Once años después de que el colectivo Pedaladas lanzase la idea, la construcción de una Vía Verde de 56 kilómetros que uniese Vilagarcía con Vigo por senderos y tramos de vía del tren ya en desuso continúa sin ser una realidad. Pero mientras la parte norte del proyecto empieza a ver la luz al final del túnel, el sur continúa atascado con el aletargamiento provocado por Adif y sus reticencias a liberar el trazado férreo que ya no utiliza.
Los primeros en hacer los deberes fueron Vilagarcía, Caldas y Portas, que decidieron pasar del papel a los hechos, gracias también al refuerzo de Deputación y Xunta. El esfuerzo permitió, hace ahora dos años (en agosto de 2020), inaugurar una ruta entre la localidad arousana y la antigua estación de Portas, de 9,2 kilómetros de longitud, que discurre entre bosque atlántico, vegetación de ribera y tierras de cultivo.
Pontevedra, por su parte, también se puso manos a la obra y diseñó un trazado urbano que abarca desde el límite con Barro (en A Xunqueira de Alba) hasta la estación de tren, y que tiene al viejo puente sobre el Lérez en Monte Porreiro como eje neurálgico.
De hecho, la inminente rehabilitación del viaducto para el disfrute social supone una reactivación de la Vía Verde, al menos en cuanto a la conexión norte.
Iván Puentes, concelleiro de Medio Ambiente y alma máter de este proyecto, puntualiza que "tras el parón del verano, para que las obras no afectasen a la actividad en la playa fluvial, el inicio de los trabajos es cuestión de días".
ANTES DE FIN DE AÑO. La intervención permitirá recuperar una estructura que lleva en desuso desde 2014, tras la inauguración de la nueva línea del tren, y contempla dos formas de llegar a ella: una senda en zigzag y unas escaleras de madera que saldrán desde el entorno de la playa fluvial. Su presupuesto ronda los 200.000 euros y el plazo de ejecución es de tres meses, por lo que debería estar terminada antes de que acabe el año.
Una vez terminada, se ofrecerá para el disfrute de la ciudadanía como mirador o zona de esparcimiento, pero su aislamiento limita bastante su potencial. De ahí que Iván Puentes considere fundamental darle continuidad a esta mejora con la creación de dos nuevos itinerarios con salida desde el puente: una en dirección a Lérez, hasta el centro de salud y que permitiría visitar el monasterio, y otra hacia la Xunqueira de Alba, aprovechando rutas preexistentes y el Camino de Santiago.
Una vez completada esa fase, Pontevedra presumiría de Vía Verde hacia el Norte y la conexión con la de Vilagarcía solo estaría pendiente de que Portas y Barro consigan la financiación necesaria para desarrollar su parte.
La prolongación hacia el Sur está algo menos avanzada pero no por voluntad política sino por los engorrosos trámites administrativos. El responsable de Medio Ambiente aclara que la memoria ya está presentada y la Fundación de Ferrocarriles Españoles anunció en Fitur que se encargará de redactar el proyecto, tal y como hizo con la Vía do Salnés.
La intención es que la nueva senda salga del puente del tren de Monte Porreiro y siga por la avenida de Bos Aires, "aprovechando la intención de suprimir carriles de circulación". Al llegar a los terrenos de Tafisa subiría hacia Valdecorvos y ahí enlazaría con una nueva zona verde prevista en Ernesto Caballero.
Pero ahí es donde surgen las trabas, puesto que ese gran jardín es consecuencia de una sentencia ganada por el Concello, que ahora deberá expropiar los terrenos. Y en esa fase se encuentra. "Mientras no se complete el proceso, llevaremos la Vía Verde por las aceras de José Malvar hasta la pasarela", puntualiza Puentes.
La parte final del trazado bordea los nuevos Juzgados y discurre por la parcela de A Parda donde se iban a construir las piscinas hasta llegar a la estación del tren.
En conjunto, el tramo urbano de la Vía Verde tiene un presupuesto que ronda el millón de euros. "La parte del puente se financia con fondos Edusi y el resto con fondos Next Generation", aclaró el edil socialista.
LAS TRABAS DE ADIF. La agilidad que el proyecto está recibiendo hacia el Norte contrasta radicalmente con la prolongación hacia Vigo. Y todo por las reticencias de Adif a liberar los tramos de vía que ya no utiliza entre Pontevedra y Arcade, engullidos desde hace años por la maleza.
El gestor ferroviario justifica sus trabas en la posibilidad de que en el futuro necesite ese ramal para el transporte de mercancías y no obstaculizar así el paso de los viajeros. Pero todos los alcaldes implicados consideran fuera de lugar esas dudas, puesto que al tratarse de un tramo tan corto (menos de diez kilómetros) compartir vías implicaría una espera no superior a los 15 minutos.
Esta situación provoca que la pretensión de unir Vilagarcía con Vigo por una senda ecológica esté ahora mismo "en vía muerta".
