Volver a bailar

Las academias de baile y escuelas de danza de Pontevedra comienzan a reabrir tímidamente con preocupación por la seguridad y la esperanza en recuperar cierta normalidad en septiembre
Adrián Esperón (a la derecha) en la sala que ha dividido por parcelas para poder dar clase. RAFA FARIÑA
photo_camera Adrián Esperón (a la derecha) en la sala que ha dividido por parcelas para poder dar clase. RAFA FARIÑA

"Creo que nos sentimos todas un poco olvidadas por la administración", dice Rosalía Puga, de la escuela Talento. "Estamos muy preocupadas por cómo reabrir y, sobre todo, muy pendientes de cómo evoluciona la situación porque toda nuestra esperanza está puesta en poder recuperar la normalidad en septiembre. No la nueva normalidad, la normalidad. Si no, no sé qué va a pasar. Es difícil imaginar que podremos salir adelante con clases de quince personas reducidas a clases de cinco".

Rosalía Puga con el gel hidroalcohólico en su academia. RAFA FARIÑA
Rosalía Puga con el gel hidroalcohólico en su academia. RAFA FARIÑA
 

No son exactamente centros deportivos y tampoco educativos y eso ha llevado a las academias de baile y a las escuelas de danza a permanecer en una especie de limbo durante la desescalada del estado de alerta decretado en marzo tras la expansión del coronavirus. Esta semana, algunas se han decidido a reabrir en Pontevedra. Lo hacen tímidamente, con clases con aforo muy reducido para adultos y medidas de seguridad. Las que imparten clases infantiles han decidido, casi todas, esperar a septiembre. Es el caso de la escuela de danza Déborah, que dirige Déborah Alfaya. "He decidido reabrir a mediados de agosto para los mayores y en septiembre, con el inicio del curso, para los más pequeños", explica. Mientras tanto sigue funcionando online, con clases a través de la plataforma Zoom, que dice que han tenido buena aceptación por parte de su alumnado, aunque lo han reducido a la mitad. "No todos tienen acceso a internet o un espacio adecuado para la clase, pero, sobre todo, lo que más me dicen es que están desbordados por las tareas que tienen que hacer para el colegio o el instituto".

Déborah Alfaya. Escuela de danza Déborah
"No todos los alumnos tienen acceso a internet o un buen espacio para asistir a clase online. Y lo que más se repite es que están desbordados con las tareas del colegio"

Amelie Trotet, de Danz-it, tiene exactamente la misma experiencia. "Yo misma, que tengo niñas pequeñas, entiendo perfectamente esas circunstancias a las que se refieren las familias porque las vivo en casa". En su caso, empezó la cuarentena tratando de impartir clases online, pero finalmente se inclinó por compartir tutoriales. "La vuelta a las clases, que son con niños y niñas, la dejo para septiembre. Ahora, de lo que se trataba era de hacer algo para que viesen que la danza seguía ahí. Lo importante es que su amor por la danza no disminuya".

GRUPO DE WHATSAPP. Déborah Alfaya y Amelie Trotet forman parte de un grupo de WhatsApp que funciona desde finales de marzo y que agrupa a algunas de las escuelas de danza más importantes de Pontevedra. Están, por ejemplo, Vaganova, Fita Novas y Gothic Circus. "Lo creamos para apoyarnos las unas a las otras, para hacer una especie de frente común, para compartir preocupaciones y soluciones", cuenta Alfaya. "Porque nosotras somos las más interesadas en que nadie se contagie en clase ni en contagiarnos nosotras. Queremos hacer las cosas bien y que todo sea lo más seguro posible". Lo mismo dice Trotet: "Lo que más me preocupa ahora mismo es la posibilidad de que haya un rebrote. Por eso, entre otras cosas, he decidido esperar para volver, para hacerlo con las máximas garantías. No se puede plantear una clase de baile con mascarillas".

Adrián Esperón. Pontebaile
"Hay gente que tiene muchas ganas de volver, pero otra que prefiere no hacerlo porque tiene miedo o es población de riesgo. Y hay quien tiene dudas sobre su situación económica y prefiere esperar a septiembre"

DEUDAS. En ese mismo grupo de WhatsApp también está Rosalía Puga, de Talento. Ella sí que reabrió este lunes su centro, pero solo con un par de clases de tonificación para adultos. Las imparte a grupos muy reducidos, con cambio de calzado para entrar en clase y desinfección de manos y pies. "Cuando tuvimos que cerrar, en marzo, tuve un bajón tremendo. Y también miedo por lo que podía pasar", cuenta. "Después, cuando me decidí a reaccionar, puse en marcha un canal de YouTube y empecé a compartir en él tutoriales de forma gratuita. Sentía que debía ser así, que estábamos todos en el mismo barco". Pero llegados a este punto, dice que ha decidido reabrir su escuela "porque tienes que seguir pagando la cuota de autónomos, tienes que seguir pagando el alquiler...". "Puedes acumular deudas hasta un punto, pero no indefinidamente". Puga dice haberse marcado como prioridad mantener a sus empleados y la escuela abierta. "Me preocupa mucho qué va a pasar a partir de septiembre. ¿Si la situación no se normaliza, cómo podremos trabajar? ¿Subiendo los precios y convirtiendo esto en una opción solo para familias con mucho dinero? Yo no quiero eso".

Rosalía Puga. Talento
"Estamos muy preocupados por cómo evoluciona la situación. Es difícil imaginar que podremos salir adelante con clases de quince personas reducidas a clases de cinco"

Adrián Esperón, de Pontebaile, también reabrió el lunes su academia. "Hemos parcelado la sala de baile y habrá que entrar en ella cambiándose de calzado y desinfectando las manos. Por supuesto, en los espacios comunes, fuera de esa sala, habrá que usar mascarilla. Y no habrá ningún tipo de contacto entre los alumnos", explica. Él, como Rosalía Puga, señala que el confinamiento ha echado por tierra una temporada que suele funcionar bien, la primaveral, y reabre para no dejar pasar "otro mes en blanco, porque en verano, la verdad, siempre hay un bajón". "La gente se va de vacaciones o quiere descansar, los niños están con los abuelos o en campamentos... Julio y agosto no son buenos meses para nosotros", concuerda la responsable de Talento.

Esperón, que ha pasado la cuarentena compartiendo vídeos online para mantener el contacto con los alumnos, dice que cuando anunció la reapertura del centro hubo reacciones de todo tipo. "Y lo entiendo perfectamente. Hay gente que tenía muchas ganas de volver, pero otra que prefiere no hacerlo porque tiene miedo o es población de riesgo. Hay quien ahora tiene dudas sobre su situación económica y prefiere esperar a septiembre. Nosotros aquí estamos. Porque también es importante dar pasos de cara a la recuperación de la vida y de la alegría".

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