El fin de las mascarillas da paso al comienzo del 'Síndrome de la cara vacía'

Los profesionales advierten de que esta medida puede provocar vulnerabilidad, miedo al contagio y desprotección entre la ciudadanía ► La mascarilla seguirá siendo obligatoria en todos los transportes y en las farmacias
Numerosas personas siguen usando mascarilla en exterior, aunque ya no es obligatoria. DAVID FREIRE
photo_camera Numerosas personas siguen usando mascarilla en exterior, aunque ya no es obligatoria. DAVID FREIRE

Comienza la recta final para la retirada de las mascarillas en interiores. A partir del miércoles ya no será obligatorio utilizar este complemento en nuestro día a día. Sin embargo, parece que hay quien se resiste a decirle adiós.

Hace casi dos años, el 20 de mayo de 2020, el Gobierno publicaba en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la orden que regulaba su uso obligatorio. La decisión del Ejecutivo de pasar del "no tiene sentido que la población sana utilice mascarillas" al "es altamente recomendable", despertó el malestar de gran parte de la ciudadanía. Un cambio de postura que costó asimilar pero que poco a poco fue calando en la sociedad.

En un primer momento el 'boom' por las mascarillas de tela colapsó las tiendas de la ciudad, de hecho, muchas apostaron por fabricarlas ellos mismos y por llenar sus escaparates con diferentes modelos. Fue el caso de Estilo Aramar, un comercio local en el que su dueña, Bibiana Araújo, recuerda como "en aquel momento la gente andaba loca por las mascarillas". "Nosotros las empezamos a hacer cuando había muy poquitas y las de tela eran la mejor solución, porque había problemas para conseguir las otras. Estuvimos vendiéndolas durante un año aproximadamente", explica.

El éxito de este producto fue tal que hasta llegó a haber un establecimiento en la Boa Vila que se dedicaba exclusivamente a la venta de estas mascarillas.

La fiebre por las de tela fue dando paso paulatinamente a las compras compulsivas por las quirúrgicas y, sobre todo, por las FFP2. En la farmacia situada en la Plaza de España aseguran que "hubo un cambio de tendencia, porque al principio todo el mundo quería las de mayor protección y ahora buscan las quirúrgicas, salvo la gente que tiene que ir en avión o tren que sí que compran las FFP2".

Pero, ¿qué ocurrirá ahora con el fin de la obligatoriedad de las mascarillas? ¿Es esta la despedida definitiva?

Retirada "lenta y progresiva"


Los profesionales advierten de que la retirada de las mascarillas podría provocar el 'Síndrome de la cara vacía', o lo que es lo mismo, sentirse vulnerable y desprotegido sin ella. Marina Varela, jefa de servicio de Anestesiología y Reanimación del área sanitaria de Pontevedra-O Salnés hace hincapié en que es fundamental "ser muy prudente", ya que sigue siendo necesario "proteger a la población más vulnerable, a pacientes inmunodeprimidos...".

Ana Barros, peluquera: "Mis clientas no van a querer quitársela y mis compañeras tampoco. Yo seguiré usándola por respeto a ellas"

Es por ello que, "la retirada debe ser muy lenta y progresiva. Hay que actuar con cuidado y precaución, ya que si retiramos todas las medidas puede aumentar el número de casos", insiste.

¿Qué ocurrirá en los gimnasios?


Uno de los espacios en los que más se espera la retirada de estos complementos es en los gimnasios. José Bamio, director del centro BeOne de Pontevedra, tiene claro que eliminar la obligatoriedad de las mascarillas en estos espacios "es algo muy positivo", ya que "a veces hacer los ejercicios intensos con ella se hace aún más complicado".

José Bamio, de Gimnasio BeOne: "Al principio a muchos clientes les costará sacársela pero esto es un paso hacia delante" 

Y aunque es consciente de que "al principio a muchos clientes les costará sacársela", recuerda que los gimnasios "son espacios ventilados, en el nuestro hay una renovación del aire constante". "Nunca hemos sido un foco de contagio, ni siquiera al principio cuando no teníamos la obligación de usarla. Esto es un paso hacia adelante", concluye.

Reticencia en el comercio local


El optimismo que hay en los gimnasios tras esta decisión no se extiende a todos los comercios locales. De hecho, en la peluquería Ana Barros reconocen que "es un poco precipitado sacarlas así de repente". Tanto es así que la dueña está convencida de que "las clientas no van a querer quitársela y mis empleadas tampoco", algo que la lleva a tomar la determinación de "seguir usando mascarilla por respeto a ellas".

"Si hay poca gente y las clientas están seguras con que me la quite, lo haré, pero si hay ocho o diez personas la seguiré llevando porque considero que es un espacio reducido y quitarla de golpe no genera seguridad", explica.

Sofía de Abreu, de Sofía Nails Bar: "Seguiremos teniendo las mamparas de protección para que las clientas estén más relajadas y con mayor tranquilidad"

En las tiendas de ropa también hay cierta incertidumbre sobre qué hacer cuando esta medida entre en vigor. Un ejemplo de ello es la tienda Mepiachi, donde su propietaria, Begoña Miguel, explica que "aunque estamos acostumbradas a usarla, evidentemente estamos deseando sacarla".

En cuanto a los clientes, "yo creo que la gente la seguirá llevando aunque no sea obligatorio, por lo menos hasta verano, ahí ya supongo que cambiará la cosa porque con el calor, usarla es más agobiante", afirma.

Y es que aunque la mascarilla se haya convertido ya en una extensión más de nuestro cuerpo, es indudable que hay ganas de volver a verse las caras.

"Entre los jóvnes hay miedo a exponerse socialmente"

La ciudadanía tardó meses en acostumbrarse a coger la mascarilla antes de salir a la calle. Un proceso lento que, además, provocó la aparición de diferentes hábitos y manías. Costumbres que ahora, poco a poco, irán desapareciendo.

Y mientras una gran parte de la población llevaba meses deseando que llegase este momento, otra parte reconoce sentir preocupación e, incluso, ansiedad.

"La gente va a ir poco a poco perdiendo el temor al contagio, pero algunos llegará a tener fobia por esta situación"

"El miedo a la enfermedad sigue ahí y por mucho que ahora veamos que la enfermedad ha ido cambiando, tanto en la incidencia como en el nivel de letalidad, en nuestra cabeza sigue habiendo preocupación porque nos contagiemos. La gente va a tener que ir poco a poco enfrentándose a esta situación y perdiendo el temor al contagio, pero no podemos pasar por alto que algunos llegarán a tener fobia por esta situación", confirma la psicóloga Estrela Gómez.

Justamente este miedo al contagio y esta vulnerabilidad se agrava entre la gente más joven. "Entre los adolescentes la mascarilla se ha convertido en una forma de protegerse a nivel social. A todos nos ha pasado que no sabemos realmente cómo es la cara de algunas personas, porque ya las hemos conocido con mascarilla. Esto provoca que entre algunos jóvenes exista miedo a exponerse socialmente, a sentirse más vulnerable", explica.

¿Qué hacer para adaptarse?


Lo primero que hay que tener en cuenta es que "al no ser obligatorio quitarla, la gente puede adaptarse al ritmo a lo que necesite", afirma Gómez. 

En cuanto a la clave para perderle el miedo al sentimiento de inseguridad y desprotección, la psicóloga insiste en que hay que "ir de menos a más. Es decir, empezar a usar mascarillas de menos protección o ir quitándosela en sitios con menos gente e ir habituándose, poco a poco, a esas situaciones".

Porque al igual que ocurrió cuando las mascarillas llegaron a nuestra vida, este no deja ser otro proceso en el cual no hay un ritmo estipulado. Cada uno puede volver a la ‘vieja normalidad’ cuando así lo considere.

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