PERIODISTA Y SOCIÓLOGO QUE PRESIDE NEXT EDUCACIÓN

Manuel Campo Vidal: "La España urbana se dio cuenta de que la España rural es importante"

Abanderado de la cruzada contra la España vaciada, acaba de publicar la obra 'La España despoblada. Crónicas de emigración, abandono y esperanza' y este miércoles participará en Lugo en un foro sobre este problema que organiza el Grupo El Progreso por segunda vez
Manuel Campo Vidal. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Manuel Campo Vidal, cuando recibió el premio Puro Cora. VICTORIA RODRÍGUEZ (AEP)

Un año después de ese primer foro, ¿todo sigue igual o ha cambiado la situación?
Han cambiado las cosas. Hace un año Teruel Existe entraba en las Cortes con un diputado y dos senadores. Ese diputado fue determinante para que le diera la mayoría de gobierno al presidente Pedro Sánchez. Se ha cumplido la promesa de crear un Ministerio de Reto Demográfico, que es una parte del Ministerio para la Transición Ecológica, que dirige la vicepresidenta cuarta Teresa Ribera. Estamos algo mejor también porque, a finales de octubre, el Gobierno nombró a Paco Boya como secretario general de Reto Demográfico. Esta persona conoce muy de cerca todos los asuntos de la despoblación porque presidía la Asociación Española de Municipios de Montaña –en España hay más de 1.500– y además fue jefe de la administración propia del Valle de Arán (Lleida). No está todo ganado, pero la España urbana se ha dado cuenta de que la España rural es importante.

La pandemia ha reforzado la imagen del rural.
Me parece detectar una mirada de agradecimiento de la España urbana a la España rural porque gracias a que haya agricultores y ganaderos en Lugo, en Huesca, que es mi provincia, y en otros tantos lugares no se ha cortado la cadena de suministro alimentario. No me quiero imaginar si en medio de esta catástrofe hubiera desabastecimiento en los supermercados, hubiera sido un desastre. Por un lado se ha producido eso y por otro lado hay un incremento de las personas que piensan que vivir en el pueblo no está tan mal. Una estadística de Google de hace muy pocos días demostraba que se disparó la búsqueda de casas en pueblos. Incluso también tenemos constancia cercana, aunque no hay una estadística, de que hay personas que han pasado a entender que su segunda residencia, la casa que tenían en el pueblo, la de fin de semana o la de las vacaciones, puede pasar a ser su primera residencia si tiene internet y tienen que teletrabajar. Estos no son todavía volúmenes significativos, pero son signos de revitalización que bienvenidos sean.

Curiosamente dos factores que son negativos como la despoblación y la dispersión geográfica han jugado esta vez a favor del rural sanitariamente.
Vivir en un pueblo es mucho más saludable que en la ciudad, nadie lo duda. Yo cuando me levanto por las mañanas, vivo en el barrio de Aravaca de Madrid, veo a veces una boina que está sobre el gran núcleo urbano de la ciudad. Es estremecedor porque ahí están viviendo muchísimas personas, las enfermedades respiratorias se ven muy afectadas... Cuando ha llegado una situación tan extrema como la que aún estamos viviendo esa apreciación se ha visto todavía más reforzada. Como dice el profesor Manuel Castells, el actual ministro de Universidades, un gran sociólogo del que tuve el honor de ser alumno suyo en París hace muchos años, con esta pandemia la salud ha pasado a ser la infraestructura básica de nuestra vida.

Sin embargo, los recursos que serían precisos para combatir la despoblación con la pandemia se han tenido que orientar hacia otros fines.
Hay mucho hecho en infraestructuras. Es verdad que quedan islas, como las provincias de Teruel y Soria, que el tren a Extremadura no termina de llegar nunca y la alta velocidad a Galicia tampoco... La pandemia también ha acelerado las inversiones en digitalización. La presidenta de la Diputación de Palencia dice que para el medio rural la aceleración de internet le va a permitir hacer en un año lo que antes hubiera hecho en diez. Estamos con unas perspectivas –que no quiere decir con una realidad– mejores que hace un año cuando celebramos en Lugo esa primera jornada, que marcó un precedente porque a partir de ahí se solicitaron hacer más en otras provincias. Valoro mucho que El Progreso, en alianza con Next Educación y con el apoyo de los patrocinadores, volvamos un año después sobre este problema, analicemos si hemos progresado o no, dónde se están tomando iniciativas... Es un espejo para mirar cómo avanza el problema, que no es de Lugo sino de 27 provincias en España, ya que sus capitales están perdiendo población.

¿Qué medida es inaplazable?
La mejora de la situación que tenemos no se puede alcanzar sin una gran alianza de todas las administraciones, central, autonómica y local, y también con la sociedad civil, las cooperativas, las grandes empresas, sobre todo las públicas. Correos ha sacado un servicio, Correos Market, con el que un emprendedor, aunque esté situado en la última aldea de Lugo, puede anunciar sus productos a través de esa plataforma a coste cero. Luego cuando venda ya pagará una comisión. Y sabe que tiene la logística asegurada. Red Eléctrica también está haciendo algunas colaboraciones muy interesantes, por ejemplo con la organización de mujeres rurales Fademur.

Pero no están los ánimos para una entente entre administraciones de diferentes colores políticos.
Hay más crispación en el ámbito del Congreso de los Diputados que en los ámbitos territoriales en donde las fuerzas políticas saben que tienen que sumar. La ciudadanía, sobre todo de la zona rural, no le va a perdonar a los políticos que estén más por la confrontación que por la cooperación cuando la situación es grave. La provincia de Lugo tiene más habitantes mayores de 75 años que menores de 25, como Ourense o Zamora.

No parece un problema tan solo de España.
La situación de España es peor que la de otros países porque tenemos una despoblación tremenda, un declive demográfico y la masculinación del territorio. Si no hay jóvenes ni mujeres no existe la llamada generación de soporte.

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