"Trabajo 9 horas diarias, 6 días a la semana, y es un no parar"

Luisa y Marina son dos camareras de piso, o kellys, de Pontevedra que, tal y como está la situación, prefieren ocultarse bajo identidades falsas. Aunque ambas admiten que la situación en Galicia no es tan mala como en otros enclaves turísticos, sí consideran que se trata de una profesión que no está valorada

Una camarera de piso durante su jornada laboral. Javier Cervera-Mercadillo
photo_camera Una camarera de piso durante su jornada laboral. Javier Cervera-Mercadillo

Luisa, que por precaución prefiere hablar con un nombre supuesto, no conoce otro oficio que el de camarera de piso. Empezó con apenas 18 años y ahora que está a punto de llegar a los 50 ya no se ve haciendo otra cosa.

Aunque su trayectoria laboral ha transcurrido principalmente en establecimientos hoteleros de las Rías Baixas, también vivió de primera mano cómo se trabaja en zonas tan turísticas como Canarias. "Allí es un mundo aparte. No es Galicia. Yo trabajé dos años en un hotel de cinco estrellas de Lanzarote y es otro mundo. Eso es morirse —asegura—. Tenía que hacer 20 habitaciones cada día. Aunque se trabaja peor en un tres estrellas que en un cinco, era muy duro. Tenía que hacer cada habitación en un cuarto de hora, luego había que hacer escaleras... todo a contrarreloj. Y había que dejarlo impecable porque era un cinco estrellas. No podías dejar nada atrás. Si el trabajo ya es duro de por sí, allí es durísimo", recuerda Luisa.

De vuelta a Galicia, consiguió empleo en un hotel de tamaño medio en un enclave turístico de las Rías Baixas en el que trabaja alrededor de siete meses al año. "Nunca he estado fija en ningún hotel", lamenta. 

Aunque aquí la situación no es tan extrema como en las islas, sus jornadas laborales se caracterizan también por su dureza. Pese a que su contrato es de 40 horas semanales, trabaja nueve horas diarias seis días a la semana. "Empiezo a las ocho y termino a las cinco y es un no parar", recalca. En esas nueve horas Luisa tiene que encargarse de las habitaciones ("hacer las camas, limpiar el polvo y ocuparse de la ropa") y, si el hotel no está lleno, también de las tareas de lavandería y de los desayunos. En temporada alta puede llegar a hacer 60 camas cada día. "Sales muy cansada y yo llevo ya muchos años", apunta Luisa con resignación. Todo por poco más de 1.100 euros al mes, "pero con pagas y complementos incluidos -aclara-. Eso es lo que me ingresan. El sueldo base es de 800 euros".

"Cuando el hotel está lleno hago 60 camas al día y realmente sales muy cansada"

Después de más de tres décadas en el oficio, además del cansancio, que es especialmente acusado en verano, los problemas físicos que acucian a la profesión también le están pasando factura y en su bolso no pueden faltar comprimidos de paracetamol. "De momento, con eso voy tirando y, dentro de lo que cabe, no me quejo. Yo tengo desgaste en las costillas y dolores de huesos y musculares. Al cabo del tiempo pasamos todas por eso: dolores de cuello, espalda, piernas... No se salva ni una, sea en Galicia o en China", afirma Luisa.

Futuro. Así las cosas, a la hora de imaginarse su futuro Luisa no se muestra optimista: "Yo no llego a la jubilación -dice entre risas-. Me faltan todavía muchos años y no sé cómo será. Me cuesta pensar que con 60 años voy a estar trabajando en esto, pero es lo que he hecho siempre. Aguantaré lo que pueda".

"Yo tengo desgaste en las costillas y dolores de huesos y musculares. Pasamos todas por eso"

Satisfecha con la visibilización de la problemática que afecta a su colectivo gracias a la labor de Las Kelly, Luisa señala que sus reivindicaciones son las mismas que las de esta asociación. "En primer lugar, hay que tener los dos días libres y que se cumplan las jornadas de ocho horas, no nueve ni diez. Todos los contratos son de 40 horas semanales y no se cumplen -denuncia Luisa-. Además, los salarios son muy bajos. Son unos bandidos, se aprovechan muchísimo".

Pese a que insiste en que en Galicia la situación no es comparable a las zonas turísticas por antonomasia, en su opinión, la suya es una profesión que "no está valorada" en ningún sitio.

"Casi todas tenemos problemas con el túnel carpiano"

Marina, que también prefiere ocultarse tras un nombre que no es el suyo, tan solo tiene 37 años y, sin embargo, su cuerpo ya le dice "basta" en muchas ocasiones. "Ahora mismo no estoy trabajando, he tenido que tomarme unos meses de descanso por problemas de ciática", explica. De hecho, en los ocho años que lleva trabajando como camarera de piso en un hotel de un enclave turístico de las Rías Baixas, no es la primera vez que se ve obligada a hacerlo. "Paro un tiempo, me recupero y después, si no rompo, vuelvo a trabajar". 
Sin embargo, la ciática no es el único problema físico que la aqueja. Ya está operada de túnel carpiano (muñecas) de las dos manos, "casi todas tenemos ese problema", y de la garganta, "por culpa de los tóxicos de los productos que utilizamos".

Pese a ello, Marina asegura que las condiciones en el hotel en el que trabaja son mejores que las de muchos otros establecimientos. "Estamos contratadas a través de una empresa de trabajo temporal (ETT) propia del hotel y, de lo que sé por otras personas, no hay nada mejor. Mi sueldo supera los 1.000 euros y libramos dos días a la semana, mientras que la mayoría solo tienen uno".

En el establecimiento, que cuenta con cerca de 100 habitaciones, trabajan alrededor de 16 camareras de piso. Su jornada laboral comienza limpiando las zonas comunes "y sobre las 10.30 horas hasta las 15.30 es el tiempo que tenemos para las habitaciones, para después volver a hacer las zonas comunes. Y hay días que vas a mil, porque no es lo mismo cuando es una estancia que cuando se va el cliente".

Por la experiencia de conocidas suyas, considera que tiene suerte. "Veo la diferencia de sueldo con otros hoteles y a lo mejor cobran 300 euros menos, tienen menos días libres y trabajan más horas. Nosotras hacemos nueve mientras que en otros sitios once".

"Tendría que haber más personal y deberíamos ir siempre de dos en dos. No es lo mismo mover una cama sola que con otra persona"

Sin embargo, confiesa que no se ve trabajando hasta la jubilación. "Lo digo siempre, ni yo ni ninguna de mis compañeras. Conozco a una chica que con más de 50 años prefirió dejarlo y perderlo todo. Llega un punto en el que tu cuerpo no puede más, te va dando avisos hasta que se rompe todo".

En su opinión, una de las maneras de mejorar la situación actual es a través de más personal. "Deberíamos ir siempre de dos en dos. No es lo mismo mover una cama sola que con otra persona, aunque lo ideal sería incluso tres".

Aún así, tiene claro que las condiciones que hay en los hoteles gallegos distan mucho de la de otras zonas. "El otro día escuché que en Alicante cobraban 700 euros y, de lo que yo sé, eso aquí no lo paga nadie".

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