Yoga por la India

El profesor francés de hatha Michael Beloso se suma esta semana desde Pontevedra a una iniciativa solidaria de Noelia Catalán a favor de una ONG en Rishikesh ► "En unos días organizaré otra clase solidaria con uno de mis profesores indios, Rajat Purwal", avanza
Michael Beloso, practicando en su centro de Pontevedra. DAVID FREIRE
photo_camera Michael Beloso, practicando en su centro de Pontevedra. DAVID FREIRE

Más de 400.000 contagios diarios y más de 4.000 muertes cada jornada. Con un sistema sanitario colapsado, la India se ha convertido en uno de los países a los que más duramente ha afectado el coronavirus. Las noticias y las imágenes que llegan desde el sur asiático han afectado especialmente a Michael Beloso, que viajó al país en 2019. Allí comenzó a formarse como profesor de yoga. Es una de las razones por las que, desde el centro en el que actualmente da clases en Pontevedra, Espacio M, se conectará con la iniciativa solidaria que coordina otra profesora de yoga, Noelia Catalán, amiga suya. "Ella ofrecerá unas clases en línea desde donde está actualmente, en México. Nos conectaremos desde nuestra sala para seguirlas y animamos a todo el mundo a hacerlo y a colaborar con lo que pueda".

Las clases tendrán lugar el sábado 15 y el lunes 17 de mayo, a las 19.00 horas. Todo lo que se recaude irá destinado a una ONG que trabaja con niños, la Fundación Happy Faces, en Rishikesh, ciudad del norte de la India donde Catalán residía la mayor parte del año hasta la irrupción de la pandemia. "Está deseando volver", dice Beloso, que al mismo tiempo está preparando una iniciativa solidaria propia. "Será dentro de unos días. Organizaré una clase directamente desde la India a cargo del que fue uno de mis profesores allí, Rajat Purwal, que practica ashtanga (un tipo de yoga dinámico). De nuevo, todo lo que recaudemos se destinará íntegramente a apoyar la comunidad local india".

REINICIO. Nacido en Francia, Michael Beloso se dedicaba al ámbito de la comunicación institucional en Madrid hasta que decidió dar un giro a su vida y dedicarse a la enseñanza del yoga. "Empecé en noviembre de 2019 en Pontevedra. Luego llegó la pandemia y lo tuve que parar todo. Lo reinicié en verano poco a poco y ya de forma definitiva en septiembre. El pasado febrero me instalé en este espacio de la calle Michelena", cuenta.

La suya no es una historia marcada por el estrés o la ansiedad en el trabajo. "Para nada. Me encantaba mi trabajo. Pero simplemente me di cuenta de que no me llenaba". Eso fue poco después de usar una excedencia de seis meses para viajar y acabar en la India. "Empecé a practicar yoga por casualidad. Quise probar porque estaba tan de moda y la gente que lo practicaba estaba tan contenta que me llamó la atención. Empecé con una clase a la semana, luego dos... La semillita fue creciendo hasta que llegó un momento en el que fui consciente de que lo que estaba haciendo a nivel laboral no era suficiente para mí". Lo tuvo claro a la vuelta de la India. "A los dos días de reincorporarme a mi trabajo, supe que tenía que dejarlo". Lo hizo y se vino a Pontevedra.

"Como el yoga a mí me trajo tantas cosas buenas necesitaba compartirlo. Sigo descubriendo cada día que a nivel tanto físico como mental me aporta muchísimo", explica. "Te lo resumo en una frase que a mí me encanta de un maestro de la India, Iyengar: Si todo el mundo practicase yoga, las farmacias tendrían que cerrar". Al mismo tiempo, Beloso critica que en Europa y Estados Unidos se haya reducido el yoga a una práctica física cuando, según dice, es algo mucho más amplio y complejo. "En Occidente tenemos un concepto muy equivocado de lo que es el yoga. Todo se reduce a hacer posturas, a una especie de deporte. Pero es algo que va mucho más allá. El yoga tiene ocho ramas. Estamos practicando solo una, la física. Eso está bien, pero se necesita trabajar la respiración, la meditación, la relación con el mundo y contigo mismo...". Y pone un ejemplo: "El primer concepto del yoga es ahimsa, que significa no violencia, ni hacia los demás ni contigo mismo. Tanto física como verbal. Y esto lo estamos dejando totalmente de lado. No puede venderse solo el postureo. Es una pena que la gente piense que todo se reduce a venir a una sala a hacer posturas y se acabó. Es mucho más que eso".

Dice que esta es una de las primeras cuestiones que aborda en sus clases. "Lo primero que le digo a mis alumnos es que no miren ni al de al lado ni a mí. Cada cuerpo es diferente y lo primero de todo es respetarse a uno mismo. Seguramente llegarás a esas posturas que te parecen perfectas, pero quizás necesites tiempo o quizás tengas que hacerla adaptándola a tu anatomía y a tu propio cuerpo", comenta. "Por otra parte, hay muchos tipos de yoga. Cada uno debe encontrar el que le resulte más beneficios. El que mejor te siente es el que tienes que practicar".

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