Las Rías Baixas mas seguras, sin multitudes

Hay Rías Baixas más allá de Silgar, A Lanzada y Combarro. Sin desmerecer la belleza de los puntos más conocidos, la costa pontevedresa ofrece rincones con el mismo encanto y mucha menos gente para otro verano de nuevo marcado por el miedo a la covid-19
Parque foresta de A Fracha, en Pontevedra. DP
photo_camera Parque foresta de A Fracha, en Pontevedra. DP

CERCA DE 250.000 turistas visitaban el destino Rías Baixas en agosto antes de la crisis sanitaria. En concreto, en ese mes de 2019 veranearon en la costa pontevedresa 248.680 viajeros procedentes, en su mayor parte, de otros puntos de España, mientras unos 57.000 llegaban desde el extranjero.

Desde entonces, la forma de viajar ha cambiado y el golpe de la pandemia supuso un bajón en el número de visitantes. En agosto de 2020 llegaron a las rías muchos menos turistas, en torno a los 163.000. Los datos para 2021 parecen recuperarse poco a poco y, según los datos de la encuesta de ocupación hotelera de junio (INE), ese mes, en temporada baja, pasaron por los hoteles de las Rías Baixas 95.669 personas. Los datos se recuperan, sobre todo, en lo que se refiere al turismo extranjero.

Sin embargo, la vuelta paulatina del turismo no significa que la antigua normalidad se recupere. Cada vez los viajeros huyen más de las aglomeraciones y la masificación, optando por enclaves con más encanto y menos gente. Más allá del paseo de Silgar, en Sanxenxo, o de playas como A Lanzada, las Rías Baixas ofrecen también paisajes escondidos e igualmente recomendables que los que aparecen en cualquier guía turística.

Las Salnas de Ulló, en Vilaboa, sirven de hogar a numerosas especies de aves
[Las Salinas de Ulló, en Vilaboa, sirven de hogar a numerosas especies de aves]
 

El viaje por los rincones menos masificados de las Rías Baixas abarca opciones para todos los gustos.

JUNTO AL MAR. Existen arenales en los que todavía es posible tumbarse al sol en agosto sin agobios por las aglomeraciones. Un ejemplo podría ser la playa de As Pipas o la de Lavaxeira, ubicadas en una ensenada al norte de la península de O Grove. Las Illas Atlánticas son un básico para cualquier viajero que llegue a las Rías Baixas, pero con permiso de Cíes u Ons, la isla de Cortegada, en Vilagarcía, no recibe tanta atención aunque la merezca. Existen compañías que organizan viajes hasta la misma.

Praia de Lavaxeira, en O Grove
[Praia de Lavaxeira, en O Grove]
 

Por otra parte, la Illa de Arousa todavía cuenta con playas vírgenes en el Parque Natural de Carreirón. Es necesario caminar un tramo para llegar a ellas pero, a cambio, el paisaje merece la pena, al igual que en O Morrazo, en concreto en las calas de Cabo Udra (Bueu).

PAISAJES FLUVIALES. El interior de las Rías Baixas es el gran desconocido. Aunque la playa fluvial de Ponte Caldelas sea famosa por ser la única playa de río con bandera azul, cauces como el Oitavén, el Verdugo o el Lérez tienen muchos más rincones para conocer. Solo hace falta caminar por su orilla. Así, en Calvelo (Tenorio, Cerdedo-Cotobade), se puede visitar el puente colgante sobre el río Lérez y, caminando río arriba o abajo, hay abundantes zonas para darse un chapuzón. También en Soutomaior hay un puente colgante, justo en el punto en el que el Oitavén desemboca en el Verdugo y sobre una playa apta para el baño.

Fervenzas de Pereiro, en Poio
[Fervenzas de Pereiro, en Poio]
 

Otra atracción paisajística con tirón son las cascadas o fervenzas, y será por ejemplos en la comarca: la de Segade, que cuenta al lado con los restos de una antigua central hidroeléctrica (Caldas de Reis), la de A Fírveda y Liñares (A Lama) o la de Casariños (Fornelos de Montes), todas ellas fácilmente localizables a golpe de Google Maps, son solo algunos ejemplos. Y para rutas, la da Pedra e da Auga (Ribadumia).

MIRADORES. Qué mejor forma de conocer el paisaje que desde las alturas. Los miradores de Coto Redondo y A Pastoriza (ambos en Marín), el de A Siradella (O Grove), los de los parques forestales de Pontevedra o el del punta Cabicastro (Sanxenxo) ofrecen vistas inigualables de las rías de Vigo y Pontevedra, ideales también para ver la puesta de sol sobre el Atlántico.

Por último, para los más curiosos, el entorno de las Rías Baixas permite conocer los petroglifos de los primeros gallegos en el Parque de Arte Rupestre de Campo Lameiro, las casas indianas de Ponte Caldelas o A Lama construídas por emigrantes en América o el patrimonio natural con rutas de observación ornitológica en las Salinas do Ulló (Vilaboa).

Parque Arqueolóxico de Arte Rupestre, en campo Lameiro
[Parque Arqueolóxico de Arte Rupestre, en campo Lameiro]

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