David Amor: "El balonmano me ha ayudado a mantener la cordura"

David López le pusieron al nacer y Amor cuando nació para el mundo del espectáculo. Jugador de balonmano, proyecto de profesor de Educación Física, productor, actor, monologuista... pero sobre todo un pontevedrés que presume de ello y alguien muy cuerdo, aunque su imagen sea la de bromista
David Amor
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A David López, Amor por aquello del espectáculo (Salceda de Caselas, 1980), se le cambia le cara cuando está en Pontevedra, la ciudad que acogió a su familia. Es un pontevedrés más, aunque no reniega de donde viene y lo hace en todos los aspectos de su vida. La fama no solo no lo ha cambiado sino que ha consolidado sus cosas buenas. La usa para reafirmarse en sus pensamientos y con los suyos. Estos días ha sido profeta en su tierra llenando el Teatro Principal, por segunda vez en cuatro meses, con ‘Amigos ata a Morte’ junto a Xosé Touriñán y Ledicia Sola. Así que la ocasión fue que ni pintada para hablar sobre todo con alguien que vale mucho la pena, porque su grandeza no solo la del tamaño de su cuerpo.

Para ponernos en situación, ¿qué haría por su mejor amigo?
(Se ríe). Me imagino que prácticamente cualquier cosa. Si un buen amigo te pide algo concreto, claro que lo haces.

¿Y si se mete una mujer como en ‘'Amigos ata a morte'’?
Uff (entre risas). Cuando hay mujeres de por medio es complicado, sobre todo dependiendo de qué tipo de relación haya con ellas. Lo que ocurre es que en la obra por un amigo y por una mujer se hace cualquier cosa porque es desde la perspectiva de la amistad porque realmente hay amistad y cuando existe, hay sitio para cualquier cosa.

¿La clave del éxito de la obra es el buen rollo que hay entre ustedes?
Para nosotros, que lo estamos disfrutando sí. Para que el producto funcione no creo que sea necesario. Hay muchas películas o series en las que hubo desencuentros muy grandes y el resultado final fue bueno. Tiene el hándicap de que tienes que interpretar dos veces. Nosotros nos implicamos en el proyecto por la amistad previa que teníamos. Uno de los objetivos era disfrutar e incluso muchas veces, en los previos de la actuación, discutimos sobre dónde vamos a ir a cenar. ¡Es una parte importante de esta gira!

"Las circunstancias me obligaron a salir. A nivel de televisión mi labor gusta más fuera que aquí"

¿Y a la hora de elegir donde cenar quién se sale con la suya?

Hay mucho consenso (se vuelve a reír). Somos todos de buen comer y según la zona de influencia manda uno u otro. Aquí (se refiere a Pontevedra) mando yo.

Teniendo en cuenta que todos los actores de esta obra tienen una amplia trayectoria fuera de Galicia, ¿cuando regresan a su tierra se sienten más a gusto o responsabilizados?
A gusto. Siempre digo que prefiero trabajar en Galicia. Yo estoy en Madrid porque no tengo oportunidad aquí. A mí me gusta vivir aquí. Pontevedra es una ciudad maravillosa, me siento muy vinculado a ella y quiero vivir aquí, pero las circunstancias me obligaron a salir. A nivel de televisión mi labor gusta más fuera que aquí. La suerte es que a nivel de teatros no.

¿Esa es una herida que tiene?
Ahora no. En un momento de mi vida tenía rabia. Ahora simplemente creo que soy un producto que no encajo aquí. Fuera me aprovechan más. Es así de sencillo. Realmente no creo que nadie me tenga manía. En su día pasó que alguien dijo que yo no podía trabajar aquí, pero ahora no. Somos muchos para pocos sitios. Es todo circunstancial. No hay una motivación específica. Lo peor de nuestra profesión son los actores. Si en momentos no se nos valora es porque no sabemos cuidarnos.

Dice que trabaja fuera por necesidad. ¿Ha cumplido las expectativas con las que se marchó?
Sí, sí. Todos los objetivos que me marqué los he ido consiguiendo. Soy un tipo con bastante paciencia y nunca me he agobiado. Hice el Club del Chiste y descubrí una faceta, la de actor, que no conocía y decidí tirar por ahí. Renuncié a muchas cosas por dedicarme al mundo de la ficción. ¡Estuve tres años sin hacer nada! pero sabía que era una carrera de largo recorrido. Al final llegó Gym Tonic y ya hay más cosas. Voy muy despacio, pero estoy muy contento. Hay épocas en las que me entra la ansiedad, pero el balance es positivo.

"Renuncié a muchas cosas por dedicarme a la ficción. ¡Estuve tres años sin hacer nada! Sabía que era una carrera larga"

¿Cómo se soporta una ‘travesía del desierto’ de tres años?
¡Buff! Asimilando mucho a qué te dedicas. Uno tiene que ser consciente de donde está. Yo tengo la suerte de tener los monólogos. Ese es mi particular plan de jubilación. Además hice cosas detrás de la cámara. Soy bastante hormiguita y cuando las cosas me iban bien tenía mis ahorros. El dinero nunca ha sido una motivación exclusiva. Es verdad que es importante, pero no crucial. No voy a escoger un trabajo por eso. Por ahora no he tenido esa necesidad.

Jugador de balonmano, productor, monologuista, actor... Sabina se podía haber inspirado en usted para su canción de ‘La del pirata cojo’
Jugando al fútbol sí que tenía pata de palo. ¡Muy de palo! Cuando me dicen estas cosas siento un poco de pudor porque me pueden decir aquello de aprendiz de mucho, maestro de nada. No sé si he sido muy inconsciente o muy perseverante porque todo aquello que me apetecía, me propuse hacerlo. Cuando fiché por el Teucro (verano de 2006) estaba trabajando en la televisión y dejé un programa por jugar aquí. Estaba presentándolo y era mi culmen, pero llegó algo que me permitió quitar una espina clavada que tenía con el balonmano. De hecho, en un mes y medio en la televisión gané lo mismo que durante todo un año en el Teucro, pero la motivación no puede ser siempre económica y, mientras tengas un plato para comer, todo va bien. A mí me compensó mucho porque fueron dos temporadas maravillosas a nivel deportivo y personal. Yo quería situarme como jugador de balonmano. Me lo debía.

Me acaba de machacar las siguientes preguntas. Al hilo de eso, ¿jugar en el Teucro era demostrarse a si mismo que podía competir en la Liga Asobal?
La apuesta era saber si podía porque yo lo desconocía. Siempre hubo muchos cantos de sirena, pero nada más. Reconozco que tengo un carácter complicado y con bastante sentido común y eso a veces no encaja bien. Quería saber si valía o no. Fui un buen gregario del Teucro, alguien que aportaba en los entrenamientos y un defensor que cuando salía a la pista no estropeaba. Emocionalmente estaba muy vinculado al club y a la ciudad. Estuvo bien. Lo probé, se acabó y a seguir jugando al balonmano, pero no con la exigencia de aquello, porque tampoco creo que este deporte se merezca esa implicación.

"Un balonmano tan amateur como el de ahora no puede tener una dedicación alta por parte de los jugadores"

¿Por qué?

Un balonmano tan amateur como el de ahora no puede tener una dedicación alta por parte de los jugadores. No se puede presumir de ser una liga potente y que haya mucha gente cobrando 300 euros al mes. Es un problema endémico del deporte español. Mi opinión es que el balonmano lleva muy mal dirigido desde hace muchos años. Desde las instituciones tuvo que haber más control. No se han cuidado las canteras. Las subvenciones deben dedicarse para la base y no para la élite.

Escuchándole da la sensación de que aboga por refundar el balonmano.
Sí. Totalmente. Esto no puede seguir así. Yo al Barça lo mandaría para la liga francesa y luego reestructuraría todo con clubes con presupuestos garantizados, porque si no es una locura. Hay que cimentar de nuevo este deporte. Hablo con excompañeros y me cuentan cosas terribles. Hay jugadores a los que les deben un año de sueldo. ¿Cuántos equipos de Asobal entrenan por la mañana? Esto es una crónica de una muerte anunciada. Nos llenamos la boca presumiendo de calidad, pero la mayoría de los jugadores buenos están en el Barcelona o en el extranjero. ¡El balonmano no es un deporte atractivo! No sé cuál es la fórmula porque sino tendría un cargo, pero de lo que soy consciente es de que lo que hay ahora, no sirve. En un deporte que estuviera saneado yo no podría tener sitio en Primera Nacional y sin embargo lo tengo.

¿Por qué sigue jugando?
Porque es mi pasión. Lo llevo haciendo toda la vida y me encanta. Me encanta la competición, mis compañeros... Es un deporte del que estoy enamorado. Nunca le he dado todo lo que le podía haber dado.

¿Quién ha dado más, usted o el balonmano?
(Con rotundidad) El balonmano, sin lugar a dudas. He viajado mucho, me ha enseñado mucho sobre la vida, me ha mantenido muy apegado a la realidad. Gracias a él mi vida no cambió. Iba a trabajar a Madrid, pero los fines de semana regresaba para estar con mis compañeros de siempre, con los problemas normales... El balonmano me ha ayudado a mantener la cordura.

"Estoy enamorado del balonmano. Nunca le he dado todo lo que le podía haber dado. Es mi verdadera pasión"

¡Me acaba de dar el titular de la entrevista!

No le digo que tenga mucha, pero la que tengo se la debo al balonmano.

Dos temporadas en el Teucro con un ascenso a Asobal y una buena temporada en la élite, ¿le pide algo más a esa etapa?
No haber tenido los desencuentros que tuve por culpa de cuestiones económicas con gente a la que respetaba y viceversa. Hubo malos entendidos, que el tiempo solucionó. ¡Hubo tensión!

¿De su etapa de jugador hay algo de lo que se arrepienta?
Aprendí a jugar al balonmano muy tarde. ¡Con 17-18 años! Nadie me había enseñado y no tenía el carácter que necesitaba para cumplir con las expectativas que generaba. Tardé mucho en desarrollar una mentalidad competitiva. Cuando me fui a Granada (temporada 2000-2001) hubiera preferido quedarme aquí, pero la diferencia de las ofertas era bestial. Yo quería fichar por el Teucro, pero no me expresaron el deseo que yo quería. Lo único que quería es sentir un poco de cariño hacia aquel juvenil y que no era un cono. A nivel balonmanístico irme allí fue un error, aunque humanamente fue lo mejor que me pudo pasar porque tuve que luchar contra muchas cosas. Tuve que aprender a gestionar el aspecto moral. Tuvimos muchos problemas para cobrar. Algún día llegué a pasar hambre, no mucha, pero alguna sí.

¿Ha pasado más hambre jugando a balonmano o en el mundo del espectáculo?
Muchísima más en el balonmano. En toda mi carrera solo hubo dos clubes (Xiria y Cisne) que no me dejaron a deber dinero.

¿Queda algo del chaval que empezó en esto haciendo monólogos en el autobús de la boda de un amigo?
(Se ríe varias veces). Creo que soy el mismo. De hecho, estoy aquí por eso. Llegué a donde llegué porque soy eso. Sinceramente no me consideraba el simpático, pero es cierto que vivía en un entorno que me aceptaba mucho y nos lo pasábamos muy bien. ¡Nos reíamos mucho!

En la guía de mano de la obra que está interpretando Javier Veiga (director de la misma) habla de Carpe Diem, ¿esa ha sido una de sus claves?
Yo creo que ha sido al revés. He sido muy conservador. Viví todo mucho, pero siempre con un objetivo, aunque a veces el camino va variando. Yo quería ser profesor de Educación Física y jugar al balonmano, pero se cruzó la televisión, después de nuevo el balonmano... Si hubiera sido de filosofía Carpe Diem no hubiera hecho todo lo que hice. No sé si mejor o peor, pero hubiera sido distinto. Volví de Granada muy tocado. Fue un fracaso personal y hubo un momento en que necesitaba reafirmarme como jugador y no me sentía valorado. Aposté y me salió mal. Me entraron las dudas. Una vez que cogí el camino dije que no quería salir de él.

"Aprendí a jugar al balonmano muy tarde. No tenía el carácter que necesitaba para cumplir con las expectativas"

Me ha dicho un pajarito que se ha convertido en un forofo del ciclismo.
Ha sido como un amor tardío. Un día viendo un reportaje en la televisión del Soplao (una de las marchas de BTT más importantes de España) me emocioné y dije que quería hacerlo. Cuando lo hice me emocioné de verdad. Me vinieron las lágrimas dos veces. Una cuando llegué al alto del Negredo y la otra cuando crucé la meta y me estaban esperando mi pareja y mis padres. Fue una emoción de verdad. Mi reto es seguir disfrutando. Yo no entreno, yo salgo a andar en bici. Fue como un reencuentro porque de niño iba en bici a todos los sitios, pero la dejé cuando me saqué el carné de conducir.

¿En un pique con Contador quién ganaría?
A un pulso le gano a él y a la Campos (María Teresa) juntos. Subiendo me descolgaría (entre risas), pero bajando ya veríamos. Me gusta mucho la bici, la disfruto, pero yo no ando en ella para sufrir. No soy un enfermo de ella. La tengo para pasármelo bien, ser libre y disfrutar.

Ahora que esta entrevista se va terminando, ¿dígame cómo empezaría el monólogo de su vida?
(Se piensa la respuesta ocho segundos). Hay varios posibles. Uno sería: disculpen que les hable de mí porque es un poco pretencioso hablar de uno mismo y el otro sería: gracias por venir a escucharme.

¿Y cómo terminaría?
Me gustan los grandes finales. Mucho confeti, una gran sinfónica tocando y si pudiera salir Raphael cantando ‘Mi gran noche’ sería perfecto. Otra forma sería: nos vemos en la siguiente porque esta historia seguirá creciendo.

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