Aún en tierra de hombres

Su celebración no es nueva. Se remonta a hace más de un siglo. En 1857 tuvo lugar en Nueva York la primera marcha de mujeres trabajadoras de una fábrica textil en protesta por sus condiciones laborales. Años más tarde, en la misma ciudad, otro grupo de trabajadoras, costureras industriales, quisieron repetir la proeza de defender sus derechos en la calle.

Varias fábricas se declararon en huelga: querían cobrar más, trabajar menos horas y erradicar el trabajo infantil. Tal 'osadía' les costó la vida: el 8 de marzo de 1908 y tras un paro pacífico, 129 mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, provocado por sus dueños. Para recordarlas, la ONU declaró en 1977 el 'Día Internacional de la Mujer Trabajadora'.

Tampoco su historia es nueva. Desde entonces y hasta hoy, cada 8 de marzo la memoria de aquellas mujeres llena páginas en los periódicos y saca a la calle centenares de pancartas. ¿Las reivindicaciones? Nil novum sub sole. Un siglo más tarde, siguen siendo las mismas.

Discriminación y desigualdad, el pan de cada día
La equiparación social no sólo no prospera al ritmo deseado, sino que en muchos ámbitos retrocede. En pleno siglo XXI, las mujeres siguen muriendo a manos de hombres que viven en una nube de machismo de la que se niegan a caer, siguen siendo víctimas de empresarios que utilizan la letra pequeña de la ley para perpetuar desigualdades salariales injustas y pocas llegan a los puestos de poder dentro de un sistema anquilosado que le deja los peores trabajos. Hasta las condiciones de un despido transparentan la desigualdad entre hombre y mujer que impera en el terreno laboral.

En Galicia, este 8 de marzo no es como los demás. Una crisis económica que ha teñido de negro un panorama gris y un Gobierno a punto de estrenarse lo hacen diferente. Los sindicatos y, sobre todo, las mujeres miran hacia el otro lado en busca del compromiso de Alberto Núñez Feijoo.

Ser mujer en tiempos de crisis
"No queremos que la crisis la paguen las mujeres". Así, pisando fuerte, arranca una pequeña entrevista con Carme López Santamariña, mujer, trabajadora y sindicalista de la CIG. Carme vive entre cifras donde el sexo femenino no sale bien parado. En los últimos diez años la tasa de ocupación ha aumentado en más de diez puntos y se ha situado en el 42.3%.

"Un salto histórico" reconoce el sindicato. Pero... la cifra se sitúa casi a 20 puntos de distancia respecto al hombre y es una de las más bajas de la Unión Europea. Además, la ocupación de la mujer continúa siendo mayoritaria en el sector servicios, el más abofeteado por la crisis.

Datos semejantes maneja Comisións Obreiras. Si la población activa gallega ha crecido casi el 5% en el país entre 2005 y 2008, en el caso de las mujeres el crecimiento es del 7.3%, frente al escaso 3% en los hombres. Al calor de la crisis, la incorporación de la mujer al trabajo crece casi un 3%, tres veces más que en el caso de los hombres. Estos datos del pasado año son los que permiten ver el camino a seguir en los dos siguientes. ¿Un panorama alentador? No.

El sector servicios: feminizado y castigado
"La mujer no va a encontrar empleo en la construcción o en la automoción, los sectores que reciben las ayudas, sino en los servicios, donde baja el consumo, baja el empleo y baja la calidad de ese empleo". Quien lo explica es Mabel Pérez, también mujer, trabajadora y sindicalista, pero de CC.OO.

A través del manos libres, y aún peleando con las zonas de sombra, al otro lado del teléfono se percibe su indignación. Si hay más mujeres trabajando y más hombres en paro sólo significa que se destruye el empleo más caro y estable para sustituírlo por otro temporal, con contratos eventuales y a tiempo parcial "que los hombres rechazan por unas condiciones precarias y una jubilación por menos cantidad".

La mujer tiene que aceptarlo en un intento de conciliar la economía familiar y la laboral "a falta de una red de servicios públicos que lo permita", señala Maricarmen desde la CIG. Además, al ritmo que crece la incorporación de la mujer al trabajo se reduce la afiliación a la Seguridad Social, por lo que se fomenta el trabajo en negro.

Mujeres desesperadas
Contratos cortos, una estabilidad que brilla por su ausencia, unas condiciones precarias y el pluriempleo son las características de una situación laboral que llega tras la crisis, donde la mujer es la principal fuente de ingresos en la casa. "Tiene una necesidad acuciante de incorporarse al mercado laboral", señala la nacionalista.

La principal petición de la CIG de cara a la nueva Xunta es un salario social. "Hay muchas mujeres que se encuentran fuera de las coberturas por desempleo, y esta prestación es fundamental". La petición no figura entre las promesas electorales del futuro inquilino de San Caetano, Alberto Núñez Feijoo, en esta materia.

Sin embargo, durante la campaña el popular ha sellado un firme compromiso con las mujeres, que ha repetido allí donde su caravana le ha llevado: "a igual trabajo, igual salario". Parece justo pero está muy lejos de la realidad.

Igual salario, la punta del iceberg
La igualdad salarial "será un requisito necesario para que las empresas obtengan ayudas públicas de la Xunta", prometió Feijoo el pasado 13 de febrero en una factoría de Poio. De cumplir, será un decidido paso al frente. Pero no es suficiente, sino "sólo la puntita".

La secretaria de Muller de la CIG reconoce que "eso hay que conseguirlo, es verdad, la corrección de las escalas sociales y el encasillamiento que sufre la mujer, pero es sólo la puntita de todo lo que falta".

Con nuevo Gobierno a la vista, los sindicatos aplican el viejo refrán que 'quien no llora, no mama' y trasladan sus peticiones, todas de perogrullo. Un modelo económico "justo y solidario" que ayude a salir de la crisis y dos derechos elementales: trabajar ocho horas y otras tantas para dormir. Es lo que quiere la CIG. Ello se traduce en facilidades para conciliar la vida profesional y la personal.

Feijoo ha tomado nota: la flexibilidad de los horarios laborales es uno de los ejes que define el compromiso del popular con la igualdad. Los sindicatos quedan a la espectativa de conocer las medidas en las que se concretan estas promesas, porque saben mejor que nadie que las palabras se las lleva el viento.

Dinero para no depender
Mabel, de CC.OO, recuerda la ya famosa Lei de Dependencia. "Hay familias que tienen grandes dependencias, que deberían estar ya cobrando y no lo están". El cuidado de las personas al cargo es otro de los escollos a la hora de potenciar la incorporación de la mujer al trabajo, al recaer en ellas esta tarea la mayor parte de las veces, si no todas.

La Lei ha sido un arma arrojadiza del PPdeG al vicepresidente de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana. Y sobre dependencia hubo también promesas electorales, aunque poco concretas.

"Se han acabado las esperas interminables y las tramitaciones eternas", dijo en Ourense el pasado 4 de febrero. Por experiencias anteriores, bien es sabido que las cosas no se ven igual desde del púlpito de un mitin ante posibles votantes que desde la comodidad del sillón de San Caetano. Pero los gallegos no olvidan, y Feijoo lo ha repetido muchas veces.

Despidos a cuentagotas que no salen en la prensa
La sindicalista no sólo tiene reproches para el Gobierno gallego. También, en cierto modo, para la prensa. "Los ERE salen en los medios porque son despidos masivos y llaman la atención. Los despidos de las mujeres son individuales, a cuentagotas, sin indemnizaciones". No sólo son peores las condiciones laborales, con peores salarios y peores contratos. Sino que también son peores los despidos.

En Comisións Obreiras no piden nada. Mabel prefiere esperar. "Si Feijoo empieza diciendo que no contempla la paridad para el nuevo Gobierno... ¡mal vamos!" Dejando un margen de confianza al nuevo presidente de la Xunta, la sindicalista manda un aviso a navegantes: la defensa de la igualdad será el marco que defina cualquier negociación con el Ejecutivo autonómico.

La cobertura del teléfono parece aliarse con ella cuando toca reivindicar. Con voz firme espeta: "mucho nos ha costado llegar hasta aquí y conseguir este marco legislativo como para no exigir que se cumpla".

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