"Los chinos no pueden traer tanta basura"

Luis Santamaría Villaverde regenta una de las ferreterías más veteranas de Pontevedra, subsistiendo en un mercado donde la feroz competencia de las grandes franquicias, Internet y, sobre todo, los negocios asiáticos dinamitan día a día al pequeño comerciante. Después de 27 años en la brecha, Luis ve cerca la jubilación, pero el relevo generacional está garantizado
Luis Santamaría Villaverde
photo_camera Luis Santamaría Villaverde

SE ENCUENTRA enfrascado en la modernización de su empresa. Pero nada de una mano de pintura al añejo local de Benito Corbal ni de colocar focos más potentes... Lo que le preocupa ahora mismo es crear una base de datos informatizada de las más de 10.000 referencias que tiene Ferretería Villaverde. «Es algo que debimos haber hecho en su momento, porque habría sido más fácil, y que ahora se ha convertido en un trabajo titánico y muy laborioso», se lamenta Luis Santamaría Villaverde, propietario del negocio.

Su vínculo con el mundo de la ferretería le viene de familia. Su bisabuelo era herrero en Santiago, ciudad en la que su abuelo fundó la primera empresa de la saga, en 1887. Estaba predestinado a perpetuar la tradición pero las obligaciones laborales de su esposa le condujeron hasta Pontevedra a mediados de los 80: «Ella acababa de terminar la carrera de Farmacia y como en Santiago los precios estaban prohibitivos, nos vinimos aquí, donde ella ya tenía familia, y encontramos algo que podíamos asumir».

Cercanía con el consumidor "Muchos clientes se nos quejaban de que el comerciante pontevedrés era bastante soberbio, mientras que en nosotros encontraba amabilidad"

Luis trabajaba por aquel entonces en la ferretería familiar de Santiago, «pero al llegar los hijos, había que echar raíces en algún lado y me planteé venirme yo para aquí». Durante un tiempo se dedicó a tantear el mercado en la ciudad y comprobó que estaba comandado por dos grandes gigantes: Afar y Silva. «Al principio tuve bastante miedo de que las cosas no saliesen bien, porque aunque Afar ya estaba de capa caída, seguía siendo un referente. Y Silva, aunque se orientaba más hacia el profesional que hacia el público, también era una competencia importante». También tuvo muy en cuenta a Ferretería Echegaray, que empezaba a dar sus primeros pasos de la mano de un gran conocedor del sector: Pepín.

Descaro "La gente viene a la tienda a buscar información sobre un producto para comprarlo después por Internet"

Sin embargo, Luis Santamaría hizo sus cábalas y concluyó que había posibilidades de negocio. Su primera estrategia fue fichar a su Messi particular, Rafa, tras ‘robárselo’ a Afar. «Yo conocía muy bien el sector, pero él conocía muy bien a la ciudad y a los pontevedreses. Y eso, en negocios donde hay mucho contacto con el cliente, es fundamental». Buscó el local adecuado y lo encontró en el número 37 de Benito Corbal. «Era grande, estaba en una calle muy céntrica y, lo más importante, no tenía competencia cerca».

NEGOCIOS PARALELOS. El sector de la ferretería está íntimamente ligado a la automoción y a la construcción. «Antes en esta zona estaban Recambios Cortizo, Recambios Tomé, un taller mecánico en Barcelos, muebles Míguez... y eso le daba mucho movimiento al negocio. Pero al cambiar la estructura de la ciudad, esa venta al ‘manitas’ de turno desapareció. En aquellos años se vendía por igual al profesional que al particular, pero hoy en día la proporción sería 90-10».

Luis y su familia fueron superando escollos para continuar en la brecha e ir afianzándose en el siempre competitivo mundo de las ferreterías. Sus mayores bazas fueron la experiencia, vender productos de calidad y un trato muy cercano con el cliente. «Todos los inicios son difíciles, aunque yo tuve la suerte de acercar con la elección de la calle y con el personal que contraté. Además, mucha gente se nos quejaba de que el comerciante pontevedrés era bastante soberbio, que le faltaba mimar al cliente, mientras que en nosotros encontraba amabilidad, atención, disposición...».

Cuando Ferretería Villaverde abrió sus puertas, en 1989, ya existía el mercado de importación asiático, «pero apenas se veía. Fueron creciendo con los años». Luis dice desconocer el impacto real que estos negocios han tenido el sector «porque antes iba a convenciones del gremio, pero me volví muy cómodo y desconecté».

No obstante, considera que esta competencia «hizo más daño del que están haciendo ahora, porque también los chinos se empiezan a dar cuenta de que no pueden traer tanta basura. Por muy barato que sea, no deja de ser basura, y ahora ofrecen productos de más calidad. Incluso fabricado en España».

Las grandes superficies y las potentes franquicias suponen también un rival muy duro, si bien Luis matiza «que ellos están orientados sobre todo hacia el profesional, hacia las grandes ventas, y tal vez en ese sentido no nos perjudiquen tanto».

EL NUEVO ENEMIGO. Las incuestionables ventajas que ofrece la venta on line a través de Internet ha disparado el número de empresas que cada vez más apuestan por esta plataforma para comercializar sus productos. Es el nuevo gran enemigo de los empresarios tradicionales.

El gerente de Ferretería Villaverde explica una tendencia que, personalmente, le molesta bastante: «Desde hace cinco años noto que la gente viene a la tienda y pregunta todo tipo de detalles sobre una maquinaria concreta, por ejemplo, un taladro. Te pasas un buen rato explicándole y aclarándole sus dudas y cuando ya sabe el modelo que quiere gracias a la información recibida, se va y dice que ya lo comprará en una gran superficie o por Internet».

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