mientras otras son resumen de lo vivido como ese Madrid que, a poco que pase el tiempo, se convertirá en uno los himnos musicales de la capital. Y pese a que la primavera se hacía sitio en el exterior en el interior llovían los dardos de los poetas y los pianistas comenzaban a disparar. Era Balas otra de estas nuevas canciones que fundamentan un disco que se convertirá en el mejor de un Xoel López que ha sabido integrar lo de allá en lo de acá, de una manera natural, como si el Atlántico fuera un charco después de una tarde de tormenta. Un charco en el que verse, en el que reflejar al joven que gracias a sus padres, este viernes presentes en la propia sala, escuchaba la mejor música gracias a la que esos padres hicieron sonar en otro salón, quizás no muy diferente del del jueves. Porque en los salones es donde se hacen los músicos, y a donde siempre quieren volver los jaguares para amar la música y poseerla en una intimidad que en Pontevedra se convirtió en complicidad con los presentes.

El concierto iba fluyendo, caudaloso, y Xoel López seguía creciendo con este concierto de cercanías, de nuevas versiones de temas como ese Todo lo que merezcas que cautivó al público que ya era uno con el propio músico que había dejado para el final este tema (tras el inesperado y estremecedor El amor valiente) con el injerto de un Bailaches Carolina? que dejó el concierto en su punto más álgido y emocionante, y con otra exhibición musical que demostró que si sus letras son extraordinarias su capacidad musical ha ido creciendo con esas conexiones con ritmos y sones de otras latitudes, porque la música, y hasta la propia vida es eso, nuevos conocimientos que se adaptan a nosotros mismos para seguir creciendo y Xoel López no para de crecer y de regalar canciones y músicas como las que brotaron en una noche de una bendita primavera en Pontevedra.

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