"Vamos con 20 años de retraso respecto a Europa"

Natalia Rodríguez, propietaria de Bodegas Corisca, fue la primera en elaborar un Rías Baixas ecológico
Natalia Rodríguez. CEDIDA
photo_camera Natalia Rodríguez. CEDIDA

En 2006, cuando se acercaba a los 40, Natalia Rodríguez puso punto y final a su etapa como abogada y cerró el despacho que tenía en Vigo para emprender una nueva aventura en las riberas del Miño, entre los concellos de Tui y Salceda de Caselas: poner en marcha una bodega dedicada a la producción de albariño ecológico.

"Mi padre era viticultor. En los años 80 tenía una plantación y vendía las uvas a una bodega grande de Terras Gauda. Yo decidí quedarme con el proyecto, pero desde el principio tenía claro que quería hacer un producto certificado en ecológico —cuenta—. Yo era ya consumidora y lo que quería era hacer lo que ya tenía de tradición, pero en ecológico. No quería hacer convencional, ni integrado ni otras cosas que me comentaban, porque cuando empecé yo fui la primera bodega que se certificó en ecológico en las Rías Baixas y me decían que era imposible hacerlo, que iba a ser muy complicado por el clima que teníamos, que iba a tener muchos hongos... Entonces empezó la odisea de formarme, de ver cómo podía ser... pero yo tenía claro que iba a ser así. Quería una manera de cultivar sin pesticidas, sin herbicidas... Yo quería el producto que a mí me gusta tomar. Era algo tan simple como montar un proyecto de algo en lo que yo tenía que creer y que me gustara el producto que iba a sacar. No había otra manera de hacerlo", insiste. 

"En Galicia y en España un producto ecológico no es tan entendido como en otros sitios", apunta

Y así lo hizo. Tras adquirir otras dos hectáreas más de terreno hasta completar las cuatro con las que cuenta ahora y montar su bodega, el proyecto comenzó a materializarse, aunque no sin dificultades. "Los primeros años, mientras hice el cambio de convencional a ecológico, perdí toda la producción. Me atacó la araña roja y me fastidió todo —recuerda—. La primera producción que saqué al mercado fue en 2009, pero era tan pequeñita que yo considero que la primera producción en serio fue en el 2010. Poco a poco iba saliendo. Al final en ecológica de lo que trata es que tú vayas sabiendo qué problema va a tener tu finca en el futuro, porque como tiene un cultivo que es estático no puedes jugar con rotaciones para poder equilibrar el suelo como con la huerta. Lo que tienes que ver es qué le va a pasar, de qué va a cojear...", explica. 

En cuanto al producto final, el resultado no puede ser más satisfactorio. "El sabor es mucho más auténtico en el sentido de que yo no camuflo el sabor del vino. Lo que estás haciendo es potenciarlo. La uva sale de una forma más natural que otra que haya llevado muchos productos. Un viñedo convencional puede matar la hierba con insecticida, puede estar sulfatando continuamente, puede meterle los productos que le de la gana a la cepa. Eso no lo puedes hacer para producir vino ecológico. Tienes que echarle productos que a la planta no le entren por la raíz. Todos los productos que le tengo que dar tienen que ser simplemente de contacto, que se eliminan con la lluvia. Son productos que le das para protegerla por fuera, para que puedas ahuyentar al bicho. Después en bodega solo tienes que potenciar ese sabor, no enmascararlo: hacer levadura natural, hacer una fermentación espontánea... El vino ecológico te va a saber a un producto mucho más natural, mucho más auténtico. Te sabe a un vino como los de antes, no como los de ahora que saben todos iguales". 

Natalia Rodríguez: "El vino ecológico te va a saber a un producto mucho más natural, mucho más auténtico"

Más de diez años después de sacar al mercado su primera producción, pese a los quebraderos de cabeza ("estás todo el tiempo pendiente del tiempo"), el balance es "siempre positivo porque haces algo que te gusta y en lo que crees". Eso sí, matiza, "positivo en cuanto al viñedo, que cada vez me gusta más, y en cuanto al mundo del vino también. En cuanto a la comercialización y la venta me da un poco de pena porque en Galicia y en España un producto ecológico quizás no es tan entendido como en otros sitios —señala Natalia Rodríguez—. Es cierto que si hablamos de cuando yo empecé, en el 2009, se ha avanzado, pero los pasos son muy cortos. Estamos a años luz de países como Alemania y Dinamarca. El avance es tan pequeño que vamos a ir con 20 años de retraso con respecto al resto de Europa. Y en el caso del vino más aún porque como tiene alcohol se piensa que se puede beber cualquier porquería. Además, competir con las bodegas convencionales, que siempre hacen mucho volumen es difícil. Las bodegas grandes son las que pueden entrar en los supermercados y con esta crisis peor", lamenta.

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