Ecosistema 'Star Trek'

‘Star Trek’ está de celebración. Cincuenta años desde aquella primera emisión televisiva destinada a acabarse para siempre después de tres temporadas. Sus fans la reflotaron. Y, a partir de ahí, su ascenso fue imparable y hoy es considerada una serie de culto. Todo un universo propio creado por un joven de Texas al que le gustaba escribir.

EN 1994, IBM construye el ASCC (Automatic Squence Calculator), prototipo original de los ordenadores modernos.

Tras finalizar la II Guerra Mundial, se abre en el mundo un período conocido como la Guerra Fría que atraviesa diversas fases con picos de tensión determinantes para el desarrollo histórico y humano.

En 1949, Simone de Beauvoir publica El segundo sexo, un ensayo sobre la mujer y su circunstancia.

En 1953, el 50% de los hogares estadounidenses tienen televisión.

En 1955, Rosa Parks se niega a levantarse del asiento en el que se había sentado e inaugura, con este gesto, una reivindicación que, aún hoy, está lejos de considerarse resuelta.

El 19 de diciembre de 1964 es la fecha de la primera protesta contra la Guerra de Vietnam.

Entretanto, un joven de El Paso, Texas, inquieto y decidido, con una curiosidad desbordante, obtiene su licencia de piloto y participa en la guerra. Después de la contienda, con unas cuantas condecoraciones que demostraban su valor en combate, al muchacho se le ocurre  estudiar literatura. Porque le gusta escribir. Su nombre es Eugene Wesley Roddenberry, Gene, para los amigos y para los millones de fans esparcidos por todo el mundo. Gene, en un arranque de creatividad y, presumiblemente, dado su afán de conocimiento, influenciado por los movimientos sociales y culturales, por los vaivenes políticos y por la evolución tecnológica, escribe una historia que en la actualidad está considerada la serie de culto por excelencia, en lo que a ciencia ficción se refiere. Star Trek.

Este año se celebra el 50º aniversario de la serie original, emitida en 1966 por la cadena NBC y en antena hasta 1969, con ochenta episodios grabados y tres temporadas. Una producción que sigue, en estructura, el modelo de las llamadas ‘space opera’, que durante los años 60 tuvieron una presencia interesante en la televisión norteamericana. Series como Rumbo a lo desconocido, o Los invasores, destacaban especialmente en el panorama de ficción. Star Trek, por el contrario, no inició bien su andadura. La NBC quiso cancelarla en repetidas ocasiones y cuando finalmente lo hizo, no se esperaba lo que vino a continuación.

Pero antes de esa circunstancia, durante los años de emisión y las dudas sobre su escaso éxito, la productora de la serie, desencantada con la situación, vende ‘Star Trek’ a la Paramount. Poco más tarde la serie se cancela y, como un torrente, aparecen los ‘trekkies’. Son los fans los que consiguen su reposición en los 70. Y es, a partir de ahí, que esta ficción televisiva realmente despega.

Gene, aquel joven intrépido, se convierte  en un autor idolatrado por haber creado una historia imperecedera. Es el momento de buscar las raíces de esa historia y sumarle la imaginación sin fronteras del propio escritor: detrás de Star Trek hay una idea que a muchos seguirá pareciendo ingenua y a otros —menos— loable, y ésta no es más que la idea de un mundo mejor. La idea de un futuro en el que la convivencia pacífica sea el estado de cosas establecido y nadie, o casi, lo ponga en duda. A partir de ahí, la narración se despliega con todos los elementos de la ciencia ficción al uso, es decir, naves espaciales, criaturas extraterrestres y tecnología punta. Tan punta, sirva de anécdota, que la tripulación de la Enterprise manejaba aparatos de comunicación y localización que sirvieron de modelo para posteriores desarrollos, tales como los móviles, el GPS o las tablets. Parece confirmado que Martin Cooper, inventor del móvil, era trekkie.

Su planteamiento narrativo se pone de manifiesto ya desde el capítulo piloto, una perspectiva en la que lo racional y lo emocional están destinados a entenderse y equilibrarse, dicotomía representada en uno de los personajes míticos de Star Trek, Mr. Spock —el de las orejas puntiagudas y el flequillo trendy—. El asunto posee su importancia porque existe, en esta serie, una propuesta filosófica y ética interesante, una hipótesis humanista que, llevada a la galaxia, supone una común unión entre todos los seres, un esfuerzo por el entendimiento universal. A pesar de que, con el tiempo, este enfoque originario va dejando paso a la espectacularidad que proporcionan los recursos audiovisuales, sí que es cierto que es un rasgo característico de Star Trek, que lo distingue de otras series de ciencia ficción muy inclinadas a una ideología maniqueista. Star Wars. Sin ir más lejos.
Hay dos narraciones bien diferenciadas y dos puntos de partida que van a marcar las dinámicas de estas dos historias convertidas en fenómenos culturales. ‘La Guerra de las Galaxias’ ha escogido el camino de la aventura, con un lenguaje cinematográfico al servicio de ese objetivo y con puntos de giro guionísticos que responden a la sorpresa y a la acción, propias del género. Star Trek camina por otra vía que, sin renunciar a lo que hay de aventurero en una historia de exploración, el pulso, el latido, pertenece al diálogo.

Pero volvamos al joven Gene. La determinación de una actitud en un instante —una mujer negra ante un hombre blanco—, una reflexión sobre la condición de la mujer, decisiones políticas que señalaron direcciones disparatadas, un desarrollo tecnológico ya imparable. Todo ello va configurando el modo de pensar de un aspirante a escritor que ya vivió una guerra y que ahora se ve inmerso en reivindicaciones por lo derechos, por la igualdad, por la paz, en una Norteamérica —y un mundo— convulsos. Todo ello, de algún modo, en algún momento, encontró en la mente de Gene Roddenberry el hábitat adecuado para que de allí saliera una Federación Unida de Planetas, con una población variopinta, ávida de conocimiento y respeto mutuo. Para que saliera un porvenir (siglo XXIII) igualitario y pacífico. Un hijo de su tiempo.

Gene creó un ecosistema. El ecosistema Star Trek. Después, los buscadores de dinero hicieron el resto. Y comenzó el negocio. Y la mitología trekkie se fue desarrollando de acuerdo con la evolución tecnológica del mundo audiovisual hasta dar con algo infinito: la narrativa transmedia, en la que el público participa tanto y tiene tanto que decir, que se convierte en otro protagonista, otro autor, otro creador, otro generador de contenidos. Otro futuro.

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