"Un año non puidemos voltar e tomamos as uvas por Skype"

Navidad a distancia

Pontevedreses emigrados relatan a Diario de Pontevedra cómo viven y celebran estas fiestas lejos de su hogar. Algunos adoptan las tradiciones de sus países de acogida y otros apuestan por mantener un vínculo con sus raíces gallegas
Navidad en el extranjero
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«Buey de mar, rodaballo al horno y cabrito». Este es el menú que compone la cena con la que Manuel Pastoriza y su familia despedirán hoy el 2015, «lo típico en Galicia, porque no queremos perder la tradición». Y es que estas no son unas Navidades cualquiera para esta familia pontevedresa, ya que este año tomarán las uvas a kilómetros de distancia de su verdadero hogar.

Las cosas se habían torcido demasiado para este buenense en 2013: no encontraba trabajo en Galicia, cada vez había más gente en paro, la calidad de la Sanidad y la Educación dejaban mucho que desear en su opinión y ni él ni su mujer veían futuro aquí para sus hijos. A punto de cumplir los 50, Manuel se llevó a su hija a Hamburgo (Alemania) y al poco tiempo
surgió una nueva oportunidad.

«Encontré trabajo en el puerto de reparación y mantenimiento de contenedores, así que a los pocos meses se vinieron mi mujer y mi otro hijo. Y aquí seguimos, a vueltas con el alemán», comenta Pastoriza.

Echa de menos la tierra y la familia, por eso responde a la pregunta de cómo vivirá estas fiestas diciendo que «bastante fastidiado». Manuel explica que «los billetes de avión son muy caros en estas fechas y preferimos que los niños puedan pasar después todo el verano en Galicia, porque no queremos que pierdan el vínculo». Aún así, Manuel es capaz de ver el
lado positivo de esta situación, y es que «en Hamburgo tenemos a la familia de mi mujer y también hay una gran comunidad gallega, por lo que hacemos piña».

Nochebuena no la celebraron, pero el día de Navidad prepararon una merienda cena en el centro gallego, una asociación que aglutina a emigrantes gallegos que residen en la ciudad. «Aunque aquí no se celebra el día de Reyes, sus Majestades sí que pasarán por el centro para dejar un pequeño detalle a los niños gallegos», indica Pastoriza.

Esta noche podrán contemplar cómo el cielo se tiñe de cohetes de colores y cómo el repique de campanas de las iglesias dará la bienvenida al 2016. Manuel señala que está acostumbrado a las Navidades de «pueblecitos pequeños. Las viví en Bueu, en Pontevedra, en Vilanova de Arousa,... y claro, de repente te encuentras viviendo estas fiestas en una ciudad inmensa. Hay mucho contraste».

En este sentido, Pastoriza comenta que «los alemanes tienen predilección por los adornos navideños, iluminan muchísimo las calles y son muy típicos los mercadillos con regalos y decoración navideña, que también tienen atracciones para los niños. Les gusta mucho la luz, para mí es lo más llamativo».

Las comidas de estas fiestas también guardan importantes diferencias con las gallegas, y es que para los alemanes es tradición comer salchichas cocidas con esaladilla de patata en Nochebuena y ganso o carpa el día de Navidad. Esta noche celebrarán Fin de año con ‘fondue’ y ‘berliner’, un buñuelo típico de Berlín relleno de compota de fresa o manzana.

Manuel explica que durante todo el período festivo es muy típico comer galletas y pasteles como los «‘stollen’, ‘lebkuchen’, ‘dominosteine’ o ‘spekulatius’. Si bienes cierto que aprecia esta cultura, Pastoriza señala que procuran mantener el vínculo con sus raíces gallegas, por eso tiene muy controlados un par de supermercados que tienen a la venta productos de su tierra.

EN BIKINI. La historia de Noa Veiga es bien distinta a la de Manuel. Esta pontevedresa llevaba años trabajando como asesora financiera en Barcelona y, cansada de la rutina, decidió hacer las maletas y emprender una aventura que la llevaría a la otra punta del mundo. Terminó su viaje en las Antípodas y se instaló con su pareja en Tauranga. En 2011, ahí fue cuando empezó su romance con Nueva Zelanda.

Hace cinco años que no vuelve a casa por Navidad, pero confiesa que la suya no está nada mal: «Calor, praia e barbacoas, así é o Nadal neozelandés. Aquí é verán e é a mellor época do ano, por iso non volvemos. Normalmente imos a visitar á familia unha vez ao ano e sempre escollemos os meses da época estival, porque así vivimos entre verán e verán», comenta
Noa entre risas.

Pasará lo que queda de las fiestas navideñas en bikini y en la playa, pero aún así, esta pontevedresa de 33 años reconoce que echa de menos «a familia, os amigos e, por suposto, a comida». De hecho, todavía se acuerda del menú que se puso en la mesa de su casa en las últimas Navidades que pasó en Pontevedra. «Lembro que había marisco, ese é o menú típico para celebrar estas festas na miña casa», cuenta Noa Veiga.

La belleza del paisaje y el estilo de vida de los neozelandeses fue lo que enamoró a esta pontevedresa. Así, explica que la ‘morriña’ no es tanta porque el país guarda ciertas similitudes con su querida Galicia. «É por isto que, realmente, non boto tanto de menos. Síntome como na casa», apunta.

La Navidad se celebra por todo lo alto en las Antípodas, sobre todo los días de Nochebuena y el 25 de diciembre. Noa indica que  sí nota la diferencia y «como estou acostumada ao Nadal galego, a forma que teñen aquí de celebralo  non  me  parece  moi típico destas datas, máis ben semellan unhas vacacións de verán».

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