''Como hormigas entre elefantes, los países pobres corren el riesgo de ser aplastados en Copenhague''

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Un país perdido en la región de la Polinesia, Tuvalu, ha vuelto a poner el grito en el cielo. Esta vez en Copenhague. Paradigma de la lucha contra el cambio climático, esta pequeña isla rodeada de arrecifes de coral y con tan sólo 11.000 habitantes está condenada a desaparecer por la subida del nivel del mar. Su futuro está en juego en la capital danesa, donde los representantes de más de cien estados discuten sobre porcentajes de emisiones y miles de millones.

Fue Tuvalu quien abrió la primera fisura en el aparentemente sólido bloque de países pobres y emergentes al pedir que estas últimas, responsables del 50% de las emisiones mundiales --cabe recordar que sólo Estados Unidos y China son responsables del 40%-- se comprometan también a reducir sus emisiones a partir del 2013. En concreto, la isla pide que se revise la premisa adoptada en la Convención sobre Cambio Climático de Río de Janeiro, firmada en 1992, que diferenciaba la 'responsabilidad histórica' de los países industrializados y en desarrollo.

Igual que había hecho en Poznam hace ahora un año, el representante de Tuvalu dejó claro que los países emergentes no están dispuestos a pagar los platos rotos de los que se dicen desarrollados. "Como hormigas en una habitación llena de elefantes, los países pobres corren el riesgo de ser aplastados en las conversaciones de Copenhague", ha advertido Antonio Hill, de Oxfam Internacional, también presente en Copenhague.

Mientras, la supervivencia de Kyoto divide a los principales grupos de países que se dan cita en Copenhague. Mientras los países ricos desean que junto a un compromiso a medio plazo por su parte haya otro de los países emergentes de reducir a la mitad sus emisiones para 2050, los países pobres y las pequeñas islas -agrupados en torno al G77- quieren un tratado legalmente vinculante más ambicioso que Kyoto, que podría amenazar a los emergentes. "Tenemos un sistema muy válido para combatir el cambio climático", ha declarado el jefe negociador chino, Su Wei.

"La restricción que pesa en los países desarrollados debería ampliarse, en parte, a las economías en desarrollo", ha declarado Taukiei Kitara, delegado de Tuvalu, admitiendo que supone un intento sin precedentes en el G77, la coalición de países en desarrollo. "Sabemos que la aplicación de Kyoto es incompleta y queremos iniciar compromisos más firmes", ha declarado, subrayando que su pequeño país había recibido apoyo de otros pequeños estados insulares, el grupo de países menos desarrolados (PMA) y Costa Rica.

El grupo de países emergentes, entre los que se encuentran China, India, Brasil y Suráfrica, apuesta por mantener los mecanismos de Kyoto con un refuerzo del compromiso de los países ricos en la reducción de emisiones que cifran entre un 25 y un 40% respecto a 1990, algo que no se concreta en el documento.

Los pobres, aislados
Por su parte, los países agrupados en la Asociación de Pequeños Estados Isla (OASIS, en inglés), junto a los países africanos, quieren un compromiso más fuerte, de forma que el ascenso de temperatura sea de 1,5 grados y no de dos y las concentraciones de partículas de gases de efecto invernadero se reduzcan a 350 partículas por millón y no a 450, tal y como defienden los ricos y emergentes.

La razón es que estos países son los más vulnerables al calentamiento global, ya que el aumento del nivel del mar podría literalmente devorar estos estados y provocar lluvias y sequías que azotarían a la ya de por sí depauperada población africana.

Mientras tanto el gobierno danés, que preside la cumbre, ha propuesto que una versión reforzada del Protocolo de Kyoto se aplique hasta 2020, en la línea de lo que pedían los países emergentes. Así se recoge en un documento de trabajo fechado el pasado 30 de noviembre, en el que se subraya que "más compromisos por parte de los países desarrollados deberían tomar forma en limitaciones cuantificadas de emisiones de gases de efecto invernadero y objetivos de reducciones".

La UE también quiere influír
Por su parte, la UE inicia este jueves una cumbre, la primera bajo las normas del Tratado de Lisboa, con la vista puesta en la reunión mundial sobre el clima de Copenhague, ya que sus discusiones más importantes tendrán como objetivo influir en el resultado de esa cita. En primer lugar, esta cumbre comunitaria de dos días intentará ofrecer hoy una cifra concreta de dinero para financiar acciones rápidas contra los efectos del cambio climático en los países en desarrollo.

Cinco países de la UE, entre ellos España, han anunciado ya aportaciones voluntarias, y los jefes de Estado y Gobierno comunitarios intentarán mostrar una cifra conjunta para así promover una iniciativa a nivel global. Varias fuentes comunitarias han avanzado su convencimiento de que la Unión logrará acordar una cantidad concreta para promover a nivel mundial ese fondo. "Habrá una cifra" europea en las conclusiones, asegura una de las fuentes.

La UE ha propuesto habilitar entre 5.000 y 7.000 millones de euros anuales a nivel mundial durante el período 2010-12 para financiar esas acciones rápidas contra los efectos del cambio climático en los países en desarrollo. Los líderes comunitarios, que tratarán el cambio climático en la cena de hoy, discutirán también "las tácticas" que debe emplear el bloque europeo en Copenhague para tratar de conseguir un acuerdo lo más ambicioso posible, dijo una fuente diplomática.

Los europeos se ha comprometido a reducir sus emisiones de efecto invernadero en un 20 por ciento para 2020 respecto a los niveles de 1990, pero han subrayado su disposición a llegar al 30 por ciento si otros países hacen esfuerzos equiparables. Pero no han visto hasta ahora en Copenhague suficientes compromisos por otras partes. "No se han registrado aún esfuerzos comparables" a los de la UE.

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