Los voluntarios que recogen tapones piden más compromiso para su transporte

A pesar de que muchas personas guardan los plásticos, pocas se comprometen a llevarlos a los puntos de recogida

La Taponeta Solidaria en el colegio Doroteas. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (ADP)
photo_camera La Taponeta Solidaria en el colegio Doroteas. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (ADP)

Los voluntarios en la recogida de tapones solidarios piden ayuda. No dan abasto para recoger todas las tapas plásticas que los ciudadanos guardan para donar y conseguir fondos que se destinarán a causas justas. Así lo explica Enrique Magdalena, voluntario del proyecto Taponeta Solidaria, que asegura que "la gente está comprometida, pero pretende que le recojan los tapones en la puerta de casa".

Al problema del transporte se une también el del almacenaje. Así, algunos establecimientos colaboradores no cuentan con demasiado espacio para guardar todos los tapones durante un tiempo. El transporte requiere de mucho tiempo y dinero, debido al gasto en combustible, por eso la Fundación Amigos de Galicia y la propia Taponeta Solidaria hacen viajes para recoger el plástico, lo que no significa que puedan acudir a todos los lugares desde donde los llaman. De este modo, Magdalena propone que surjan iniciativas para llevar el material para reciclaje a las naves de las ONG y colectivos colaboradores. "Está bien que un colegio recoja tapones pero, por ejemplo, podría también organizar una caravana de coches de padres que se reúnan un día para llevar los tapones a un almacén", explica.

Hay que tener en cuenta que para reunir una tonelada de tapones hay que ocupar una gran superficie. En concreto, es necesario llenar un furgón por el que te van a pagar un valor de 250 euros», cuenta Magdalena.

A pesar de las dificultades, en Pontevedra los voluntarios que trabajan recogiendo tapones piensan continuar con su actividad. "Esto transmite valores muy importantes, como el trabajo en equipo y la solidaridad", indica Magdalena.

BAIXO MIÑO. Sin embargo, en otros puntos, el fenómeno de la recogida de tapones sí ha desgastado a los voluntarios de otras organizaciones. Recientemente, el presidente del Banco de Tapóns do Baixo Miño, Carlos Balea, anunciaba su renuncia sin que hubiese ningún voluntario para sustituirle al frente del colectivo.

"No puedo pasarme todos los fines de semana separando tapones y haciendo viajes en coche para llevarlos de un lado a otro", explica. En los seis años que lleva en marcha, esta asociación ayudó a 30 niños con donaciones de entorno a 3.000 euros, siete de ellos en los últimos meses.

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