Las agujas más solidarias

Una tienda de lanas organiza una campaña de recogida de mantas para los refugiados sirios. Los participantes deben tejer las aplicaciones, que posteriormente se unirán mediante hilo
Una de las clases que imparte Ana Alfonsín para aprender a calcetar y ganchillar
photo_camera Una de las clases que imparte Ana Alfonsín para aprender a calcetar y ganchillar

"Vimos la campaña en Facebook y nos pareció muy buena idea", explica María José Fortes. Ella da nombre a Pepa y Punto, una tienda de lanas situada en las galerías de Benito Corbal, que se ha sumado a la iniciativa ‘'La manta de la vida'’, impulsada por la Asociación de Apoyo al pueblo Sirio (www.aaps.es).

Uno de los objetivos de este colectivo es luchar contra el frío, por lo que ha iniciado una campaña de recogida de mantas. "Necesitamos aplicaciones de 30 por 30 centímetros realizadas en agujas de cinco milímetros. A medida que nos las vayan facilitando las iremos cosiendo". La fecha límite es el 10 de octubre, ya que deberán enviarse a Madrid antes del día 15 para remitirlas a los refugiados. "Vimos que había varios grupos de trabajo por toda España y decidimos unirnos, porque es algo que podemos hacer fácilmente". De momento la acogida está siendo muy buena. "Usaremos todas las aplicaciones que nos manden, ya sea para mantas grandes o más pequeñitas para bebés". Asimismo, María José apunta que no es necesario utilizar ningún hilo concreto ni ningún color en especial. "Vale con los restos que cada uno tenga en casa".

La iniciativa le ha encantado a los usuarios —en su mayoría mujeres— que acuden a menudo al taller de calceta y ganchillo que se imparte en el local, abierto hace casi dos años. Allí la encargada de enseñar los secretos del arte de tejer es Ana Alfonsín. Sus alumnas tienen edades de todo tipo, desde Paula, de seis años ("la excepción, porque normalmente no empiezan hasta los ocho o nueve años", apunta María José), a Auri, de 76 primaveras. "Tenemos desde chicas jóvenes que esperan un bebé y quieren tejer alguna prenda a personas que les llama la atención pero nunca se habían animado".

María José: "Mucha gente viene con problemas y aquí dejas el estrés en las agujas. La calceta y el ganchillo son una terapia"

FACILIDAD. Septiembre ha animado el club de calceta. La inmersión en este ámbito no es difícil. "El primer día ya aprendes a montar puntos. En tres días puedes elaborar un cuello aun siendo muy novata" y en poco más técnicas como las agujas circulares para tejer prendas sin costuras. Ocho meses, subraya, ya dan para confeccionar piezas con hilos finos y puntos difíciles. "Calcetar es muy fácil. Solo hay que tener ganas de aprender".

En lo que tanto María José como Ana están de acuerdo es que esta labor es una terapia que funciona estupendamente. "Mucha gente viene con problemas. Con depresión, en paro... Necesitan entretenerse y aquí se relajan, hacen amigos... Dejas el estrés en las agujas. Lo vas liberando". De hecho, algunas de las participantes incluso dejaron de ir pero solo por haber encontrado un empleo que les dificulta los horarios.

A esta ventaja se suma la motivación que supone crear una prenda artesana, original y que, si es para un regalo, lleva implícito el cariño con la que fue elaborada. Y tampoco es caro, apunta María José. Las agujas cuestan entre dos y cuatro euros y por otro tanto se adquiere un ovillo de lana. Las clases, que se imparten a diario mañana y tarde, van desde los cinco euros por dos horas a 20 euros al mes (120 minutos semanales).

Más allá de bufandas y jerseys, el último grito son los amigurumis, muñecos de croché de origen japonés rellenos de fibra de poliéster que hacen las delicias de pequeños y mayores. "Uno sencillo se puede hacer en dos días". El ganchillo "se asociaba con los tapetes de la abuela", pero Internet abrió un sinfín de posibilidades.

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