"No nos gusta volar demasiado alto, no vaya a ser que la caída sea demasiado dura"

Desde pequeños han estado colaborando en el negocio familiar, una conocida panadería de Pontevedra que les ocupa casi las 24 horas del día durante rácticamente todo el año. Ahora los primos Acuña han tomado las riendas y prevén liderar una nueva fase de expansión de la firma, para la que ya han adquirido terrenos en Vilaboa
Andrés Acuña (izquierda) y Jacobo Acuña (derecha).
photo_camera Andrés Acuña (izquierda) y Jacobo Acuña (derecha).

A sus 33 y 32 años de edad, Andrés Acuña y Jacobo Acuña han tomado las riendas de la panadería Acuña, a la que Diario de Pontevedra entregará uno de sus premios Pontevedreses el próximo de mayo. Tras 70 años de trayectoria, la empresa cuenta en la actualidad con 19 establecimientos, un despacho móvil y una plantilla integrada por 150 empleados directos.

¿Cómo han recibido la noticia?

Andrés: Es un honor. No nos lo esperábamos, porque la verdad es que no recibimos muchos premios. El último fue el año pasado cuando la Peña de la Boina premió a mi padre por su trayectoria empresarial.

La empresa fue fundada en el año 1945. ¿Cuál fue su primer establecimiento y de quién fue obra?

Jacobo: El primer local fue la sede de la Avenida de Vigo, que fue fundada por Rogelio Acuña Acuña, nuestro bisabuelo.

"Originariamente la panadería era de un señor que se llamaba Irigoyen que escapó cuando estalló la guerra"

Andrés: Originariamente, la panadería era de un señor que se llamaba Irigoyen y que escapó cuando estalló la guerra. Nuestro bisabuelo, que era carpintero, iba allí a buscar el pan y al ver que el negocio quedaba en manos de Dios decidió hacerse cargo. Cuando el propietario regresó se quedó sorprendido de que no estuviera destruido y aceptó la propuesta de nuestro bisabuelo, que le pidió adquirir el despacho. En aquel momento, Irigoyen tenía una fábrica de caramelos y otra de chocolates y se puede decir que fue cuando empezó la historia de Acuña.

¿Por qué deciden incorporarse al negocio familiar?

Andrés: Siempre tuvimos el negocio en casa y lo cierto es que ninguno de los dos éramos grandes estudiantes.

Jacobo: No es el trabajo de tu vida, pero siempre nos gustó.

Andrés: Si no tuviéramos donde ‘caer’ es probable que buscáramos otra salida, pero teniendo esta posibilidad...

Jacobo: Tiramos por lo de casa.

¿Cuándo tomaron el relevo?

Andrés: No hay un momento exacto. Llevamos quince años trabajando aquí, pero lo que se dice trabajando en serio, porque desde pequeños estuvimos echando una mano, en Navidades, verano…

Jacobo: Siempre ayudamos desde niños, pero fue a partir de los 19 y 20 años cuando nos involucramos de una manera más seria.

Acuña cuenta en la actualidad con 19 despachos. ¿Cuál ha sido la clave de este proceso de expansión?

Andrés: Un poco de todo. Supongo que la ilusión de nuestros padres de ver crecer el negocio y la vocación, porque nosotros vivimos para esto. Apenas tenemos vacaciones y estamos operativos casi las 24 horas del día, porque siempre está algo en funcionamiento, si no son los despachos, es la fábrica o los panaderos. Estamos al pie del cañón de lunes a domingo y todos los días del año.

Jacobo: Aparte de la ilusión, creo que el crecimiento tiene que ver con que aparecieron nuevas oportunidades, el producto es bueno y los clientes están contentos. De hecho, siempre venía gente preguntando por qué no abríamos en otros lados, momento en el que surgió la idea de expandirnos y aprovechar el tirón.

¿Es un proceso que ha tocado techo o que pretenden continuar?

"Ahora mismo tenemos unas 60 peticiones de franquicia y los franquiciados quieren más despachos(...), la nave se nos queda pequeña"

Andrés: De momento no nos expandimos más porque no queremos y porque no podemos. Ahora mismo tenemos unas 60 peticiones de franquicia y los propios franquiciados quieren montar más despachos. El problema es que tenemos las instalaciones que tenemos y la nave se nos queda pequeña.

Porque todos los productos se fabrican en la sede de la avenida de Vigo...

Jacobo: Sí. Aquí se hace cada barra a mano, por lo que llega un momento en el que el volumen no nos permite ampliar más el negocio.

¿Contemplan la posibilidad de ampliar la producción ante esta creciente demanda?

Andrés: Compramos hace dos años unos terrenos en Vilaboa.

Jacobo: Pero vamos poco a poco. No nos gusta volar demasiado alto, no vaya a ser que la caída sea demasiado dura. Nos gusta avanzar sobre terreno firme.

En 2012 un panadero valenciano desató la guerra del pan ofreciendo barras a 20 céntimos. ¿Esta batalla se está librando en Pontevedra?

Nosotros nunca vamos a entrar en esa pelea, porque vendemos el producto al precio que consideramos que vale

Jacobo: No. Esa guerra duró cinco días, supongo que hasta que ese panadero se arruinó, porque esa táctica supone perder dinero. No tiene ni pies ni cabeza.

Andrés: Esa estrategia es común en los supermercados, pero hay que tener en cuenta que este tipo de establecimientos tienen miles de referencias y se pueden permitir tirar los precios en un determinado producto para que sirva de gancho.

Jacobo: Nosotros nunca vamos a entrar en esa pelea, porque vendemos el producto al precio que consideramos que vale. El nuestro es un producto artesanal, hecho con mucho mimo y esmero.

De todas formas, ¿no perciben una creciente competencia en la venta de pan en Pontevedra? Porque cada vez hay más productos a precios más competitivos y en lugares más distintos...

Hay mucho pan de cadena de congelación, pero no casero y artesanal

Jacobo: Sí, pero no vemos que haya una competencia en pan artesanal. Hay mucho pan de cadena de congelación y de consumo rápido, pero no vemos que haya mucho producto casero y artesanal.

Consideran entonces que hay un precio mínimo para garantizar la calidad.

Andrés: Correcto. Hay empresas a las que le resulta más rentable fabricar barato que fabricar con calidad. En un supermercado puedes comprar una empanada por cuatro euros, pero esa empanada está hecha con productos de baja calidad y a esa empresa le puede haber costado un euro. A nosotros nos puede costar 8,50 euros, por lo que ellos ganan tres euros y nosotros uno. Con todo, intentamos ofrecer precios reducidos para intentar competir contra el resto del sector.

Los estudios dicen que la rivalidad desembocó en un repunte en el consumo de pan. ¿Lo han percibido en el mercado local?

Andrés: El consumo está estabilizado, pero yo recuerdo que cuando acompañaba a mi padre en el reparto era habitual dejar tres o cuatro barras de pan en muchas casas, cosa que ahora no sucede. Los estudios dicen que el consumo ha subido, pero nosotros lo vemos estable.

Otra de las novedades que se perciben respecto a hace unos años es que Acuña ha ampliado su gama de productos...

Andrés: Siempre hay unos productos básicos y luego intentamos incorporar novedades, que se quedan o se van en función de su aceptación.

Jacobo: También hay productos que van más dirigidos a la época de verano y otros a la de invierno, aunque siempre hay la opción de encargar cualquiera por adelantado. La monotonía aburre, por eso procuramos variar.

¿Cuáles creen que son los ingredientes de un pan excelente?

Andrés: Buena harina, buen fermento, buena materia prima…

Jacobo: Buena agua… elaboración artesanal…

Andrés: Y algo muy importante: cocinado en un horno con solera de piedra, como el de Acuña.

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