Durante la madrugada del sábado al domingo los relojes deberán atrasarse una hora para dar inicio al horario de invierno. Así, cuando lleguen las 3.00 horas las manecillas deberán regresar a las dos, con lo que habrá una hora más de sueño.
La medida, que obliga a todos los países europeos a hacer este cambio, tiene como objetivo el ahorro energético. Según estimaciones del Ministerio de Industria, el potencial de ahorro en iluminación en España puede llegar a representar un 5% de consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.
El cambio de hora comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron cambiar sus relojes para aprovechar mejor la luz de sol y consumir menos electricidad en iluminación.