El verdadero impacto de los alimentos que llegan a nuestros hogares

La producción agrícola, fibra y combustible representa el 90% de las emisiones de amoníaco con impacto en el aire

Para llegar a los platos, los alimentos deben ser previamente elaborados, procesados, envasados, transportados y distribuidos. En todas estas fases se utilizan recursos y se generan más residuos y contaminación.

En Europa, la producción agrícola de alimentos, fibra y combustible representa el 90% de las emisiones de amoníaco que tienen impacto en la calidad del aire, entre el 50 y el 80% de carga de nitrógeno en las masas de agua que afectan a la calidad del agua y a los ecosistemas acuáticos y el 10 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.

A lo largo de todas las fases de la cadena de producción de alimento se producen impactos ambientales, pero la producción agrícola y, en menor medida, la transformación industrial, son responsables de los impactos más significativos.

Entre los mismos se encuentran los que se producen en la energía, el uso del agua y la generación de residuos en la agricultura y la industria de transformación; el uso de fertilizantes y pesticidas; las emisiones provenientes de la ganadería; el uso de la tierra y el transporte, y la pérdida de la biodiversidad de la liquidación de los ecosistemas para dar paso a la comida y al cultivo de alimentación.

Sin embargo, la agricultura también puede tener efectos ambientales positivos. Por ejemplo, los animales de pastoreo desempeñan a menudo un papel en la protección y el mantenimiento de la biodiversidad y los pastizales, bien manejados, sirven como sumidero de carbono.

Las huellas de carbono, material y agua varían considerablemente entre los diferentes tipos de alimentos y bebidas. La carne de vaca, la mantequilla y el queso en general, tienen un impacto superior, especialmente en cuanto a las emisiones de carbono y materiales, mientras que las verduras, los productos realizados con base de cereales, las patatas y ciertas frutas como pueden ser las manzanas en temporada acostumbran a tener un impacto mucho menos. Con respecto a las huellas del agua.

EL PROCESO. A lo largo del ciclo por el que pasan los alimentos hasta llegar a los platos de las diferentes casas se utilizan recursos y generan residuos y contaminación. La producción agrícola, la consecuente distribución y venta al por menor y la gestión de residuos creados a posterior hacen que se filtren fertilizantes y pesticidas en el suelo y en el agua, así como residuos de alimentos y envases.

Por otro lado, en la producción de semillas, pienso, fertilizantes, o maquinaria, en la elaboración y envasado de los alimentos así como en su preparación y consumo, se vierten aguas residuales así como, al igual que en el resto de los procesos, residuos de alimentos y envases. Además, entre cada proceso es necesario un trasporte, ya sea por mar, por tierra o por aire, lo que hace que se desprendan gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos.

Por eso, la industria de alimentación y bebidas española vuelca sus esfuerzos en la actualidad en mejorar la gestión de los residuos que produce para reducir lo posible el impacto ambiental de los mismos. Dicha sector lleva varios años desarrollando e implementando estrategias para minimizar este impacto, por lo que se ha convertido en uno de los cinco retos de esta industria en materia medio ambiental a 2020.

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