Las acusaciones creen que el shaolín es un asesino que disfrutaba

Consideran que "se excitaba vejando, humillando y matando a mujeres" y además aseguran que la detención de Juan Carlos Aguilar "frenó una masacre"
Juan Carlos Aguilar, durante el juicio.
photo_camera Juan Carlos Aguilar, durante el juicio.

Las acusaciones particulares y popular en el juicio contra el falso shaolín Juan Carlos Aguilar, acusado de asesinar a una ciudadana nigeriana y otra colombiana, consideran que se trata de un "asesino en serie, que disfrutaba y se excitaba vejando, humillando y matando a mujeres". "Su detención frenó una masacre", ha resaltado la letrada Maite Iturrate, de la acusación popular, quien ha añadido que elegía como víctimas a "presas fáciles" en exclusión social o con un entorno problemático.

Las acusaciones han hecho estas consideraciones durante la lectura de sus informes finales, trámite que se ha llevado a cabo este miércoles durante la cuarta sesión de este juicio que se celebra desde el pasado viernes en la Audiencia de Bizkaia. Los hechos juzgados ocurrieron los días 1 y 2 de junio de 2013 cuando el acusado contactó el primer día con la colombiana Jenny Sofía Rebollo, de 40 años, y el segundo con la nigeriana Maureen Ada Otuya. En ambos casos, este experto en artes marciales las llevó al gimnasio que regentaba en el centro de Bilbao y las torturó durante horas.

No se ha podido determinar cómo murió Jenny ya que la descuartizó, mientras que Ada Otuya falleció, finalmente, por estrangulamiento. El acusado ha reconocido los dos asesinatos con alevosía, pero no la agravante de ensañamiento que piden las acusaciones particulares en nombre de las víctimas y la acusación popular, en representación de la asociación Clara Campoamor. Dilucidar si existió o no dicha agravante, que aumentaría el cumplimiento efectivo de la pena, ha sido el objeto de la vista oral.

El fiscal, que pide un pena total de 40 años de cárcel, ha destacado que los hechos "son muy graves y representan la maldad en sí misma". También ha mantenido que el acusado sabía lo que hacía, pero ha reiterado su postura inicial de no apreciar la agravante del ensañamiento. Según ha dicho, no es lo mismo el concepto social de ensañamiento que su significado jurídico y ha reiterado que dicha agravante no existió.

Por parte de las acusaciones, que piden una condena de 45 años, el representante legal de Rebollo ha resaltado que para el acusado las mujeres "son trozos de carne con lo que dar rienda suelta a sus aberrantes perversiones sexuales". Le ha calificado de "depredador a la caza de carne fresca" y le ha considerado "capaz de cualquier cosa con tal de satisfacer sus instintos".

El letrado de Ada Otuya ha incidido en este aspecto y ha considerado que el acusado actúa así porque le gusta y "le excita golpear y vejar a mujeres y hacerles daño". Según ha apuntado, con el nuevo Código Penal que aún no ha entrado en vigor se le podría haber acusado también de comportamiento machista.

En su opinión, el reconocimiento de los hechos por parte del acusado no implica arrepentimiento, sino que resulta "parcial e interesado para conseguir un pena menor". Por parte de la acusación popular, Iturrate ha agradecido de forma reiterada la actuación de la testigo que oyó desde la calle los gritos de Ada Otuya y llamó a la Ertzaintza, y ha destacado que al acusado disfruta "con el sadomasoquismo y humillando a mujeres".

La abogada defensora del falso monje, por su parte, ha puntualizado que en este juicio "no se juzgan las prácticas sexuales" de su cliente, sino si actuó con ensañamiento, lo que, en su opinión, no ocurrió. Este jueves finaliza el juicio con la entrega a los miembros del jurado de los aspectos sobre los que tendrán que deliberar para decidir sobre el veredicto.

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