Y Pachi recuperó la vida

Dos viandantes lo reanimaron tras sufrir un infarto. Ambos volverían a repetir la acción
Agentes de la Policía Local y la ambulancia, en el lugar del suceso, el pasado sábado
photo_camera Agentes de la Policía Local y la ambulancia, en el lugar del suceso, el pasado sábado

El pasado sábado, Eduardo y su mujer se disponían a acudir al entierro de un amigo fallecido cuando, en la Avenida de Vigo, se encontraron con un pequeño revuelo. "Habíamos parado para que mi mujer sacase dinero del cajero y vi pasar a ese señor corriendo", comenta Eduardo. El hombre que iba corriendo era Pachi, un vecino de Pontevedra que instantes después sufrió un infarto mientras practicaba deporte y que recuperó su vida gracias a dos personas anónimas que no dudaron en practicarle una reanimación cardiopulmonar.

Pachi se desplomó en plena calle y fue un barrendero el que evitó que cayese de un altura de siete metros. Él fue su primer salvador. Pero los que le devolvieron la vida fueron Eduardo, policía local de Pontevedra que lleva 24 años con una excedencia, y Jorge, sargento de artillería antiaérea. Tienen 54 y 25 años, respectivamente, y ninguno de los dos dudó ni un segundo en reanimarlo: tenían muy claro lo que debían hacer.

"Yo iba andando por la otra acera y vi que había un señor al que le tenían las piernas en alto y me acerqué por si podía ayudar. Ya habían llamado a la ambulancia y el otro hombre había comprobado que no tenía pulso y ya lo estaba reanimando. Me ofrecí a ayudarle. Yo realicé las compresiones y él las respiraciones hasta que llegó el médico", explica Jorge.

Eduardo, que fue el primero en actuar, recuerda que "el hombre ya tenía color mortem, estaba sin pulso y tenía la lengua para adentro. Yo había hecho un curso de primeros auxilios hace años y no lo dudé. Empecé el masaje cardíaco y el boca a boca y, al poco tiempo, se unió el militar, que se ofreció a ayudarme. Estuvimos en conjunto hasta que llegó la ambulancia".

TRANQUILOS. "Estaba muy tranquilo porque sabía lo que tenía que hacer. Hemos realizado muchas prácticas en el Ejército y lo que hice fue aplicar los conocimientos que me han enseñado. En ese momento lo que pensaba era que estaba con el muñeco de prácticas", comenta Jorge. Cuando volvió a la realidad, después de unos minutos de máxima tensión, sintió una "sensación única, que no había tenido nunca. Una mezcla de euforia y excitación" que se alargó durante toda la tarde y buena parte de la noche.

Para Eduardo, el tiempo se multiplicó. "Fueron 15 minutos pero me pareció una hora", dice. Tras su actuación el nerviosismo se entremezcló con una sensación de "sentirme útil, de haber ayudado a que este hombre pueda salir adelante, pero también de nervios por no saber cómo estaba". Este vecino de Pontevedra reconoce que este tipo de experiencias reconfortan porque "es un deber que tienes como ciudadano". Aunque en sus años de servicio tuvo que realizar alguna intervención parecida, Eduardo comenta que ya "no recordaba la sensación", pero tiene muy claro que "mañana lo volvería a hacer".

YA EN PLANTA. Tras la intervención de Jorge y Eduardo, a Pachi lo intubaron, lo subieron a la ambulancia y se lo llevaron al Hospital Montecelo. Desde el sábado y hasta este lunes por la mañana estuvo en la UCI. Su evolución ha permitido que lo trasladasen a planta, donde permanece desde este lunes. Eduardo, Jorge y Pachi no se conocían de nada. El destino cruzó sus caminos y ahora tienen una vivencia común, una historia compartida para contar. Y lo mejor de todo, con un final feliz.

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