"Si no comparto, creo que no existo"

Cada vez son más los menores que poseen móvil propio, una tendencia al alza que complica las vacaciones de muchos. en los meses estivales el uso de las redes sociales aumenta hasta en un 91%

Adolescentes con sus móviles. ARCHIVO
photo_camera Adolescentes con sus móviles. ARCHIVO

Los jóvenes están gobernados por la dictadura del like, según confirman los datos. Con la llegada del verano, los horarios de los adolescentes se vuelven más flexibles; el descanso tras el fin de las clases y los exámenes abre paso a un calendario más relajado y preparado para el ocio. Los problemas llegan cuando este tiempo libre se transforma en adicción.

Las TIC han supuesto una auténtica revolución tecnológica en la vida de la ciudadanía. Tanto es así, que los españoles invierten una media de tres horas diarias mirando sus pantallas. Los smartphones encabezan, en la actualidad, la lista de vicios nacionales, sólo por encima del tabaco o del alcohol; sustancias sobre las cuales sí existe cierta conciencia social y toda clase de campañas de prevención al servicio de los grupos de riesgo.

NIÑOS-VIDENS. Sin embargo, a los miembros de la generación Z, el conjunto de menores nacidos después del año 2000, ya se les conoce por el nombre de nativos digitales. Para ellos, los dispositivos móviles son imprescindibles y susceptibles de ser utilizados en cualquier momento y en cualquier lugar. "Miro el móvil, lo menos, una vez por hora",  confiesa Paula, estudiante de cuarto de la ESO.

Diego, 15 años: "He llegado a borrar alguno de mis posts al ver que no tenía suficientes likes"

El 30% de los niños de 10 años ya tienen teléfono, según el informe ‘Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes’, del Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat, en Barcelona. La cifra aumenta hasta el 70% cumplidos los 12. Esa es la edad de Elaia, quien asegura que "varias niñas de mi clase lo tienen desde hace años. Es muy raro, todavía no lo necesitamos". Pero Elaia es una excepción , porque"los móviles se han convertido en el regalo estrella de las comuniones", explica ella misma.

COMPORTAMIENTO. Instagram es la red social preferida por los usuarios jóvenes, seguida de WhatsApp y Youtube. Allí dejan constancia de todo aquello que hacen a tiempo real, lo cual puede llegar a ser una amenaza para su seguridad. "Si no comparto, creo que no existo", bromea Diego, un joven de 15 años. "He llegado a borrar alguno de mis posts al ver que no tenían suficientes likes", admitió."Yo no postureo, pero noto que muchos de mis seguidores se sacan fotos comprometidas buscando el like", comenta Elaia. Cuestiones como la aceptación social y la autoestima son una constante en sus discursos.

En cuanto a los riesgos, ellos son los primeros en advertir qué conductas evitar: "Sólo agrego a la gente que conozco ", aclara Paula, que recibió talleres escolares acerca del uso responsable de las tecnologías en hasta tres ocasiones en su instituto, pero Elaia y ella son las únicas que han tenido esta oportunidad, que, por cierto, todos demandan. Al hilo de esta cuestión, Diego relata conocer un episodio de ciberacoso cercano: "A una chica de mi colegio la suplantaron en Tinder con una cuenta falsa y fotos suyas".

Al reflexionar sobre los hábitos propios, ninguno se cree enganchado a lo digital. En una escala de dependencia del 1 al 10, la mayoría se sitúa entre el 6 y el 8, asumiendo como normal un ligero abuso de los smartphones entre menores.

Elaia, 12 años: "Varias niñas de mi clase tienen móvil desde hace años. Es muy raro, todavía no lo necesitamos"

EL BUEN USO. El mayor del grupo, José, de 19 años insiste en un enfoque más optimista. "Los móviles no deberían de ser un enemigo para los padres, es un tema de educación. Yo me considero bastante autodidacta gracias a Internet, he visto muchos tutoriales de química en Youtube". "A veces pienso que existe una persecución a los millennials; lo nuevo no debería de ser sinónimo de lo malo", añade.

Y lleva algo de razón. En los últimos tiempos, la ‘marca’ millennial ha recibido una atención mediática, e incluso, académica, inexplicable y no siempre positiva. Por norma, suelen ser definidos como personas narcisistas, inmaduras y con dificultades sociales. Al menos desde la óptica de la generación anterior, de la que, del mismo modo y con seguridad, sus predecesores dijeron algo parecido.

Increpar a los que vienen detrás de uno es, en realidad, una constante a lo largo de la historia. Los titulares y los editoriales se suceden sin que ellos tengan la más mínima oportunidad de réplica. Por esa razón, resulta fundamental dar voz a aquellos que todavía no tienen un espacio propio en lo público. Su testimonio es clave a la hora de combatir los tópicos, entender la problemática y, en definitiva, transformar al adversario tecnológico en un aliado de la familia y del verano.

Comentarios