Europa abraza a Suecia en la segunda semifinal de Eurovisión

Cornelia Jakobs se confirma como una de las favoritas del festival, en un día en el que Bélgica, República Checa, Azerbaiyán, Polonia, Finlandia, Estonia, Australia, Rumanía y Serbia sellaron su pase
Cornelia Jakobs durante su actuación. EFE
photo_camera Cornelia Jakobs durante su actuación. EFE

Descalza, despeinada y desamparada, resignada también ante el final del amor, la sueca Cornelia Jakobs reclamó esta noche un abrazo que Europa no ha dudado en ofrecerle en la segunda semifinal de Eurovisión 2022 para confirmarla como una de las grandes aspirantes al micrófono de cristal.

En su paso a la final del próximo sábado, 14 de mayo, estará acompañada de los otros nueve clasificados en la gala celebrada esta noche desde el Pala Olímpico de Turín (Italia) por Bélgica, República Checa, Azerbaiyán, Polonia, Finlandia, Estonia, Australia, Rumanía y Serbia.

No han logrado sin embargo su clasificación Georgia, Chipre, Malta, Irlanda, Macedonia, Montenegro, Israel ni, para sorpresa de muchos, San Marino.

Los candidatos con mayor fama previa a Eurovisión de este año, los fineses de The Rasmus, han abierto la gala con la roquera "Jezebel y una propuesta teñida de amarillo en la que su vocalista, Lauri Ylönen, ha empezado emulando al payaso fantasmal de It y ha acabado descamisado y desaforado.

Sus globos gigantes han sido solo uno de los muchos extras escenográficos de una gala que ha puesto en juego escaleras (por ejemplo en la balada afectada del azerí Nadir Rustamli, Fade To Black), un piano plateado (sobre el que se ha subido la maltesa Emma Muscat en I Am What I Am) y una concha gigante para la Venus chipriota Andromache y su Ela.

Se han llevado la palma el fuego, las jaulas y el toro mecánico de capitoné de Achille Lauro, irreverente italiano que se llevó su Stripper (en la onda del glam rock de Maneskin) de un resultado infructuoso en San Remo a una victoria como representante de San Marino. Con beso homoerótico mediante, la suya ha sido una síntesis en tres minutos de los mejores excesos asociados a Eurovisión.

No ha sido el único mensaje proLGTB. Ahí han estado también I.M. del israelí Michael Ben David (Enorgulleceos, ha pedido tras reivindicar además la cultura del voguing) o el velo enjoyado del australiano Sheldon Riley con la ampulosa Not The Same, sin contar la fugaz boda gay en uno de los vídeos de transición, algo llamativo en un país anfritrión que no aprueba el matrimonio homosexual.

A la suma de registros musicales y estéticos han contribuido el carnaval de sonido indie noventero de los georgianos Circus Mircus en Lock Me In y, sobre todo, la "performance" a lo Marina Abramovich de la serbia KONSTRAKTA, que con rostro pétreo y lavándose las manos ante su séquito de sacerdotes ha hecho un alegato por la salud mental.

Tras el uptempo de la irlandesa Brooke (That's rich) o el country-pop bailable del estonio Stefan (Hope, con fondo del desierto almeriense), la gala se ha visto en su segundo tramo lastrada por la abundancia de baladas, algunas irrelevantes como las de la macedonia Andrea (Circles) o la montenegrina Vladana (Breathe).

En ese punto se ha celebrado mucho más el punto orgullosamente kitsch del rumano WRS, su cambio sorpresa de vestuario, sus bailes entre latinos y zíngaros y su estribillo en español, Llámame (concretamente, "Hola, mi bebebé / Llámame, llámame, llamamé").

Con ese soplo fresco el intérprete más exquisito de la edición, el polaco Ochman, ha entrado en liza con la espiritual y catártica River (que inevitablemente remite a la ganadora de 2019, Arcade).

Y casi al final, entre el r&b un poco Justin Timberlake del belga Jérémie Makiese (Miss You) y la electrónica contagiosa de los checos We Are Domi (Lights off), ha llegado la sueca de voz quebrada Cornelia Jakobs y Hold Me Closer para cantar casi desnuda de artificios desde el suelo del Pala Olímpico y reconquistar a Europa.

Fuera de concurso se han podido escuchar dos dúos, el primero para el eurovisivo Grande amore del trío Il Volo, mermado por el positivo en covid-19 de uno de sus miembros. Lo más relevante ha sido ver en movimiento los famosos arcos que debían haber sido el gran punto diferencial de las escenografías y que, por un fallo que impedía que giraran a más velocidad, han terminado inmóviles.

En el segundo dúo, Laura Pausini y Mika han querido ensalzar la paz a través del Fragile de Sting y un People Have The Power de Patti Smith, aunque para algunos esta versión bien podría haber desencadenado un conflicto de otra índole.

Al término de las actuaciones se ha podido disfrutar finalmente de un minuto de las actuaciones de tres países del Big Five: Alemania, Reino Unido y España. A partir de esta noche será posible ver íntegros sus ensayos en las webs oficiales, así como los de Italia y Francia.

Todos ellos estarán en la final, junto a los clasificados de la primera semifinal: Ucrania, Grecia, Suiza, Armenia, Islandia, Lituania, Portugal, Noruega, Moldavia y Países Bajos.

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