Amflora, el nuevo visitante transgénico de los campos europeos

La Unión Europea rompe con 12 años de ''moratoria'' en el uso de cultivos de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) con la autorización de una patata transgénica. Esta planta, conocida como Amflora, está, en teoría, destinada a la alimentación de animales, a la fabricación de papel y a la industria de biocombustibles, pero la propia Comisión Europea (CE) autoriza su presencia en la dieta alimentaria de los humanos en un 0,9%.

De este modo, los genes manipulados de patata llegarán a tener presencia en el plato por la vía de la carne animal, mediante la hibridación con las patatas tradicionales y la contaminación de los alimentos. La CE permite hasta un máximo del 0,9% (por ingrediente) sin necesidad de que se indique en la etiqueta.

Amflora es el producto estrella de la multinacional alemana BASF, uno de los mayores grupos químicos del mundo. Esta patata contiene alteraciones genéticas que, según informa la empresa, producen un mayor porcentaje de almidón en las plantas. También produce, según los colectivos ecologistas, un gen de resistencia a los antibióticos.

Negociación sin debate
Diversas organizaciones ecologistas a nivel europeo y también otras a nivel local como Amigos da Terra y Adega, además del Sindicato Labrego Galego, denuncian que la negociación que ha permitido que se apruebe el cultivo de Amflora se realizó a 'puerta cerrada' y sin dar lugar al debate entre los comisarios.

El comisario europeo de Sanidad, John Dalli, ha insistido en que este OGM tiene informes favorables de la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (AESA). Pero 'Amflora' ha tenido, desde el inicio de su tramitación en 2004, informes variables en la remisión del expediente a la AESA, que también publicó informes en coordinación con otras agencias europeas, la EMEA (medicamento) y ECDC (control de enfermedades). El problema fue la resistencia a los antibióticos de la patata, por lo que ha habido muchos análisis.

Las organizaciones que se oponen al uso de este tipo de cultivos aseguran que esta negociación poco transparente se debe a las presiones que ha ejercido la multinacional BASF, principal intersada en que se autorice su producción.

Peligro para la patata tradicional
El cultivo de Amflora, aunque no sea directamente para consumo humano, acabaría afectado de igual forma. Desde el Sindicato Labrego Galego denuncian que su uso para alimentar al ganado acabará provocando que las modificaciones genéticas lleguen a todas las mesas. Además sus semillas contaminarán la producción de las patatas tradicionales e incluso pueden llegar a afectar al sello de calidad que ha conseguido este tubérculo en Galicia.

Ante esta situación la secretaria de Medio Ambiente, Terra e Montes del SLG, Charo García Parga, anuncia que la única alternativa que le queda al agro gallego es llevar a cabo una campaña de transparencia informativa y presionar al Estado español para que se acoja a la cláusula de salvaguardia de cultivos transgénicos. ''Alemania, que es el país donde este monstruo químico tiene la sede, ya se ha declarado como zona libre de transgénicos, al igual que Francia''.

Amflora, que según el sindiato agrario supone una gran amenaza para la producción de patatas tradicionales gallegas, ha visto la luz a la legalidad durante la presidencia española en la Unión Europea lo que no deja de ser una ironía que sea ''justo ahora cuando se promocionan esas semillas de la muerte''.

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