La vida vuelve a las nubes

El sector aéreo, uno de los más afectados por la pandemia de coronavirus, remonta el vuelo y, con él, los azafatos y azafatas que vieron como sus empleos quedaban en el aire

Paula López Cal en el aeropuerto de El Prat. DP
photo_camera Paula López Cal en el aeropuerto de El Prat. DP

La pandemia de coronavirus que estalló hace casi año y medio no solo detuvo la vida en la tierra. Sus efectos también se dejaron sentir en el cielo, que durante muchos meses se vio mucho más libre de aviones, provocando una crisis sin precedentes en el sector. Con los aviones en tierra y los aeropuertos completamente vacíos, miles de trabajadores de líneas aéreas vieron como sus empleos quedaban en el aire. Según cálculos de Bloomberg, alrededor de 400.000 personas fueron despedidas, suspendidas o se les dijo que podrían perder sus empleos debido al coronavirus.

Sin embargo, con el proceso de vacunación avanzando a buen ritmo, el sector contempla la temporada estival con optimismo. Así, según las estimaciones realizadas por la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), las compañías esperan recuperar hasta el 80% de las rutas operadas en 2019.

Testigos de excepción del resurgir del sector son los auxiliares de vuelo, uno de los gremios que más afectados se han visto por la sacudida de la pandemia. Así lo constatan tres azafatos pontevedreses que se asoman a estas páginas para relatar cómo es la vida entre las nubes.

PAULA LÓPEZ CAL: "Ver el aeropuerto de El Prat vacío encogía el corazón"

Aunque estudió Dirección y Gestión Pública en la Facultade de Ciencias Sociais e da Comunicación de Pontevedra, a Paula López Cal, de 28 años, siempre le había atraído la idea de "trabajar volando". Por eso, cuando se planteó hacer un máster o un curso de azafata de vuelo se decantó por lo segundo y se matriculó en la escuela Air Hostess de Vigo. Desde entonces han pasado cinco años en los que Paula no ha dejado de volar. "Fue acabar el curso y presentarme a una entrevista para Vueling y ya me cogieron directamente. Fue todo rodado", cuenta la joven, que, tras una breve experiencia en Iberia, regresó a Vueling ya con un contrato indefinido.

Tres auxiliares de vuelo pontevedreses—una con cinco años de experiencia y dos recién llegados al oficio— cuentan cómo es volar en tiempos de pandemia 

"Roma, París, Ámsterdam, Londres, Atenas, todas las islas..." son algunos de los destinos a los que le ha llevado su trabajo en estos años. "Podía elegir volar de mañana o de tarde. Libraba una media de diez días al mes y el resto estaba volando. Volaba cinco días seguidos y descansaba tres", explica. 

Paula habla en pasado porque la pandemia lo cambió todo, tanto que en el último año se vio afectada por un ERTE y tuvo que abandonar Barcelona, donde está su base, y volver a Pontevedra para ahorrarse los gastos de alquiler. "Al principio de la pandemia no volamos nada. Después, cuando se estabilizó un poco, volaba una semana al mes. Había mucha tristeza, mucha incertidumbre. Los compañeros nos mirábamos unos a otros y pensábamos que quizás la gente no volvería a tener la confianza suficiente ni a sentirse seguros para volver a viajar. El aeropuerto de El Prat, que es supergrande y siempre tiene muchísima gente, de repente estaba vacío, las tiendas cerradas... se nos encogía el corazón", recuerda Paula.

La joven incluso llegó a plantearse cambiar de oficio. "Pensé en opositar porque vengo de una familia de funcionarios y sé que les va bien. Incluso decidí abrir mi propio canal en Instagram (@ paula.lopezc), de lifestyle, y me va muy bien", asegura.

Pero poco a poco las nubes se han ido disipando y Paula puede volver a hacer lo que más le gusta: volar. "Afortunadamente, ya se empieza a notar un volumen increíble en los vuelos y el lunes ya vuelvo a trabajar como antes de la pandemia", afirma. "Voy a hacer Barcelona-París, de París vuelvo a Barcelona y hago Barcelona-Ibiza e Ibiza-Barcelona. Serán cuatro saltos como le llamamos nosotros", añade con ilusión. 

"A mí me encanta viajar por el mundo. Soy muy emprendedora e inquieta. Estoy en un sitio y ya estoy pensando en el próximo destino. Me encanta conocer otras culturas y además me gusta mucho el trato con la gente. Este trabajo reúne todas esas condiciones. Además, en Vueling hay muy buen ambiente de trabajo. Una de las cosas positivas es que cada día vuelas con gente diferente", destaca Paula. Respecto a su pasión por los viajes, aclara que "cuando llegamos a un destino ni siquiera bajamos del avión, pero sí es cierto que tenemos muchos beneficios como descuentos en los billetes. Eso es lo que a mí me permite viajar". 

Ni siquiera la posibilidad de contagiarse de covid le quita la ilusión, aunque sí reconoce que el miedo está ahí. "Todavía no estamos vacunados y somos un colectivo que estamos en contacto con cientos de personas a diario. Siempre hay algún pasajero que se baja la mascarilla o en vuelos de tres horas, como puede ser a Tenerife, nos pide algo de comida y con esa excusa lleva la mascarilla bajada durante todo el vuelo y tienes que llamarle la atención, por lo demás no pasa nada que se salga de lo normal", apunta. 

A la hora de destacar lo mejor y lo peor de su profesión, lo tiene claro: "Lo peor quizás son los horarios porque en tu día libre te puede llamar la compañía y tienes que ir a volar. Lo mejor es que es un trabajo de espíritu joven. No vale cualquiera. Estamos hechos de otra pasta. Con eso se tiene que nacer. Cada día es una aventura. Nunca sabes lo que te puede esperar"

Paula  López Cal: "Es un trabajo de espíritu joven. No vale cualquiera. Con eso se tiene que nacer"

GABRIEL HERVÉS: "El sector está relanzándose. Yo tengo muchas horas para volar en julio"

GABRIEL HERVÉS

Con 22 años y recién graduado en Biotecnología, aunque sin tener "muy claro lo de trabajar en un laboratorio", a Gabriel Hervés le empezó a "rondar por la cabeza lo de ser azafato" y no pudo estar más acertado: hizo el curso en Air Hostess de octubre de 2020 a marzo de 2021 y en junio empezó a volar con Ryanair. "En la academia siempre nos decían que no nos preocupáramos, que cuando volviera el boom iba a haber mucho trabajo de nuevo. Yo tenía la esperanza de que en verano la cosa se relanzara y la verdad es que se está relanzando. Los nuevos estamos volando mucho. Yo tengo muchas horas para volar en julio", afirma el joven. "Vuelo cinco días y descanso dos, luego vuelvo a volar cinco y descanso tres... —explica respecto a los horarios—. En cuanto a los destinos, cambian cada día: Italia, Alemania, Grecia, Marruecos...".

Aunque tras hacer los vuelos de prácticas tuvo la "mala suerte de coger el covid", de momento ya ha volado a Gran Canaria, Milán, Hamburgo, Londres y Bérgamo. "Mis expectativas respecto a la profesión se están cumpliendo e incluso se superan —asegura—. El primer día vas nervioso, quieres acordarte de todo porque te pueden hacer preguntas, pero en esos primeros vuelos vas como de extra, vas al lado de uno de ellos y te explica todo. Yo me sentí superbien, muy acogido. Me gustó muchísimo", subraya.

Gabriel Hervés: "Mis expectativas respecto a la profesión se están cumpliendo e incluso se superan"

La experiencia está resultando tan satisfactoria que Gabriel ha aparcado la biotecnología. "Quizás en un futuro la retome, pero de momento quiero seguir viviendo esta experiencia", indica. Entre sus sueños figura trabajar en una aerolínea de largo radio. "Me gustaría probar a hacer ese tipo de vuelos. Tiene que ser una experiencia muy guay estar volando y estar cada semana en un sitio diferente, pero por ahora estoy contento con esto", precisa. "En una aerolínea de largo radio sí te dejan un día libre en la ciudad porque tienen que pasar unas horas antes de volar. Nosotros vamos y volvemos. No salimos del avión", añade.

Pero Gabriel no se queja. De hecho, le cuesta encontrar un pero a la profesión en la que acaba de aterrizar. "Lo único negativo que le veo es que los horarios son un poco machacantes porque una semana entras a las cinco de la mañana, la siguiente a las cinco de la tarde y es complicado adecuar los horarios para dormir. En cuanto al trato de la gente, siempre hay gente que te trata bien y gente que te trata mal, lo importante es cómo te lo tomas tú", comenta.

Puesto que llegó al oficio ya en tiempos de pandemia, Gabriel vive con normalidad la nueva manera de volar. "Todo el mundo tiene que ir con la mascarilla todo el rato, pero sí es verdad que hay gente que no lo hace. Pero si se cumple eso, como no siquiera te puedes cambiar de sitio, no debería haber problema".

ÓSCAR RODRÍGUEZ: "Es un trabajo en el que tienes bastante flexibilidad"

Óscar Rodríguez

Óscar Rodríguez, redondelano de 24 años, empezó a volar hace apenas una semana. En su caso, desde Marsella, donde está su base. Al igual que sus compañeros, llegó a esta profesión con un currículo más terrenal que aéreo. "Yo hice un ciclo medio de Artes Gráficas, luego me pasé a un ciclo superior de Administración y Finanzas y después empecé a trabajar en Citroën. Y mientras trabajaba de noche me metí en Air Hostess para hacer el curso de tripulante de cabina por las mañanas", relata el joven.

"A mí me encantaba viajar e ir en avión. Yo hasta disfruto de las turbulencias. La gente lo pasa fatal, pero a mí me encanta. Es como ir en una montaña rusa. Me encanta esa experiencia. También me atraía la posibilidad de aprender otros idiomas", dice a la hora de explicar las razones que le llevaron a probar suerte como azafato. "Ahora también estoy viendo que hay muy buen feeling entre los compañeros y disfruto trabajando. Voy muy contento", añade.

Óscar Rodríguez: "Me encanta viajar e ir en avión. Yo hasta disfruto de las turbulencias"

Su primer vuelo fue el pasado 26 de junio a la ciudad francesa de Brest y desde entonces no ha parado. Europa, el norte de África y algunos países asiáticos figuran entre los destinos que debe cubrir. Mañana voy a Ibiza. Vuelvo a España aunque sea solo por 25 minutos, que es el tiempo que tenemos para desembarcar pasajeros, hacer los controles de seguridad en el avión y volver a embarcar a la siguiente remesa de pasajeros", comenta.

Aunque le espera un largo verano de trabajo por delante, hasta ahora la experiencia es más que satisfactoria. "Es mejor de lo que esperaba. Estoy muy contento. De momento todos los que he conocido han sido muy amables y me han explicado todo muy bien", destaca.

Así las cosas, el futuro de Óscar mira más hacia el cielo que hacia la tierra . "Lo veo como un trabajo permanente. Además acabo de firmar un contrato indefinido. Yo no le pongo pegas. Es un trabajo en el que tienes bastante flexibilidad. Tengo cinco días de trabajo, en los que a lo mejor no todos tengo vuelos programados pero tengo que estar disponible, y tres libres", cuenta.

Puestos a soñar se ve volando muy lejos: "A mí me dicen ahora mismo de ir a hacer largo radio y me encantaría porque al llegar al destino tienes días libres para estar allí. Creo que a todo tripulante le gusta disfrutar de unos días fuera".

Formación
Curso
► El curso de la escuela de azafatas /os de vuelo de Air Hostess, abierta desde 2007, dura entre cuatro y cinco meses.
Requisitos
► En cuanto a formación, Air Hostess precisa que "la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) no exige ningún requisito, pero nosotros aconsejamos que tengan la ESO". 
► Respecto a la edad, el curso lo pueden hacer mayores de 18 años o de 17 a punto de cumplir 18 y, en cuanto al límite, no lo ponemos porque las compañías europeas no suelen poner problemas, pero a partir de los 37 es complicado".
► En cuanto a la estatura, Air Hostess señala que "las compañías sí lo suelen ver. Lo que marcan como mínimo es entre 1,57 y 1,58 metros".

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