Los gallegos celebran el día de Todos los Santos con flores y visitas a cementerios y pastelerías

Son cuatro, oficialmente, los camposantos singulares de Galicia y están enclavados en Lugo, en San Amaro y Camariñas (A Coruña) y en Cambados (Pontevedra)

Los gallegos cumplen con la tradición de visitar sus cementerios cada primero de noviembre, Día de Todos los Santos, pero esta tierra presume durante todo el año de un importante patrimonio natural que está asociado a estos lugares de recogimiento, los cuales comparten protagonismo con la pastelería y las flores.

Son cuatro, al menos en lista oficial, los camposantos singulares de Galicia, y están enclavados en Lugo, en la provincia de A Coruña, San Amaro y Camariñas, y el último, en Cambados (Pontevedra), tras la última adhesión de Santa Mariña a una ruta europea con un aura de misticismo no válida para quienes no disfruten del necro-turismo.

Estos grandes museos al aire libre, en los que de alguna manera la muerte se transforma en vida, se llenan este domingo de centros medianos de rosas, el producto más demandado en las floristerías de la Comunidad, de crisantemos, y de claveles e incluso de orquídeas, aunque este último se sitúa entre los productos más selectos por su precio.

Pero de la celebración de esta fecha se benefician también otros sectores, como la pastelería, que despacha el "dulce estrella", los huesos de santo, unos canutillos de mazapán duro rellenos de mantequillas, pralinés y mermeladas de diferentes sabores.

LUGARES LLENOS DE HISTORIA. También muchas veces es la propia belleza de estos recintos la que impulsa a los ciudadanos a realizar una visita con el único motivo de observar cómo los cementerios pueden llegar a contar la historia de los lugares en los que están ubicados.

Ocurre en la parroquia de Orega (San Xoán), en el municipio orensano de Leiro, donde existe una sepultura del año 1973 de una mujer de sesenta años y testigo de Jehová que no pudo ser sepultada dentro de los límites del cementerio, pero tampoco se encontró mejor solución que la de una cuneta. Lo cuentan párrocos de la zona, y señalan que se le ofreció a la familia una solución, con el tiempo, pero se negaron, con lo que el tema se ha convertido en tabú.

Entre los recorridos más habituales por la zona están las tumbas antropomorfas talladas en la roca granítica, como ocurre en San Andrés de Abelenda das Penas, mientras que en Ourense el cementerio de San Francisco está considerado como una "auténtica obra de arte".

En Camariñas, en la salvaje Costa da Morte, está el Cementerio de los Ingleses, con una historia ligada al naufragio del Serpent. En 1990 se celebró el centenario de ese hundimiento, y para ello, se restauró la pequeña construcción donde fueron enterrados los 172 marineros ingleses que fallecieron en el fatídico accidente.

Muy cerca, aunque fuera de esta red, en Fisterra acapara todas las miradas el conocido como cementerio del fin del mundo, compuesto por 14 cubos de granito proyectados hacia el mar desde un portentoso acantilado e ideado por César Portela, arquitecto premiado por levantar una de las mejores obras funerarias del mundo, en la que no hay difuntos.

La configuración y el valor metafórico de su diseño, esa especie de contenedores, en este caso blancos, que el océano arroja a tierra cuando se produce un naufragio; así como su emplazamiento, lindante con mar y cielo, convence a los vecinos de la zona partidarios de la modernidad, pero no a los que están más apegados a las tradiciones.

Otro lugar santo de reposo que cautiva a los visitantes y que sí pertenece a la Ruta Europea de Cementerios Singulares es San Amaro, en la capital coruñesa. Su buena acogida ha quedado demostrada con las visitas programadas con motivo de su no tan reciente bicentenario.

Emplazado frente al mar, está considerado uno de los más importantes de Galicia y una de las mejores muestras del neoclásico, así como uno de los pocos cementerios marinos del planeta.

El Ayuntamiento lucense, también presente en la red, organiza visitas guiadas a su reconocido cementerio municipal San Froilán y presume además esta provincia del viejo camposanto de Mondoñedo, lugar que acoge los panteones de reconocidos músicos y escritores, algunos hijos ilustres de la ciudad, como Álvaro Cunqueiro. En su lápida se puede leer el conocido epitafio: "Eiquí xaz alguén que coa súa obra fixo que Galicia durase 1.000 primaveras máis" ("Aquí yace alguien que con su obra hizo que Galicia durase 1.000 primaveras más"). Entre sus inquilinos figuran científicos, políticos, intelectuales y artistas, como los músicos Marcial del Adalid o Castro Chané, o poetas como Eduardo Pondal, Curros Enríquez, Manuel Murguía o Wenceslao Fernández Flórez.

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