Derroche alimentario o cuando los contenedores se convierten en 'delicatessen'

Tristam Stuart se hizo freegano a los 16 años y desde entonces se alimenta de lo que los supermercados y otras tiendas arrojan a los contenedores. En Despilfarro (Alianza Editorial) denuncia "el escándalo global de la comida" y las miles de toneladas de alimentos que se desperdician en toda la cadena alimentaria.

EEUU, el país de las raciones XXL, está al frente de este triste ránking, ya que sus habitantes tiran la mitad de los alimentos que producen, aunque los países de la UE tampoco se quedan atrás porque desperdician un tercio de la comida, mientras que los japoneses, muy amantes del pescado y los alimentos frescos, arrojan cada año a la basura productos por valor de "11 trillones de yenes".

En una entrevista con Efe, Stuart (Londres 1977) señala algo que, no por evidente es menos estremecedor: con toda esa comida que se pierde se podría alimentar varias veces a los más de 1.000 millones de personas que pasan hambre en todo el mundo.

Si los países ricos compran cientos de millones de toneladas de comida y acaban tirándola están retirando del mercado alimentos que podrían haber permanecido a disposición de otros Estados.

La idea que defiende no es llevar los excedentes pasados de estos países ricos a territorios lejanos donde falta comida, sino ajustar al consumo una producción de alimentos que ha convertido el planeta en un enorme campo de cultivo con graves efectos medioambientales.

10% DE "EMISIONES DERROCHE"

Así, un 10 % de las emisiones de gas de efecto invernadero de los países desarrollados se produce en cultivos de alimentos que no acabarán en la mesa, una "frontera agrícola" que se expande a pasos agigantados, sobre todo en Latinoamérica, el sudeste asiático y África.

Despilfarro, en cuya publicación ha colaborado Intermon Oxfam, recoge un apabullante listado de datos ilustrados con fotos de algunos "bodegones" de alimentos en perfecto estado, lineales enteros de supermercados, que se encuentran en las calles de las ciudades del primer mundo.

El derroche se produce en toda la cadena alimentaria, señala el investigador del Centro de Historia Medioambiental de la Universidad de Sussex y hay centenares de ejemplos: entre el 20 y el 40 % de las frutas y verduras europeas son rechazadas antes de llegar a las tiendas por "feas", porque la UE impone un "canon cosmético" que además no garantiza su buen sabor.

MAR E INDUSTRIA

Otro caso se da en el mar: entre el 40 y el 60 % de las capturas pesqueras en Europa se descarta antes de llegar a tierra por tamaño, especies inadecuadas o por cuotas comunitarias, es decir millones de toneladas de peces que se devuelven muertos al mar.

Por no hablar de la producción industrial. En una visita a una panificadora de su país, Stuart pudo comprobar que se tiraban la primera y la última rebanada de cada pan de molde, 13.000 rebanadas diarias, "¿son muchas tostadas, no?"

CADUCIDAD: DE PROTECCIÓN A TRAMPA

Arremete contra el uso irresponsable que se hace de las fechas de caducidad de los alimentos. "Era un método para proteger al consumidor, para que no se vendiera comida en malas condiciones, pero se ha convertido en una táctica para evitar que a las compañías las demanden por alguna cosa.

El problema es que la gente no entiende las diferentes etiquetas que hay; ven una fecha y piensan ¡uy, me voy a envenenar!, y lo tira, cuando es sólo una recomendación", añade.

Stuart apunta que en Occidente se come demasiada carne. "Tengo un problema sobre cómo se está produciendo la carne en el mundo occidental", remarca este investigador "no vegetariano" -recalca- que cría cerdos en su granja a los que alimenta con restos.

Comentarios