Mujeres sin TIC

COMO SI ya no tuviésemos bastante con la brecha salarial -esa expresión que indica simple y llanamente que cobramos menos que los hombres por ser mujeres-  ahora parece que  también somos parte de otra: la brecha digital. Ésta hace referencia a las personas o colectivos que no utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)  en su vida cotidiana o profesional.

Parece evidente que si la mujer ya está arrinconada en el mundo rural, la era de las tecnologías no ha cambiado en nada su situación. Son pocas las mujeres rurales que tienen la posibilidad de aprovechar las enormes posibilidades que ofrecen las TIC para conectarse con el mundo y con la formación.

Pero tampoco las mujeres de las ciudades están en posición de equilibrio. A pesar de ser mayoría en muchas de nuestras universidades, en las carreras de carácter tecnológico la presencia femenina es simbólica. Como si un fantasma prohibiera el acceso a las ingenierías, las chicas brillan por su ausencia. Lo más grave de esta situación es que todos los indicadores económicos apuntan a que la creación de empleo en los próximos años y décadas, provendrá de esas áreas: ingenierías e informática en todas sus vertientes. Por tanto, de no remediar esta tendencia (sólo uno de cada diez estudiantes de ingeniería es mujer) vamos camino de una nueva era de marginación.

El último consejo de ministros aprobó, entre otras cosas, un plan para promover la igualdad en la sociedad digital, basado en la formación de las mujeres en el uso de las TIC y en el fomento de la presencia de profesionales y empresarias en este sector. Este último aspecto es clave para reducir esa famosa brecha digital. Sin ir más lejos, aquí en Galicia, un grupo de mujeres empresarias, directivas, emprendedoras y profesionales intentamos no quedarnos fuera de este tren tecnológico que está en marcha y cuyo motor será el núcleo del crecimiento futuro. La Unión Europea destina importantes fondos a la innovación. Las mujeres no podemos ni debemos quedarnos al margen siendo meras espectadoras de las oportunidades que ofrecen esas ayudas.

El próximo 26 de septiembre en Santiago de Compostela una amplia jornada con expertos en financiación e igualdad  nos enseñará  las claves para aprovechar el momento. El resto —la creatividad y el impulso emprendedor— deberemos  ponerlo nosotras.

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