Desde el Monasterio de Carboeiro al Pazo de Ribadulla

Vivimos en una tierra llena de arquitectura, arte y naturaleza, y frecuentemente la dispersión, una característica propia de Galicia hace que la conozcamos poco.

Para este fin de semana recomendamos una ruta por la zona del Deza.

Empezamos por el Monasterio de Carboeiro, en Silleda. En la época del Reino de Galicia, los primeros monasterios se fundaron al principio de la Edad Media, ya en época sueva (siglos V y VI) y partir del siglo XI, formaban ya una red de poder autónoma.

Artisticamente, Carboeiro presenta claras influencias de la Catedral de Santiago. Es de estilo tardorrománico, tal como se puede apreciar en sus bóvedas de crucería y en algunos de sus arcos con resonancias ya góticas. La decoración de la portada principal, probablemente llevada a cabo por discípulos del Maestro Mateo, presenta a los músicos del Apocalipsis, en la misma disposición del Pórtico de la Gloria. El interior ofrece la posibilidad de visitar las criptas, la parte alta del monasterio y el edificio adyacente de residencia de los monjes.

La recuperación de la construcción, en entorno, compuesto por las riberas del Deza, el palomar del monasterio y la puente del Demo hacen del sitio un lugar con un halo mágico que, sin duda, vale la pena visitar.

Desde el monasterio es posible llevar a cabo una ruta de senderismo de unos 6 quilómetros hasta la cascada del río Toxa, aunque para los más perezosos también es posible acercarse en coche debido a la buena señalización de ambas opciones.

Esta es la catarata más alta de Galicia, 25 metros en vertical en los que el Toxa despliega toda su majestuosidad acuática. Emplazada en un entorno de robles y castaños, esculpe la roca y hace de este un paisaje impresionante.

De la naturaleza y la arquitectura religiosa, pasamos a la arquitectura civil. El Pazo de Oca, también conocido como el Versalles Gallego, por la densidad de sus jardines, está situado en A Estrada. El entramado vegetal y arquitectónico le confieren al lugar una fluidez visual incomparable. Las fuentes, los paseos entre los mirtos, la cerámica de las ánforas y los pequeños cenáculos vegetales crean un ambiente tranquilo y calmado.

Para terminar, y a solo trece quilómetros de Santiago, se encuentra el Pazo de Ribadulla, un caserón en forma de L que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de los años. La imponente fachada y la fuente están blasonadas con el escudo de la familia Mondragón. Sus jardines cuentan con unha exhuberante vegetación, y lo que más llama la atención de ellos es un encantador paseo de olivos.

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