"Vivir aquí no tiene precio"

Social ▶ Dejó su Irlanda natal para irse a Madrid. "Disfruté mucho allí. Pero con la covid di un gran cambio a mi vida", dice Brendy Boyle, periodista. En 2021 se mudó a la Boa Vila atraído por su modelo urbano. "Cuando visitamos la ciudad por primera vez supimos que este era nuestro sitio. Pontevedra es un lugar ideal para tener hijos". Dicho y hecho. Su pequeña Anna acaba de cumplir ocho meses.
Brendy Boyle con su hija Anna y su mujer Larissa Boulhosa en el Paseo de Antonio Odriozola, al lado de la Praza da Ferrería. DAVID FREIRE
photo_camera Brendy Boyle con su hija Anna y su mujer Larissa Boulhosa en el Paseo de Antonio Odriozola, al lado de la Praza da Ferrería. DAVID FREIRE

Tuitea casi a diario fotos de calles, plazas y otros rincones de Pontevedra. Siente "adoración" por la ciudad, que promociona a través de sus redes sociales. Hasta el punto de que algunos de sus seguidores, principalmente del Reino Unido, han visitado la capital de las Rías Baixas por sus publicaciones. "Ha habido gente del Reino Unido que ha venido aquí tras ver los tuits", asegura Brendy Boyle, que trabaja como periodista.

Este joven irlandés, de 34 años, dejó su Irlanda natal en 2016 para irse a Madrid. "Estaba harto del clima, de los precios y de la vida en Dublín. Madrid fue un gran cambio para mí. Disfruté muchísimo de la vida allí. Pero con la covid decidí dar otro gran cambio. Quería tener una mejor calidad de vida y formar una familia", explica.

Brendy tenía claro que quería establecerse en Galicia. Y en el primer verano de la pandemia, en 2020, visitó tres ciudades de la comunidad: Vigo, Santiago y Pontevedra. El flechazo fue con esta última. "Cuando visitamos la ciudad por primera vez supimos que este era nuestro sitio. Solo nos hizo falta estar medio día aquí", destaca.

La "tranquilidad, el poder moverse sin mirar si viene algún coche, el tener todo a cinco minutos andando y la amabilidad de la gente" fueron algunos de los motivos que llevaron a Brendy y a su mujer, Larissa Boulhosa, a fijar su residencia en la Boa Vila. "Las tapas que te ponen con el café son muy grandes. Y esos detalles también ayudan", bromea.

En Madrid tienes que coger el metro, el bus o el coche. Aquí, si quiero quedar con un amigo estoy a cinco minutos andando.

El modelo urbano también fue determinante en la decisión de mudarse. "Vimos bastantes documentales y reportajes sobre la ciudad. Elegimos Pontevedra por la calidad de vida. Era una ciudad con fama de no tener coches innecesarios", apunta el joven periodista, originario de la ciudad irlandesa de Tralee.

La familia Boyle Boulhosa en las letras gigantes de Pontevedra. DAVID FREIRE
La familia Boyle Boulhosa en las letras gigantes de Pontevedra. D. FREIRE

La pareja reside en Pontevedra desde marzo de 2021. "Yo pude seguir con la empresa en la que empecé en Madrid gracias al teletrabajo. Me apoyaron muchísimo y me dieron flexibilidad. Bajo a Madrid cada mes para asistir a reuniones", comenta.

Brendy, que el mes pasado conoció al alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, durante una visita a la sede de Michelena 30, no cambia su vida en la Boa Vila por la de Madrid ni la de Irlanda. "Como me dijo una vez mi amiga Bárbara García, dueña de El Toro, Pontevedra es el pueblo más grande del mundo. Aquí tengo amigos y la gente me conoce en los bares. Viviendo en Madrid, si quieres ir desde Chamartín a Lavapiés tienes que coger un metro y luego un bus o un coche. Y tardo una hora. Aquí, si quiero quedar con un amigo estoy a cinco minutos andando. No pierdes tiempo en metro, en coche o en autobús. Vivir aquí no tiene precio. Es un lujo", reivindica. También le pone deberes: "Esta ciudad es mejor para caminar que para montar en bicicleta. Yo mejoraría la conexión ciclista".

Esta ciudad es mejor para caminar que para montar en bicicleta. Yo mejoraría la conexión ciclista.

Este treintañero afirma además que "Pontevedra es un lugar ideal para tener un hijo". Su pequeña, Anna, cumplió este domingo ocho meses. Nació el 2 del 2 de 2022 a las dos de la madrugada en el Hospital Provincial. "Las enfermeras fliparon. Y nosotros también. Ya tenemos número para la lotería de Navidad", recuerda entre risas.

En su etapa como padre hay algo que le sorprende. "A esta ciudad le encantan los niños. Cada día nos paran por la calle para preguntarnos por nuestro bebé y para decirnos qué bonita es. El cariño de las personas, de los abuelos y de las abuelas es increíble. En Irlanda no existe esta cercanía. La ciudad nos ha recibido con los brazos abiertos", subraya. Y además "no llueve tanto como dicen".

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