El Padre Ángel: "No fui un cura obrero y minero, pero sí muy camarada de ellos"

Este cura asturiano es un símbolo de solidaridad. Su labor ha sido mucho más grande que la de cualquier sacerdote convencional puesto que, a sus 78 años, dirige la ONG creada por él en 1961, Mensajeros de la Paz, que atiende a 45.000 niños y 20.000 ancianos
El Padre Ángel
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Con 24 años, se hizo sacerdote y fundó la ONG Mensajeros de la Paz, siempre con el único objetivo de conseguir, dice, "un mundo mejor". Eso ocurrió en 1961. Cincuenta y cinco años después, su grano de arena por un mundo mejor logró cambiar la vida a 45.000 niños y 20.000 ancianos, además de otras miles de personas que, por circunstancias personales o políticas, se sienten excluidas.

Además de llevar a cabo una ingente labor social, Ángel García Rodríguez, el Padre Ángel para todo el mundo, se ha distinguido por su talento mediático para llamar la atención sobre la pobreza. Su último gran acto de impacto fue la organización de una cena de Navidad con indigentes en el Ayuntamiento de Madrid.

¿De dónde le vino la vocación para ser sacerdote?

Nací en Mieres, en la cuenca minera asturiana y allí vi muchas injusticias, niños abandonados por sus padres por no poder mantenerlos.

¿Una situación diferente a la que, con el paso de los años, vivió en otros países, a donde fue a prestar ayuda?

Lo que había en los años 60, en Mieres, era la consecuencia de la posguerra. Habían pasado veinte años, pero no había agua ni luz en las casas. La situación era dura, pero también fue duro ver escenas en Líbano, Irak o El Salvador. En Mieres, se veían los efectos de la posguerra; en otros países, veíamos la guerra en directo.

¿Fue esta situación la que lo llevó a fundar Mensajeros de la Paz?

Por supuesto, necesitaba un instrumento para canalizar mi ayuda y creé esta ONG no religiosa, por recomendación del cardenal Tarancón, que me dijo que si la ONG era civil tendría menos problemas.

¿Menos? ¿En plena Dictadura?

Sí porque la estructura de la Iglesia seguía siendo muy jerárquica y, para hacer esta ONG, había que salirse de las normas. Era una Iglesia que aún no había llegado al Concilio Vaticano II. Eran sacerdotes de misa y rosario. En este ambiente, surgieron, en cambio, los primeros curas obreros y mineros. Ahí fue donde se gestó Mensajeros de la Paz.

¿Y usted también era uno de esos curas obreros?

No, pero era muy camarada de ellos.

"Creé una ONG civil y no religiosa por consejo del cardenal Tarancón, que me dijo que tendría menos problemas"

¿Dónde se estableció la primera sede de Mensajeros de la Paz?

En Oviedo. Ahora estamos en 55 países y atendemos a 45.000 niños y a 20.000 ancianos, además de ofrecer residencias y comedores en distintas partes del mundo, entre ellas Atenas y Serbia. Nuestra ONG presta servicios también a niños discapacitados, madres solteras, mujeres maltratadas, niños con sida o cáncer, jóvenes enganchados a las drogas y también tenemos una red de comedores sociales por toda España, que surgieron a raíz de la crisis económica.

Pero ¿cuál fue el problema social que dio lugar a esta ONG?

Siempre soñamos con hacer una Ciudad de los Muchachos, queríamos crear hogares para niños abandonados. Eso fue lo que nos llevó a poner en marcha esta ONG pero después también atendimos a otros sectores. Incluso, prestamos asistencia en países donde se produjeron terremotos, como Haití, pero también en lugares de guerra como El Salvador, para lo que contamos con las aportaciones de socios, donaciones y convenios con administraciones.

¿Sobreviven bien a la crisis?

Nosotros no tuvimos crisis porque aumentamos los ingresos. Gracias a ello, podemos dar más de 5.000 comidas diarias. También nos sustentamos de subvenciones, donaciones y el trabajo aportado por voluntarios y cooperantes.

¿Será fácil encontrar a alguien que tome las riendas de esta mastodóntica ONG cuando ya no esté?

Uno no es eterno y claro que habrá sucesores. Eso ya me lo planteó el cardenal Tarancón, cuando yo tenía 24 años y yo le contesté: "A esta pregunta, le responderé cuando muera mi padre, yo no. Y tampoco pierdo el tiempo en preparar la sucesión, en dejar atado todo.

De todas las situaciones de penuria que ha vivido, ¿cuál fue la que más lo impresionó?

Cuando uno tiene muchos años, no hay una situación que te haya impresionado más que otras. Quizá, ahora, las penalidades de los refugiados sirios, pero también las víctimas de los terremotos, las guerras o los niños que sufren sida o cáncer.

A estas alturas, ¿podría afirmar que su sueño de mejorar el mundo se ha realizado?

Sí que se ha realizado porque Mensajeros de la Paz me permitió estar en la realidad. Y sí, también creo, a partir de la fundación, que un mundo mejor es posible.

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