Jubilación: ansia o recelo

Francia está en pie de guerra por el proyecto de Macron que pretende subir la edad del retiro de los 62 años a los 64 y en España caminamos hacia los 67. ¿Hay una edad adecuada para decir adiós a la vida laboral? Cuatro pontevedreses que tomaron caminos distintos explican sus razones
Dos mujeres paseando. ADP
photo_camera Dos mujeres paseando. ADP

La jubilación es un momento crucial en la vida, una etapa ansiada para unos y recelada por otros. Prescindir del trabajo remunerado tiene interpretaciones diversas dependiendo de a quién le toque, de las circunstancias de cada uno y de su manera de entender la vida. Hay quien opina que atrasar la jubilación rejuvenece y hay quien está seguro de que resta años de vida. Ambos tienen razón, según cómo se mire.

Los franceses están estos días en pie de guerra por una propuesta de su Gobierno para retrasar la edad de jubilación de los 62 años a los 64 (Francia vivió el pasado jueves, 16 de febrero, su quinta jornada de huelga y protestas convocadas por los sindicatos, los partidos de oposición de izquierda y los estudiantes para tratar de parar el proyecto de reforma). En España, caminamos hacia los 67, que será la edad oficial en 2027 y se estudia la posibilidad de aplazarla incluso más. El motivo es económico: no se puede asegurar el mantenimiento del sistema de pensiones sin una base de cotizantes amplia.

El beneficio económico de prolongar la vida laboral es evidente. El trabajador mantiene un salario que es más elevado que la pensión y el Estado ingresa euros de cotización cada mes en lugar de pagar pensiones. Hasta aquí, matemática pura.

¿Pero qué hay de la calidad de vida? Pues depende de a quién se le pregunte. Según un estudio del CIS realizado en septiembre, el 75% de los españoles está en contra de retrasar un año la edad de jubilación. Entre estos están los que consideran que cesar en el desempeño de un empleo remunerado mejorará su calidad de vida. No obstante, también hay quien piensa lo contrario y apuesta por trabajar tras la edad de jubilación para mantenerse activo, convencido de que eso contribuirá a su bienestar.

Remuneración, condiciones laborales (no es lo mismo un empleo que requiere más esfuerzo intelectual que físico, como es el caso de médicos, economistas o abogados, que uno cuyo desempeño conlleva un desgaste físico no recomendable en edades avanzadas, como le sucede a marineros, mariscadoras, agricultores o transportistas) y proyecto de vida son las claves que condicionan el posicionamiento ante la jubilación y que marcan la decisión de aplazarla o adelantarla si se presenta la ocasión.

Manuel Constenla

Hace exactamente un año, Manuel Constenla, natural de Teo pero pontevedrés de adopción, se jubiló como Jefe de Servicio de Oncología del Hospital Montecelo. Tenía 70 años, la edad máxima que permite la ley para los galenos. "Yo he trabajado como médico desde los 23 años y realmente ser médico es un estilo de vida, una forma de ser. Aparte de estar trabajando de médico, uno es médico -matiza el oncólogo-. A lo mejor, si fuera otra profesión que te requiriera estar haciendo un esfuerzo físico importante, lo dejaba antes, pero ser médico es distinto. Yo me encuentro igual que hace unos años y nunca me planteé otra cosa que trabajar hasta los 70", asegura Constenla.

Aunque este año ha pasado "muy rápido", reconoce echar de menos la consulta. "Se echa de menos porque yo tenía una actividad asistencial importante, veía a muchísimos pacientes. Dicen que nada fatiga tanto como el reposo y es cierto. Tengo actividad porque con la pandemia las cosas han evolucionado mucho y con el ordenador se pueden hacer muchas cosas. Yo participo en comisiones, congresos... También soy miembro de la Fundación Excelencia y Calidad de la Oncología (ECO) y tenemos reuniones de vez en cuando, pero acostumbrado a la vorágine de la actividad se echa de menos el poder ayudar a los pacientes. Las vacaciones están muy bien cuando solo duran quince días y dices ‘qué bien me venía una semana más’, el problema es cuando tienes muchas semanas más -insiste-. Además, yo soy médico de atender muchos pacientes, entonces, cuando estás muy involucrado en tu profesión, tampoco tienes mucho tiempo para otras aficiones. Yo tengo un velero y de vez en cuando salgo al agua pero...".

Respecto a la polémica reforma de las pensiones de Francia, que contempla el retraso de la jubilación de los 62 a los 64 años, Constenla admite sentirse sorprendido porque "a los 62 años eres un chaval". "El concepto de la jubilación a esas edades está planteado en otras épocas de la historia, cuando a los 60 ya no llegaba casi nadie, pero hoy en día eso ha cambiado muchísimo. Hoy la gente de 60 años está en plena forma", afirma.

"Tampoco sé si es muy sostenible la jubilación a esa edad y luego dependerá del tipo de trabajo -prosigue Constenla-. No es lo mismo estar escribiendo en un periódico que estar cavando en el monte. En el caso de la medicina, cuando tienes 30 años crees que sabes más que nadie, pero cuando tienes el doble te das cuenta de que no era cierto. Eso que dicen los militares de que la veteranía es un grado es cierto. La experiencia se adquiere con el oficio y es un detalle importante", concluye.

José María Corujo

José María Corujo, fundador de Corujo Asesores y presidente de la Asociación de Empresarios de la Mediana y Pequeña Empresa de Pontevedra (Aempe), apostó por la jubilación activa, una modalidad que permite compatibilizar la pensión y el trabajo. "Para mí es una buena fórmula. Sigo trabajando, pero no al cien por cien, que, con 53 años cotizados, es algo que tampoco me apetecía", explica Corujo, de 72 años. 

Pero lo que tampoco quería era cerrar la puerta del despacho definitivamente. "Al ser tuya la actividad, cuesta. Yo tengo a mi hijo al frente, pero siempre echas una mano. La jubilación activa lo dice todo: lo que quieres es estar activo -afirma-. Yo no me veo sin trabajar. Si no estuviera en activo no sé qué haría". Así, en su día a día no puede faltar una visita al despacho. "Sigo dedicando las mañanas al trabajo en el despacho y a veces por las tardes trabajo en casa porque ahora el teletrabajo lo permite", señala.

Al final, a la hora de medir el tiempo dedicado al ocio y el que ocupan las obligaciones laborales, la balanza de Corujo sigue inclinándose hacia el lado del trabajo. "El ejercicio es bueno y hay que andar, pero no valgo para estar paseando todo el día. Y aunque me gusta mucho la lectura y ver una buena película, hay tiempo para todo. Yo trato de seguir la regla de los tres ochos (ocho horas para trabajar, ocho horas para el ocio y ocho horas para dormir), aunque no la cumplo porque ocho horas nunca dormí en mi vida", reconoce el presidente de Aempe.

La jubilación ‘total’ la contempla, pero de momento desde la distancia. "Irá poquito a poco. Vas bajando la marcha, adaptándote al momento y a cómo te encuentras. Mientras te encuentres con fuerzas, el estar activo es vida. Cualquiera en su jubilación puede hacer infinidad de cosas, pero para mí esta fórmula ahora me viene bien y me encuentro cómodo con ella. No me vería dando el callo en un trabajo más físico, pero hay trabajos (de oficina, enseñanza, etc.) en los que acumulas unas experiencias que son muy interesantes para aportar a tu entorno. En mi caso lo aprovecho en ese sentido. De hecho, mi trabajo ahora es más creativo que activo. Estoy pensando por delante, en cómo va a ser el despacho de mi hijo en el futuro".

Respecto a la apuesta de Europa por retrasar la jubilación, Corujo pone el foco en la esperanza de vida actual. "Antes, 65, 70 años ya era una cifra muy alta. El sistema de la Seguridad Social se montó en función de eso, pero hoy el jubilado tiene una perspectiva de vida mucho más amplia y hay que adaptarse a los tiempos. Nuestro sistema es de los mejores que hay en el mundo, pero la caja está deficitaria y habrá que hacer modificaciones".

Ana Santos

"Cuando llevas 35 años y ya tienes exalumnos que se empiezan a incorporar al mercado laboral, dices: ‘Esa es la gente que viene y hay que dejarle paso porque el sistema educativo necesita savia nueva’. Además, en mi caso quería dedicarme a otras cosas, por eso dije ‘hasta aquí llegué’". Así explica Ana Santos por qué en 2020, con solo 60 años, decidió dejar atrás su etapa como profesora de Educación Física en el IES Valle Inclán.

"A mí me encantaba mi trabajo -aclara la docente-. Yo estaba con los proyectos internacionales, con las clases bilingües, y estaba en un momento de mi vida que podía haber seguido diez años más, pero preferí dejarlo y que siguiera otra gente. Además, se jubilaba un grupo importante de profesores que habíamos empezado juntos y todos decidimos lo mismo: ‘Nos vamos para hacer otras cosas’".

Y vaya si las hicieron. Los Jubiletas, como se denominan Ana Santos y este grupo de docentes, pusieron en marcha ‘De Vella a Bella’, una web que incluye entrevistas, una agenda y distintas colaboraciones. "Antes éramos compañeros que nos veíamos en el café y ahora somos amigos. Esta web nos hace juntarnos por la semana y trabajar, pero ya es otra manera de trabajar -precisa-. Ahora el horario lo ponemos nosotros, seguimos teniendo un ritmo de trabajo alto, pero trabajamos en lo que nos gusta y socializamos muchísimo más. Estamos haciendo una red de gente de más de 60 superimportante", destaca.

El grupo se reúne en el espacio de coworking Arroelo, con el que Ana también colabora. "Hay gente que fue alumna mía y siempre tienen proyectos internacionales. Me encanta colaborar con ellos, escucharlos y a veces darles algún consejillo, aunque ellos también me dan a mí. Voy un día a la semana de ‘ángel’, que significa abrir la puerta y atender a los clientes que vienen", explica.

Colaboraciones con la asociación Siete Espadelas, el Coliving Anceu o el Ateneo; un programa en Onda Cero y, por supuesto, el deporte completan su apretada agenda. "A veces incluso digo: ‘Oye, Ana, para un poco’", confiesa.

Sobre el sistema de jubilación, Santos considera que se debería "establecer un mínimo de años trabajados y no cerrar tanto la edad, por ejemplo, que te puedas jubilar entre los 65 y los 67 y que fuera a elección de la persona". "Yo tuve mucha suerte en poder decir ‘ahora me voy’, pero no me jubilé para estar sentada en casa, sino para aportar mi grano de arena. Ojalá todo el mundo pudiera copiar esto", afirma Ana al tiempo que anima a las personas de más de 60 años a contactar con De Vella a Bella, porque es un escaparate donde juntarnos. Somos muchísimos y hay mucho que aportar".

Evaristo Gallego

Evaristo Gallego cumplió 60 años el pasado mes de enero y se jubilará en diciembre tras 38 años trabajando en la Agencia Tributaria. "Uno ha llegado a esta edad, se encuentra con unas facultades y quiere hacer otras cosas que el horario profesional no permite -explica-. Después de terminar la jornada laboral, por la tarde siempre te gusta hacer algo, pero llegada una edad ese tiempo libre no es suficiente para hacer ciertas cosas porque ya las facultades van bajando. Entonces, al valorar entre seguir en tu actividad laboral ya mayor y tener tiempo libre para hacer estas cosas que no puedes hacer, tuve claro que había llegado el momento de poner punto final a mi etapa laboral y, en mi caso, la ley lo permite".

Los planes para esa nueva etapa que empezará a finales de año también están claros: "Hay cuestiones personales y de formación que tienen que ver con el idioma gallego. De hecho, el año que viene lo más probable es que hable en gallego porque mi intención es ‘galleguizarme’ al máximo. También me gustaría llegar a divulgar, escribir para mí... Y dedicarle tiempo al deporte, a la familia, a la huerta... Todo eso te lleva a ponderar y a valorar. Yo quiero hacer cosas que antes no podía, cosas que no tienen nada que ver con lo económico".

Su jubilación temprana tampoco está relacionada con su grado de satisfacción con la labor que ha desempeñado durante casi cuatro décadas. "Yo reconozco que en el trabajo, empezando por los compañeros, sí me encuentro muy gratificado -aclara Evaristo Gallego-. Pero son planes que vienen de lejos y ahora creo que todavía me queda fuerza física y un poquito de cabeza para dedicarme a esas cuestiones que tanto me motivan. No son cosas que reporten dinero -insiste-, sino cosas que uno quiere hacer pero que una dedicación laboral impide. Si dejo pasar muchos años, puede que después ni física ni psíquicamente pueda dedicarme a esa ilusión que tengo desde hace tanto tiempo".

Sobre el debate que siempre suscita el retraso de la edad de jubilación, considera que es una cuestión económica porque "mientras tienes a un trabajador no tienes que contratar a otro".

Asimismo, Evaristo Gallego apunta que "si alargas la vida laboral de un trabajador son menos salidas profesionales que tiene la juventud". No obstante, en su opinión, retrasar la edad de jubilación, que es la tendencia imperante en la mayoría de los países de la Unión Europea, tiene también una " parte buena" porque, argumenta, "un trabajador muy formado siempre es un activo en la empresa por su conocimiento y el conocimiento siempre redunda en los que tiene alrededor".

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