La adicción al porno, un trastorno invisible

Según diferentes estudios, 1 de cada 10 menores accede a contenidos sexuales en la red

Una persona teclea en un ordenador. EP
photo_camera Una persona teclea en un ordenador. EP

La única forma de sexo que concibe Álvaro es a través de una pantalla. Álvaro, nombre ficticio de un joven de 23 años que ha accedido a hablar con este medio para contar algún detalle de su caso, es a simple vista un hombre común, moreno, con cierto sobrepeso y estudiante de Magisterio. Sin embargo, la mente de este joven esconde una adicción, invisible en una sociedad llena de tabús y prejuicios.

“A ver, eu non estou vendo porno todo o día, as xornadas que menos vexo pois podo mirar 5 ou 6 vídeos e as que máis 10”. Álvaro, a pesar de haber visitado a un especialista en una ocasión “obrigado pola miña nai”, no es consciente de que padece una enfermedad de conducta sexual compulsiva, una adicción al porno que él define como “un problema que non é tan grave” ya que “estou moi ben así”.

Este joven, como muchos otros, se inició en el consumo de porno con 11 años a través de webs como XVideos o Pornhub. El boca a boca entre amigos fue el que le llevó a tener su primera experiencia. A partir de ese momento, la mente de un niño que no estaba preparada para ciertos impulsos, acabó en un bucle que le ha conducido por un camino que aparentemente no es agradable.

“Eu miraba moito menos porno ata os 16 anos, foi nesta última temporada até os 23 cando realmente empecei a consumir moito máis. Aquí (señala un ordenador) teño todo o que quero en menos dun minuto e sen ningún esforzo. Xa che digo que eu así estou ben, é máis, eu cando estou mal é cando deixo de ver porno e teño que lidiar cos ‘idiotas’ do que podemos chamar ‘mundo real’”.

Ante esta situación es importante pedir ayuda y acudir a un profesional

El caso de Álvaro está en unos niveles altos de adicción, le cuesta hacer vida más allá del porno. Podría parecernos una anomalía, sin embargo esta situación comienza a ser cada vez más común entre los jóvenes, especialmente entre los hombres debido a que este tipo de contenidos están hechos por y para este género en su mayoría. A esto se debe añadir que existen una serie de estigmas sociales sobre la mujer que influyen en el consumo de porno. Hoy en día no existe la categoría médica para referirse a este problema como ‘adicción al porno’. Por primera vez en este 2018 la OMS ha dado un paso reconociendo la existencia de una Conducta Sexual Compulsiva en la que se enmarcaría este tipo de trastornos.

No es de extrañar que crezcan este tipo de casos en un mundo hipersexualizado en el que España es el duodécimo país que más visita Pornhub o 1 de cada 10 niños menores de 10 años acceden a este tipo de contenidos según las estadísticas.

A GOLPE DE ‘CLICK’. ¿Qué ha cambiado en el mundo del porno y en nuestra sociedad para que lo que parecía un problema muy reducido haya empezado a afectar a un gran número de jóvenes? La respuesta rápida es la expansión de Internet. Hoy en día casi todo el mundo posee un acceso a la red inmediato. En ella el 43% del contenido es sexual, 30.000 personas buscan porno cada segundo (según Hitwise) y páginas como la ya mencionada Pornhub reciben hasta 81 millones de visitas diarias.

Estos datos se producen en un sistema mediático en el que se tiende a ‘pornificar’ cada aspecto. El consumo de porno no es el problema, sino el consumo excesivo de estos contenidos y la continua sobreexposición a los mismos. Igualmente aberrante es el modelo predecesor al de esta sociedad de la ‘desinformación’, en el que el porno se reducía a revistas semiclandestinas y el sexo era un tema tabú en la mayoría de los círculos.

Sin embargo el problema que ahora nos atañe es el de este momento y no el de hace 60 años. Vivimos en una época en la que prácticamente nos vemos obligados a consumir porno. Especialmente preocupante es el caso de los menores. Como indica el director de Sociedade Galega de Sexología y psicólogo Emilio López Bastos, “los adolescentes tienen a un solo click la entrada no voluntaria a contenidos de pornografía que se pueden encontrar al estar navegando en páginas de descarga directa, juegos online, motores de búsqueda, blogs, por error, algún amigo o emails directos (de conocidos o desconocidos) Se podría afirmar que es mayor en chicos que en chicas”.

Cuanto más consumían, más se deterioraban sus conexiones cerebrales, acabando incluso por desarrollar menos materia gris en el cerebro

Una información publicada por Universidad de Navarra (UNAV) en 2015 señala que “existen estudios que revelan que el 34% de los jóvenes entre los diez y los diecisiete años afirma estar expuesto a contenido sexual online no deseado y el 75% de los sitios web que contienen material pornográfico exhiben anuncios visuales en sus páginas de acceso sin consultar antes la edad de quien visita el sitio web”.

El psicólogo Carlos Chiclana, indica que “sería de mucho interés contar con la responsabilidad social de los medios de comunicación, los publicistas, los programadores de televisión, las marcas de ropa, los diseñadores de videojuegos, etc. para promover una imagen de la persona sin sexualizar y para evitar pornificar la sexualidad, la estética, los valores y el éxito”.

LA ADICCIÓN. El consumo de porno está estandarizado, no obstante esto no supone en sí un problema. La incidencia grave está cuando se llega al punto de la adicción. Carlos Chiclana establece 3 niveles que debemos reseñar.

“En el primero se encuentran personas que consumen pornografía de modo esporádico, de modo recreativo. Es una situación que queda fuera de la atención profesional; tiene sus consecuencias personales, morales, sociales, éticas, de mal aprendizaje de la sexualidad y de colaboración con la cultura de la violencia contra la mujer. Esa persona, si quiere, puede dejar de hacerlo con una decisión libre.

El otro extremo es aquel en el que la persona ha generado una dependencia y si no la consume presenta síntomas físicos de abstinencia. Estamos ante una adicción.

Entre medias están aquellas personas que hacen un uso problemático, de mayor o menor intensidad, porque lo emplean como modo de regular sus emociones, les ocupa demasiado tiempo, hacen gastos de dinero desproporcionado, afecta a su vida sexual con personas reales. Son conductas problemáticas que requieren de ayuda profesional o al menos de un plan estructurado y con ayuda concreta para salir”.

La adicción al porno es una enfermedad, un problema que tiene solución a pesar de estar invisibilizado

Mas debemos comprender cómo una persona llega a convertirse en adicto al porno. Según Emilio López Bastos “por la exposición continuada a estímulos sexuales y que de forma inmediata se satisfacen. La amplia variedad de estos estímulos visuales provocan cambios en los centros relacionados con el placer que a través de la dopamina aumenta el impulso sexual”.

Atendiendo a Gary Wilson, autor del libro Your brain on porn, el ser humano posee un sistema de recompensa que se ve afectado a través del porno. La dopamina forma parte de este sistema, creándonos una sensación de bienestar cuando realizamos ciertas acciones, que somos impulsados a repetir en el caso de que su resultado fuera positivo. El sexo es una de ellas, pero que a través del porno en la red se ve afectada. La necesidad del ser humano de reproducirse, de conseguir placer a través del sexo choca de frente con la posibilidad de en un click acceder de forma ilimitada e instantánea a estos contenidos.

De repente todo un proceso que implicaba una relación social, una empatía, una comprensión, pasa a deshumanizarse por completo. Además ahora la posibilidad de acceder a esa recompensa no tiene barrearas. No obstante a medida que la persona se va convirtiendo en adicta, los circuitos de su sistema de recompensa se van estropeando y haciendo que cada vez necesite más y emociones más potentes para conseguir el placer necesario.

Probablemente lo descrito en el párrafo anterior nos recuerde al vía crucis por el que pasa un drogadicto. Y es que según un estudio de la Universidad de Cambridge estas dos adicciones producen el mismo tipo de respuestas en los seres humanos. Una adicción al porno es realmente grave y produce una serie de efectos devastadores para la persona.

APARTADO DE LA REALIDAD. El exceso en cualquier ámbito de nuestras vidas es peligroso, cualquier beneficio posible se torna en una gran cantidad de problemas graves cuando nuestro consumo se convierte en adicción. En el caso del porno tiene una serie de efectos en la persona que la apartan de la realidad.

Carlos Chiclana nos habla de 5 ámbitos en los que se pueden dividir estos efectos:

"- Personales: Malestar, modo distorsionado de entender la sexualidad, baja estima y sufrir humillaciones o desprecios.

- Económicos: Pérdida de tiempo, dinero y de empleo.

- Interpersonales: Rupturas de pareja, perder la confianza de alguien, dificultades en las relaciones y dañar.

- Salud: Enfermedades de transmisión sexual, mala calidad relaciones sexuales y disfunciones ejecutivas.

- Miscelánea: Problemas legales, irresponsabilidad, abandono de objetivos y expulsión de organizaciones".

Para los menores, Emilio López Bastos indica que “supone la construcción de modelos mentales que afectan a la erótica ya que no existen experiencias que no sean a través de la pantalla y la masturbación”.

¿Qué consecuencias negativas te genera el uso del porno? ¿Dificultades sexuales (problemas de erección, falta de excitación…)?

Incluso en círculos en los que se presupone un uso responsable y beneficioso del porno, como una pareja de adultos, se puede volver peligroso. Atendiendo a la publicación ¿Qué efectos tiene la pornografía en la relación de pareja?, de la psicóloga y sexóloga Esther Fuentes de Diego, vemos que el porno puede estimular y enriquecer una relación. Sin embargo cuando el consumo desemboca en una adicción nos encontramos con una serie de problemas como los siguientes: Frustración, expectativas irreales, inseguridad, miedo al fracaso, infelicidad y en definitiva una destrucción de la confianza de la pareja, que se siente traicionada.

La investigación del Centro de Psicología del Ciclo Vital de Berlín incluso nos habla de que ciertas zonas cerebrales se ven afectadas negativamente cuando el consumo de porno se torna en adicción. En su experimento emplearon 64 hombres de entre 21 y 45 años que eran sometidos a 4 horas semanales de porno. Cuanto más consumían, más se deterioraban sus conexiones cerebrales, acabando incluso por desarrollar menos materia gris en el cerebro.

Este deterioro nos puede conducir a una desconexión entre cerebro y genitales, lo que conlleva problemas de erección y una consiguiente falta de confianza que alimenta la tendencia a evitar relacionarse con otras personas para conseguir sexo. En el caso de los hombres esto de suma a un estereotipo social, propio de este sistema patriarcal, en el que la masculinidad va acompañada del mantra “no puedo fallar”, lo que conduce al enfermo en el porno, porque allí nada “puede fallar”.

HAY UNA SALIDA. La adicción al porno es una enfermedad, un problema que tiene solución a pesar de estar invisibilizado. La ayuda de un profesional es clave para poder salir de este bucle. El caso de Álvaro que veíamos al principio de este reportaje no es un ejemplo de buena praxis, minimizar la incidencia y huir del tratamiento solo llevará al enfermo a continuar en su adicción.

Carlos Chiclana apunta que “es necesario realizar un abordaje integrador. Se pueden emplear fármacos que traten algunos de os síntomas que acompañen (impulsividad, obsesividad, exceso de deseo sexual), pero lo principal es la psicoterapia con la persona afectada y, si fuera posible, con apoyo de la pareja. Los grupos de ayuda como Sexólicos Anónimos complementan muy bien el trabajo clínico, e incluso puede ser el único abordaje”.

Emilio López Bastos refuerza estas declaraciones indicando que “sería recomendable el acompañamiento por parte de un profesional y seguir una terapia cognitivo conductual que a través de distintas herramientas consigue una vivencia y experiencia personal de la sexualidad mucho más positiva y satisfactoria. Es imprescindible evitar el consumo de pornografía”.

Sylvia de Béjar, especialista en sexualidad y en relaciones de pareja, en su publicación Un mes sin porno, ¿te atreves? formula una serie de preguntas que pueden servir a una persona o a sus allegados para ser conscientes de su adicción al porno:

"– ¿Tu afición está dificultando tus posibilidades de convivir sexualmente en pareja o de mantener una relación sana?

– ¿Está afectando tu autoestima?

– ¿Está influyendo drásticamente en tus pensamientos sexuales, deseos y comportamientos?

– ¿Sientes que la cuestión se te ha ido de las manos, que te has vuelto dependiente, que estás compulsivamente enganchado al porno?

– ¿Cada vez lo necesitas más?

– ¿Qué consecuencias negativas te genera el uso del porno? ¿Dificultades sexuales (problemas de erección, falta de excitación…)?" 

En el punto en el que coinciden todos los expertos es en la importancia de ante una situación de este tipo pedir ayuda y acudir a un profesional para ser tratado. Este paso no es un motivo de vergüenza en ningún caso, sino la acción de poner la primera piedra para construir una vida mejor y abandonar una falsa realidad.

La educación sexual en menores es fundamental para evitar este tipo de problemas
Una educación sexual correcta, en la que participen docentes, padres y alumnos, se muestra como un modo de prevención efectivo de este tipo de trastornos en la adolescencia.

La formación correcta en las conductas y en los modelos sexuales de los cerebros de los jóvenes, posibilita que los menores adquieran comportamientos de este tipo sanos y puedan combatir las tendencias a la adicción.

Emilio López Bastos apunta que “la educación sexual formal hace hincpié y profundiza a lo largo de toda las etapas en aspectos biológicos, psicológicos, afectivos, sociales, culturales, éticos, legales y jurídicos que ayudarían a la construcción de una visión de la sexualidad mucho más positiva y saludable”.

Por su parte Carlos Chiclana indica que “es esencial que los padres tomen la palabra y, además de la educación sexual desde la infancia en el hogar, promuevan también la formación sexual en el colegio y el instituto”.

A través de esta herramienta se puede evitar que el primer contacto de un menor con el sexo sea a través de un vídeo porno, con las consecuencias negativas que eso conlleva.

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